Miss Marple
Más allá de la burbuja
Aviso: post de escenarios depresivo, especulación ociosa y pérdida de tiempo total, no se lo tomen en serio. Si quieren hablar de cosas importantes, en la guardería debe haber hilos discutiendo si Messi es realmente el mejor jugador de la historia.
Desde hace meses los medios nos entretienen con un falso debate entre austeridad y crecimiento. Hay dos bandos: de un lado, los que podemos llamar enemigos de la austeridad excesiva, que alertan de que recortar gasto y déficit públicos conlleva disminución del PIB y depresión; del otro, la versión oficialista europea (y de la facción del PPSOE que se encuentre en el gobierno), que dice que con recortes y austeridad se recuperará la Confianza, esa magica criatura pariente del unicornio, que con su sola presencia restaura el crédito y el crecimiento por arte de magia.
Los primeros tienen razón en que los recortes, efectivamente, provocan depresión; esta obviedad se convierte en perogrullada cuando de ella deducen que los recortes, por tanto, son una "mala política", ignorando el hecho de que la austeridad no es opcional, sino un lamentable pero inevitable hecho que se da cuando no hay dinero ni crédito. El siguiente paso del razonamiento de muchos comentaristas (no todos) ya entra en el terreno del esperpento al deducir que la política adecuada es aumentar el gasto público; no suelen explicar muy bien como, pero rascando suele salir que se trata de dar liberalmente a la impresora, o mejor, que le den los alemanes, con su garantía, y nos den la pasta a nosotros, que de ese modo creceremos y podremos pagar todas las deudas que haga falta. A este supuesto acto de prestidigitación le llaman "keynesianismo" :: o "políticas de crecimiento" ::::.
Los segundos saben que con recortes solo se llega a la depresión, y que la Confianza son los padres. O bien no creen que haya otra alternativa, o bien la depresión es parte de sus objetivos. Algunos, como Mariano y sus mariachis, son rehenes con síndrome de Estocolmo. Está ya más que claro que Mariano es el Papandreu de España, el pobre iluso que piensa que si cumple las instrucciones del secuestrador y consigue que los españoles acepten los sacrificios exigidos, Europa les salvará y permitirá mantener los cortijos del PPSOE.
Otros saben que el objetivo principal es intentar salvar de la quiebra a los bancos europeos a base de evitar un default desordenado de sus deudores y un uso controlado de la impresora ::::::. Llevo años pensando que el mecanismo elegido para ello era una unión europea con dos clases: los de primera, que disfrutan de lo que se ha llamado el modelo europeo del bienestar; y los galeotes, que bogan y proveen el trabajo barato que evita defaults y hace dicho bienestar posible. Una UE con sus propios países en desarrollo, dispuestos a trabajar por un cuenco de arroz, reduce la dependencia con respecto a China y otras economías en desarrollo.
Pero siempre me ha fallado una pieza en el plan: el aparente desdén de Alemania (por señalar) con respecto a las consecuencias sociales de estas medidas en los países galeotes , que a mi parecer condenaban el plan al fracaso y a la UE a la ruptura en un plazo de 8 a 10 años.
Las palabras de Draghi de hoy despejan cualquier duda que pudiera quedar respecto al plan. Se busca la depresión de los galeotes, para que se vean obligados a imponer reformas que permitan desmantelar su estado del bienestar (que ya no se pueden permitir) e imponer el cuencoarrocismo. Y no es que se desdeñe, sino que parece que se busca deliberadamente el enfrentamiento social. ¿Porqué?
Grecia, como conejillo de indias, demuestra la gran capacidad de los europeos para tragar carros y carretas, a pesar de huelgas generales y batallas en la plaza Syntagma. La radicalización de la sociedad llevará probablemente al surgimiento de extremismos, de ultraderecha o ultraizquierda, pero la UE, me parece, no teme a Grecia (si se ponen muy rebeldes o radicales se les abandonará a su suerte).
España es otra cosa: para ejecutar el plan hay que desmantelar un sistema autonómico de coste inasumible, y las consecuencias de menear los nacionalismos son imprevisibles. ¿Lo sabe la UE? Por supuesto que lo sabe. Si España o Italia se convierten en otra Yugoslavia, ¿es eso un problema? Ya está bien de grandes países que se dan ínfulas; una UE de pequeños países cobijados bajo el benevolente paraguas alemán sería mucho más manejable. Escocia está en camino de disminuir notablemente la importancia de UK. Franica es un caso especial, se la dejaría para el final y habrá que tratarla de forma especial; pero la implosión de Italia y España sería manejable. Se puede aceptar a las partes resultantes en la UE, si se portan bien y asumen su papel cuencoarrocista. Los nacionalistas catalanes o lombardos (por señalar, otra vez) pueden conseguir la soñada independencia y entrar en la UE (quizá como Eslovenia, tal vez más como Rumanía); Extremadura, Andalucía y Calabria igual se ven obligados a esperar algo más, pero seguramente todos acabarán tomando su sitio en la sentina de los galeotes.
En ese escenario, tiene sentido el forzar la depresión y el enfrentamiento social. Cuanto peor, mejor. Y no porque nos vayan a rescatar cuando las cosas se pongan muy mal, sino para estimular que nosotros mismos nos troceemos. Es de desear que se haga con el mínimo derramamiento de sangre, aunque los precedentes no son esperanzadores.
La insurrección fiscal de comunidades autónomas sería el penúltimo sello, y podría estar ya cercano.
