Atalaya
Madmaxista
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El diario El Pais y el periodista John Carlin han ganado el premio Nostradamus al periodismo premonitorio por el acierto con el que pronosticaron lo que iba a ocurrir en las elecciones en UK en el siguiente artículo:
Elecciones Reino Unido: Aniquilar a la oposición | Internacional | EL PAÍS
ANÁLISIS
Aniquilar a la oposición
El anuncio de elecciones anticipadas en Reino Unido fue una gran sorpresa, el resultado no lo será
JOHN CARLIN
18 ABR 2017 - 16:58 CEST
El anuncio de elecciones generales anticipadas en Reino Unido fue una gran sorpresa pero el resultado no lo será. Hubo suspense antes del referéndum sobre el Brexit el año pasado. Hay suspense en vísperas de las elecciones francesas. Habrá suspense en las elecciones alemanas. Pero no lo habrá en Reino Unido. El partido conservador de la primera ministra Theresa May ganará el 8 de junio y lo hará, según todo indica hoy, por goleada.
Salvando las obvias diferencias, como por ejemplo que en Reino Unido no hay 150 periodistas en la guandoca, May se ha decantado por la opción turca. Al estilo del presidente Erdogan, ganador hace dos días de un referéndum en Turquía que le otorga enormes poderes, lo que busca May es aniquilar la oposición parlamentaria y concentrar la máxima autoridad posible en sus manos. En un sistema político desde ya muy centralizado, su objetivo declarado es tener el máximo de libertad de maniobra en las negociaciones que se aproximan con Bruselas sobre los términos de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
Esto no va a ser un segundo referéndum sobre el Brexit. Lo podría haber sido si el partido laborista, el principal partido de oposición, estuviese unido y, en particular, si su líder poseyera un mínimo de credibilidad. Pero ni el propio Jeremy Corbyn ni nadie creen seriamente que tiene madera para ser primer ministro; ni él ni nadie tienen claro cuál es la posición laborista sobre Europa, como tampoco lo tuvieron claro durante la anémica campaña que hicieron anterior al referéndum del año pasado. Bajo el ambiguo y lúgubre mando de Corbyn, un viejo soñador de la vieja izquierda, el tradicional partido de la izquierda británico está condenado al harakiri parlamentario.
La única noticia remotamente positiva para el laborismo es que su sector más pragmático, es decir, la gran mayoría de los diputados en Westminster, tendrá la oportunidad de elegir otro líder después del 8 de junio, uno—o una—capaz un día de presentar el partido al electorado como opción viable de gobierno.
Elecciones Reino Unido: Aniquilar a la oposición | Internacional | EL PAÍS
ANÁLISIS
Aniquilar a la oposición
El anuncio de elecciones anticipadas en Reino Unido fue una gran sorpresa, el resultado no lo será
JOHN CARLIN
18 ABR 2017 - 16:58 CEST
El anuncio de elecciones generales anticipadas en Reino Unido fue una gran sorpresa pero el resultado no lo será. Hubo suspense antes del referéndum sobre el Brexit el año pasado. Hay suspense en vísperas de las elecciones francesas. Habrá suspense en las elecciones alemanas. Pero no lo habrá en Reino Unido. El partido conservador de la primera ministra Theresa May ganará el 8 de junio y lo hará, según todo indica hoy, por goleada.
Salvando las obvias diferencias, como por ejemplo que en Reino Unido no hay 150 periodistas en la guandoca, May se ha decantado por la opción turca. Al estilo del presidente Erdogan, ganador hace dos días de un referéndum en Turquía que le otorga enormes poderes, lo que busca May es aniquilar la oposición parlamentaria y concentrar la máxima autoridad posible en sus manos. En un sistema político desde ya muy centralizado, su objetivo declarado es tener el máximo de libertad de maniobra en las negociaciones que se aproximan con Bruselas sobre los términos de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.
Esto no va a ser un segundo referéndum sobre el Brexit. Lo podría haber sido si el partido laborista, el principal partido de oposición, estuviese unido y, en particular, si su líder poseyera un mínimo de credibilidad. Pero ni el propio Jeremy Corbyn ni nadie creen seriamente que tiene madera para ser primer ministro; ni él ni nadie tienen claro cuál es la posición laborista sobre Europa, como tampoco lo tuvieron claro durante la anémica campaña que hicieron anterior al referéndum del año pasado. Bajo el ambiguo y lúgubre mando de Corbyn, un viejo soñador de la vieja izquierda, el tradicional partido de la izquierda británico está condenado al harakiri parlamentario.
La única noticia remotamente positiva para el laborismo es que su sector más pragmático, es decir, la gran mayoría de los diputados en Westminster, tendrá la oportunidad de elegir otro líder después del 8 de junio, uno—o una—capaz un día de presentar el partido al electorado como opción viable de gobierno.