M. Priede
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Y además alcohólico. Lo cual no impide que esa poderosa máquina de mentir que es la élite británica, engañe de nuevo a sus parias, a la que consideran carne de Magaluf. Hace unas semanas les han vendido como una victoria lo que fue un derrota estrepitosa, Dunquerque, y además con una generosidad por parte del vencedor, Alemania, que luego los ingleses pagaron bombardeando ciudades de retaguardia alemanas.
En la India hizo lo mismo que sus antepasados en Irlanda (blanquitos, Arrecipayo): cuando más hambre había, más alimentos sacaba del país. Existen documentos de políticos británicos aconsejando reducir la población de Irlanda. En India, como en Latinoamérica, o en España durante la 'ayuda' contra Napoleón, destruyeron todo el sistema productivo que encontraron a su paso; todo lo que les hacía competencia. Especialmente del sector textil y sobre todo armamento. Fusilaban con esmero a los artesanos fabricantes de armas personales, de secular tradición en España. Hasta el más humilde labriego tenía su arma de fuego, cosa impensable en otros países europeos, no digamos GB:
El lado feo del legado de Churchill
Pero, si 1940 fue la mejor hora de Churchill, también en su vida hubo incontables horas de ignominia y mendacidad, que su legión de admiradores aduladores han hecho todo lo posible para eludir a favor de la leyenda.
Winston Spencer Churchill, nacido en 1874, fue un vástago del privilegio de clase en una sociedad británica que sufrió el peso muerto de la aristocracia a finales del siglo XIX. Desde muy joven fue cautivado por la guerra y la vida militar, desarrollando un apego nietzscheano al conflicto como terreno de pruebas de las supuestas virtudes masculinas de coraje, honor y disciplina. Experimentó la guerra de cerca, cuando siendo un joven oficial del ejército vio el combate en la India, Sudán y en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Esto lo diferencia de los "líderes de guerra" británicos contemporáneos, como Tony Blair y David Cameron, que han enviado a las fuerzas militares británicas al combate con el objetivo de establecer su propio legado Churchilliano, resultando en un desastre.
El lado feo del legado de Churchill es, como se dice en el párrafo inicial, el racismo y el imperialismo que sustentaban su visión del mundo. Su creencia en la jerarquía racial se esbozó en el testimonio que dio a la Comisión Peel en 1937, que se estableció para investigar la rebelión árabe de 1936 contra la afluencia de colonos judíos europeos a Palestina con la connivencia de los británicos.
Cuando se le preguntó sobre los derechos de los pueblos indígenas en Palestina, Churchill se negó a aceptar que tuvieran alguno:"No admito, por ejemplo, que se haya hecho un gran mal a los indios gente de izquierdas de América o al pueblo oscuro de Australia. No admito que se ha hecho algo malo a estas personas por el hecho de que una raza más fuerte, una raza de mayor categoría, la raza más sabia del mundo, para ponerla de esa manera, ha entrado y tomado su lugar."
Años antes, como secretario de guerra de Gran Bretaña, Churchill había defendido el uso de armas químicas para aplastar la rebelión en India e Irak, escribiendo en un memorándum:"Estoy totalmente a favor de usar gas envenenado contra las tribus incivilizadas". También fue responsable del uso de armas químicas en Rusia en 1919 con el objetivo, junto con varias otras potencias imperialistas, de aplastar la Revolución Rusa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el desprecio de Churchill por los pueblos europeos no blancos quedó al descubierto con su culpabilidad en la muerte de tres millones de hombres, mujeres y niños en la hambruna de Bengala de 1943.
A pesar de la hambruna que se había extendido por esta provincia de la India, Churchill ordenó el desvío de alimentos desesperadamente necesitados de la India a Europa. El hecho de que las 70.000 toneladas de alimentos exportados por los británicos desde la India en los primeros siete meses de 1943 hubieran mantenido vivas a 400.000 personas durante un año es escalofriante. "repruebo a los indios", se dice que el primer ministro británico más venerado le dijo a uno de sus subordinados. "Son un pueblo bestial con una religión bestial."