En cuanto a lo de Messi, yo creo que no. Pelé, Zidane y Maradona ganaron mundiales para sus países; hasta que Messi haga algo en un mundial la mera pregunta es ridícula.
Desde hace meses los medios nos entretienen con un falso debate entre austeridad y crecimiento. Hay dos bandos: de un lado, los que podemos llamar enemigos de la austeridad excesiva, que alertan de que recortar gasto y déficit públicos conlleva disminución del PIB y depresión; del otro, la versión oficialista europea (y de la facción del PPSOE que se encuentre en el gobierno), que dice que con recortes y austeridad se recuperará la Confianza, esa magica criatura pariente del unicornio, que con su sola presencia restaura el crédito y el crecimiento por arte de magia.
Los primeros tienen razón en que los recortes, efectivamente, provocan depresión; esta obviedad se convierte en perogrullada cuando de ella deducen que los recortes, por tanto, son una "mala política", ignorando el hecho de que la austeridad no es opcional, sino un lamentable pero inevitable hecho que se da cuando no hay dinero ni crédito. El siguiente paso del razonamiento de muchos comentaristas (no todos) ya entra en el terreno del esperpento al deducir que la política adecuada es aumentar el gasto público; no suelen explicar muy bien como, pero rascando suele salir que se trata de dar liberalmente a la impresora, o mejor, que le den los alemanes, con su garantía, y nos den la pasta a nosotros, que de ese modo creceremos y podremos pagar todas las deudas que haga falta. A este supuesto acto de prestidigitación le llaman "keynesianismo" :: o "políticas de crecimiento" ::::.
Los segundos saben que con recortes solo se llega a la depresión, y que la Confianza son los padres. O bien no creen que haya otra alternativa, o bien la depresión es parte de sus objetivos. Algunos, como Mariano y sus mariachis, son rehenes con síndrome de Estocolmo. Está ya más que claro que Mariano es el Papandreu de España, el pobre iluso que piensa que si cumple las instrucciones del secuestrador y consigue que los españoles acepten los sacrificios exigidos, Europa les salvará y permitirá mantener los cortijos del PPSOE.
Otros saben que el objetivo principal es intentar salvar de la quiebra a los bancos europeos a base de evitar un default desordenado de sus deudores y un uso controlado de la impresora ::::::. Llevo años pensando que el mecanismo elegido para ello era una unión europea con dos clases: los de primera, que disfrutan de lo que se ha llamado el modelo europeo del bienestar; y los galeotes, que bogan y proveen el trabajo barato que evita defaults y hace dicho bienestar posible. Una UE con sus propios países en desarrollo, dispuestos a trabajar por un cuenco de arroz, reduce la dependencia con respecto a China y otras economías en desarrollo.
Pero siempre me ha fallado una pieza en el plan: el aparente desdén de Alemania (por señalar) con respecto a las consecuencias sociales de estas medidas en los países galeotes , que a mi parecer condenaban el plan al fracaso y a la UE a la ruptura en un plazo de 8 a 10 años.
Las palabras de Draghi de hoy despejan cualquier duda que pudiera quedar respecto al plan. Se busca la depresión de los galeotes, para que se vean obligados a imponer reformas que permitan desmantelar su estado del bienestar (que ya no se pueden permitir) e imponer el cuencoarrocismo. Y no es que se desdeñe, sino que parece que se busca deliberadamente el enfrentamiento social. ¿Porqué?
Grecia, como conejillo de indias, demuestra la gran capacidad de los europeos para tragar carros y carretas, a pesar de huelgas generales y batallas en la plaza Syntagma. La radicalización de la sociedad llevará probablemente al surgimiento de extremismos, de ultraderecha o ultraizquierda, pero la UE, me parece, no teme a Grecia (si se ponen muy rebeldes o radicales se les abandonará a su suerte).
España es otra cosa: para ejecutar el plan hay que desmantelar un sistema autonómico de coste inasumible, y las consecuencias de menear los nacionalismos son imprevisibles. ¿Lo sabe la UE? Por supuesto que lo sabe. Si España o Italia se convierten en otra Yugoslavia, ¿es eso un problema? Ya está bien de grandes países que se dan ínfulas; una UE de pequeños países cobijados bajo el benevolente paraguas alemán sería mucho más manejable. Escocia está en camino de disminuir notablemente la importancia de UK. Franica es un caso especial, se la dejaría para el final y habrá que tratarla de forma especial; pero la implosión de Italia y España sería manejable. Se puede aceptar a las partes resultantes en la UE, si se portan bien y asumen su papel cuencoarrocista. Los nacionalistas catalanes o lombardos (por señalar, otra vez) pueden conseguir la soñada independencia y entrar en la UE (quizá como Eslovenia, tal vez más como Rumanía); Extremadura, Andalucía y Calabria igual se ven obligados a esperar algo más, pero seguramente todos acabarán tomando su sitio en la sentina de los galeotes.
En ese escenario, tiene sentido el forzar la depresión y el enfrentamiento social. Cuanto peor, mejor. Y no porque nos vayan a rescatar cuando las cosas se pongan muy mal, sino para estimular que nosotros mismos nos troceemos. Es de desear que se haga con el mínimo derramamiento de sangre, aunque los precedentes no son esperanzadores.
La insurrección fiscal de comunidades autónomas sería el penúltimo sello, y podría estar ya cercano.
En cuanto a lo de Messi, yo creo que no. Pelé, Zidane y Maradona ganaron mundiales para sus países; hasta que Messi haga algo en un mundial la mera pregunta es ridícula.
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