El pestazo de mis propios cuescos me ha despertado

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Estoy de descanso esta semana así que no tenía por qué madrugar. Aunque como un resorte, me he despertado a mis habituales 6:30, con intenciones de echar una meadita y tumbarme otro buen par de horas a dormir.

En ese estado de duermevela en el que decides si te levantas a miccionar o puedes aguantar, se me han escapado un par de cuescos bastante fétidos que, sin menear las sábanas, iban manando su hedor cadavérico lentamente a través de las rendijas y de la propia tela. Creo que no eran los primeros de la noche, posiblemente haya estado a puntito de cagarme en sueños. Al salir del amasijo de mantas y sábanas, un auténtico ectoplasma fecal ha invadido mis fosas nasales, era como cuando el puñetero Drácula cuando se transforma en niebla para colarse por las ventanas. Esto me ha hecho huir de la estancia para buscar aire limpio y no fenecer.

Voy al baño, meo, y espero que en ese minutito mi cuarto ya vuelva a tener una atmósfera habitable. Pero no, al volver, el aire sigue siendo un 99% metano, un aire pesado, mortecino, que casi se puede masticar y sentirlo terroso entre los dientes. Se me estaba muriendo hasta el cactus que tengo en la mesa. He abierto la ventana para respirar y me han entrado unas ganas brutales de soltar con el relente y el frío, ya me he acabado desvelando con todo el puñetero trajín, pero es que ni después de 8 o 10 minutos que se ha tirado abierta la ventana al filo del amanecer, el aire era respirable. Incluso el pasillo estaba siendo invadido por el hedor de la muerte. Me he tenido que vestir a toda prisa y huir en busca de un bar abierto donde tomar un café, lo cierto es que hace un día suave y me hubiera quedado toda la mañana por ahi de paseo si no me hubieran vuelto a dar ganas de soltar después de infecto torrefacto que me han puesto en el bar paco madrugador.

Moraleja: mejor no comer cebollas en vinagre por la noche.
 

Benedicto Camela

Psycho The Rapist
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En primer lugar, felicidades por tu fauna intestinal.

Con el tiempo aprenderás a coexistir e incluso disfrutar de los efluvios propios. Disfrutar de la fragancia anal propia es uno de los placeres de la vida que te acompañará toda tu existencia.
 

TAFKA Sanstalin

El Artista Anteriormente Conocido Como Sanstalin
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Pues yo me pongo tremendamente perraco al oler un buen pedo mañanero de mi mujer.

Y ya ni te cuento si ha cenado cebollas encurtidas.
 

circodelia2

Madmaxista
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Debiste haber grabado el audio del cuesco para sampler de un regueton titulado "Inferno Sfinter" y cantado con esa elegante prosa.
....
 

HUEVOS PACO E HIJOS S.L

Honrado amaplantas
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Estoy de descanso esta semana así que no tenía por qué madrugar. Aunque como un resorte, me he despertado a mis habituales 6:30, con intenciones de echar una meadita y tumbarme otro buen par de horas a dormir.

En ese estado de duermevela en el que decides si te levantas a miccionar o puedes aguantar, se me han escapado un par de cuescos bastante fétidos que, sin menear las sábanas, iban manando su hedor cadavérico lentamente a través de las rendijas y de la propia tela. Creo que no eran los primeros de la noche, posiblemente haya estado a puntito de cagarme en sueños. Al salir del amasijo de mantas y sábanas, un auténtico ectoplasma fecal ha invadido mis fosas nasales, era como cuando el puñetero Drácula cuando se transforma en niebla para colarse por las ventanas. Esto me ha hecho huir de la estancia para buscar aire limpio y no fenecer.

Voy al baño, meo, y espero que en ese minutito mi cuarto ya vuelva a tener una atmósfera habitable. Pero no, al volver, el aire sigue siendo un 99% metano, un aire pesado, mortecino, que casi se puede masticar y sentirlo terroso entre los dientes. Se me estaba muriendo hasta el cactus que tengo en la mesa. He abierto la ventana para respirar y me han entrado unas ganas brutales de soltar con el relente y el frío, ya me he acabado desvelando con todo el puñetero trajín, pero es que ni después de 8 o 10 minutos que se ha tirado abierta la ventana al filo del amanecer, el aire era respirable. Incluso el pasillo estaba siendo invadido por el hedor de la muerte. Me he tenido que vestir a toda prisa y huir en busca de un bar abierto donde tomar un café, lo cierto es que hace un día suave y me hubiera quedado toda la mañana por ahi de paseo si no me hubieran vuelto a dar ganas de soltar después de infecto torrefacto que me han puesto en el bar paco madrugador.

Moraleja: mejor no comer cebollas en vinagre por la noche.
Una historia de hez pero lo has contado con arte, hay que reconocerlo.