Veneración y vilipendio en igual medida
La veneración concedida a Winston Churchill por su liderazgo de un país arrodillado tras el desastre militar de Dunkerque en 1940 debe sopesarse en el equilibrio contra su poco agradable racismo y su fanático imperialismo. Y aunque el desafío de Churchill a Hitler y su máquina de guerra nancy era importante, hay que señalar que la prioridad militar y estratégica de Hitler nunca había sido la guerra con Gran Bretaña.
Por el contrario, el dictador fascista era un admirador del imperio británico, que trató de emular en Europa del Este con la colonización y el saqueo de grandes extensiones de Rusia. Como escribe William L. Shirer en su obra histórica,' El Levantamiento y la Caída del Tercer Reich', después de la caída de Francia, convencido de que Gran Bretaña vería sentido y buscaría términos de paz, Hitler expresó "su admiración por el imperio británico y enfatizó la necesidad de su existencia". Todo lo que quería de Londres era una mano libre en el continente ".
La respuesta a la pregunta de quién era Winston Churchill nunca puede ser contestada en una película hecha con el propósito de reforzar la reverencia en la que se le tiene en Occidente. Nacido con la sangre de la aristocracia inglesa que corría por sus venas, era un hombre para quien el mundo estaba dividido entre los pueblos europeos blancos racial y culturalmente superiores y los europeos no blancos destinados a ocupar el papel de Helots de los últimos días.
Ivan Maisky, embajador soviético en Londres entre 1932 y 1943, captó las contradicciones que definían a Churchill, cuando en sus voluminosos diarios señaló:"¡Por toda su seriedad, Churchill es un hombre bastante divertido!".
¿Acaso el gran líder de la guerra o Churchill el racista e imperialista? La respuesta simple es que él era ambos.
Winston Churchill: Hero, racist, and imperialist
Pero, si 1940 fue la mejor hora de Churchill, también en su vida hubo incontables horas de ignominia y mendacidad, que su legión de admiradores aduladores han hecho todo lo posible para eludir a favor de la leyenda.
Winston Spencer Churchill, nacido en 1874, fue un vástago del privilegio de clase en una sociedad británica que sufrió el peso muerto de la aristocracia a finales del siglo XIX. Desde muy joven fue cautivado por la guerra y la vida militar, desarrollando un apego nietzscheano al conflicto como terreno de pruebas de las supuestas virtudes masculinas de coraje, honor y disciplina. Experimentó la guerra de cerca, cuando siendo un joven oficial del ejército vio el combate en la India, Sudán y en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Esto lo diferencia de los "líderes de guerra" británicos contemporáneos, como Tony Blair y David Cameron, que han enviado a las fuerzas militares británicas al combate con el objetivo de establecer su propio legado Churchilliano, resultando en un desastre.
El lado feo del legado de Churchill es, como se dice en el párrafo inicial, el racismo y el imperialismo que sustentaban su visión del mundo. Su creencia en la jerarquía racial se esbozó en el testimonio que dio a la Comisión Peel en 1937, que se estableció para investigar la rebelión árabe de 1936 contra la afluencia de colonos judíos europeos a Palestina con la connivencia de los británicos.
Cuando se le preguntó sobre los derechos de los pueblos indígenas en Palestina, Churchill se negó a aceptar que tuvieran alguno:"No admito, por ejemplo, que se haya hecho un gran mal a los indios gente de izquierdas de América o al pueblo oscuro de Australia. No admito que se ha hecho algo malo a estas personas por el hecho de que una raza más fuerte, una raza de mayor categoría, la raza más sabia del mundo, para ponerla de esa manera, ha entrado y tomado su lugar."
Años antes, como secretario de guerra de Gran Bretaña, Churchill había defendido el uso de armas químicas para aplastar la rebelión en India e Irak, escribiendo en un memorándum:"Estoy totalmente a favor de usar gas envenenado contra las tribus incivilizadas". También fue responsable del uso de armas químicas en Rusia en 1919 con el objetivo, junto con varias otras potencias imperialistas, de aplastar la Revolución Rusa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el desprecio de Churchill por los pueblos europeos no blancos quedó al descubierto con su culpabilidad en la muerte de tres millones de hombres, mujeres y niños en la hambruna de Bengala de 1943.
A pesar de la hambruna que se había extendido por esta provincia de la India, Churchill ordenó el desvío de alimentos desesperadamente necesitados de la India a Europa. El hecho de que las 70.000 toneladas de alimentos exportados por los británicos desde la India en los primeros siete meses de 1943 hubieran mantenido vivas a 400.000 personas durante un año es escalofriante. "repruebo a los indios", se dice que el primer ministro británico más venerado le dijo a uno de sus subordinados. "Son un pueblo bestial con una religión bestial."
Veneración y vilipendio en igual medida
La veneración concedida a Winston Churchill por su liderazgo de un país arrodillado tras el desastre militar de Dunkerque en 1940 debe sopesarse en el equilibrio contra su poco agradable racismo y su fanático imperialismo. Y aunque el desafío de Churchill a Hitler y su máquina de guerra nancy era importante, hay que señalar que la prioridad militar y estratégica de Hitler nunca había sido la guerra con Gran Bretaña.
Por el contrario, el dictador fascista era un admirador del imperio británico, que trató de emular en Europa del Este con la colonización y el saqueo de grandes extensiones de Rusia. Como escribe William L. Shirer en su obra histórica,' El Levantamiento y la Caída del Tercer Reich', después de la caída de Francia, convencido de que Gran Bretaña vería sentido y buscaría términos de paz, Hitler expresó "su admiración por el imperio británico y enfatizó la necesidad de su existencia". Todo lo que quería de Londres era una mano libre en el continente ".
La respuesta a la pregunta de quién era Winston Churchill nunca puede ser contestada en una película hecha con el propósito de reforzar la reverencia en la que se le tiene en Occidente. Nacido con la sangre de la aristocracia inglesa que corría por sus venas, era un hombre para quien el mundo estaba dividido entre los pueblos europeos blancos racial y culturalmente superiores y los europeos no blancos destinados a ocupar el papel de Helots de los últimos días.
Ivan Maisky, embajador soviético en Londres entre 1932 y 1943, captó las contradicciones que definían a Churchill, cuando en sus voluminosos diarios señaló:"¡Por toda su seriedad, Churchill es un hombre bastante divertido!".
¿Acaso el gran líder de la guerra o Churchill el racista e imperialista? La respuesta simple es que él era ambos.
Winston Churchill: Hero, racist, and imperialist
En la India hizo lo mismo que sus antepasados en Irlanda (blanquitos, Arrecipayo): cuando más hambre había, más alimentos sacaba del país. Existen documentos de políticos británicos aconsejando reducir la población de Irlanda. En India, como en Latinoamérica, o en España durante la 'ayuda' contra Napoleón, destruyeron todo el sistema productivo que encontraron a su paso; todo lo que les hacía competencia. Especialmente del sector textil y sobre todo armamento. Fusilaban con esmero a los artesanos fabricantes de armas personales, de secular tradición en España. Hasta el más humilde labriego tenía su arma de fuego, cosa impensable en otros países europeos, no digamos GB:
Churchill tiene tanta sangre en las manos como Hitler ", dice el autor.
El Dr. Tharoor, ex subsecretario general de la ONU, dijo que la culpa de la hambruna de Bengala recaía en Churchill. En 1943, hasta cuatro millones de bengalíes murieron de hambre cuando Churchill desvió alimentos a soldados británicos y a países como Grecia, mientras que una hambruna mortal azotó Bengala.
Barcos cargados de trigo llegaban de Australia atracando en Calcuta y Churchill les ordenó no desembarcar su cargamento, sino navegar hacia Europa ", añadió. Y cuando los funcionarios británicos, atormentados por la conciencia, escribieron al Primer Ministro en Londres señalando que sus políticas estaban causando una pérdida innecesaria de vidas, todo lo que podía hacer era escribir con indignación al margen del informe:"¿Por qué no ha muerto aún Gandhi?".
Hablando sobre la hambruna de Bengala en 1943, el Primer Ministro que llevó a Gran Bretaña a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, dijo:"repruebo a los indios. Son un pueblo bestial con una religión bestial. La hambruna era culpa suya por criarse como conejos ".
Los británicos sufren' amnesia histórica' por el imperio, dice el autor
El Dr. Tharoor, un ex ministro del gobierno indio, se levantó a una mayor prominencia después de su apasionado discurso en la Oxford Union en julio de 2015 se convirtió en viral. En su alocución, habló sobre el peaje económico que la regla británica tuvo sobre la India.
Dijo:"La participación de la India en la economía mundial cuando Gran Bretaña llegó a sus costas era del 23%. Para el momento en que los británicos se retiraron, la proporción había bajado a menos del cuatro por ciento. ¿Por qué? Simplemente porque la India había sido gobernada en beneficio de Gran Bretaña. El aumento de Gran Bretaña durante 200 años fue financiado por sus depredaciones en la India."
"De hecho, la revolución industrial británica se basó en la desindustrialización de la India."
El Dr. Tharoor recientemente ganó titulares por sugerir que los británicos sufren "amnesia histórica" por las atrocidades y saqueos cometidos por el imperio.
Traducción realizada con el traductor www.DeepL.com/Translator
Independent:
400 Bad Request
El Dr. Tharoor, ex subsecretario general de la ONU, dijo que la culpa de la hambruna de Bengala recaía en Churchill. En 1943, hasta cuatro millones de bengalíes murieron de hambre cuando Churchill desvió alimentos a soldados británicos y a países como Grecia, mientras que una hambruna mortal azotó Bengala.
Barcos cargados de trigo llegaban de Australia atracando en Calcuta y Churchill les ordenó no desembarcar su cargamento, sino navegar hacia Europa ", añadió. Y cuando los funcionarios británicos, atormentados por la conciencia, escribieron al Primer Ministro en Londres señalando que sus políticas estaban causando una pérdida innecesaria de vidas, todo lo que podía hacer era escribir con indignación al margen del informe:"¿Por qué no ha muerto aún Gandhi?".
Hablando sobre la hambruna de Bengala en 1943, el Primer Ministro que llevó a Gran Bretaña a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, dijo:"repruebo a los indios. Son un pueblo bestial con una religión bestial. La hambruna era culpa suya por criarse como conejos ".
Los británicos sufren' amnesia histórica' por el imperio, dice el autor
El Dr. Tharoor, un ex ministro del gobierno indio, se levantó a una mayor prominencia después de su apasionado discurso en la Oxford Union en julio de 2015 se convirtió en viral. En su alocución, habló sobre el peaje económico que la regla británica tuvo sobre la India.
Dijo:"La participación de la India en la economía mundial cuando Gran Bretaña llegó a sus costas era del 23%. Para el momento en que los británicos se retiraron, la proporción había bajado a menos del cuatro por ciento. ¿Por qué? Simplemente porque la India había sido gobernada en beneficio de Gran Bretaña. El aumento de Gran Bretaña durante 200 años fue financiado por sus depredaciones en la India."
"De hecho, la revolución industrial británica se basó en la desindustrialización de la India."
El Dr. Tharoor recientemente ganó titulares por sugerir que los británicos sufren "amnesia histórica" por las atrocidades y saqueos cometidos por el imperio.
Traducción realizada con el traductor www.DeepL.com/Translator
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