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✟ Católico converso ✟
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Con la llegada del Renacimiento, la Revolución Industrial y posteriormente la Revolución Francesa se fue todo a tomar por el trastero.
En la Edad Media, el campesino promedio trabajaba mucho menos de lo que se ha trabajado desde entonces. Si eras tío, lo normal es que salieses al campo, hicieses tus horitas de trabajo como autónomo, y regresaras a casa con los tuyos. Si eras mujer, lo normal es que te hicieras cargo de las tareas menos pesadas. Si eras hombre, en invierno no solías trabajar, como mucho limitándote a arreglar las herramientas para usar una vez la tierra lo permitiera. Si te metías a cura, te esperaba un mundo de descubrir misterio tras misterio y de vivir del cuento.
Existían multitud de festivales a los que acudir, lo cual sugiere que el tiempo libre de los campesinos era muy abundante. La gente vivía unida, en comunidad. Te emborrachabas, cantabas y amabas sin jamás plantearte que este mundo es una hez, porque creías en Dios. Estabas en contacto con la muerte y la enfermedad, era normal. Agradecías la buena suerte y pensabas en esa eternidad tras la muerte como una bendición.
Si no te gustaba lo que había, podías huir y vivir en cualquier bosque espeso, fuera del control de los señores feudales. No estabas hipervigilado, nada estaba hiperregulado. Si alguien te ofendía, podías matarlo y que la justicia te diera la razón, porque no existían esas normas que ahora en teoría te protegen pero en la práctica juegan en contra tuya.
Todo era más puro. El campesinado creía en leyendas, dragones y todas esas cosas. Luego vino la burguesía a tocar los narices y esclavizó a la población con un palo y una zanahoria. Y así seguimos.
La Edad Media manda, y quien diga que ahora estamos mejor porque tenemos tecnología, derechos humanos, medicinas, policía, instituciones estatales o corporaciones, no tiene ni idea.
En la Edad Media, el campesino promedio trabajaba mucho menos de lo que se ha trabajado desde entonces. Si eras tío, lo normal es que salieses al campo, hicieses tus horitas de trabajo como autónomo, y regresaras a casa con los tuyos. Si eras mujer, lo normal es que te hicieras cargo de las tareas menos pesadas. Si eras hombre, en invierno no solías trabajar, como mucho limitándote a arreglar las herramientas para usar una vez la tierra lo permitiera. Si te metías a cura, te esperaba un mundo de descubrir misterio tras misterio y de vivir del cuento.
Existían multitud de festivales a los que acudir, lo cual sugiere que el tiempo libre de los campesinos era muy abundante. La gente vivía unida, en comunidad. Te emborrachabas, cantabas y amabas sin jamás plantearte que este mundo es una hez, porque creías en Dios. Estabas en contacto con la muerte y la enfermedad, era normal. Agradecías la buena suerte y pensabas en esa eternidad tras la muerte como una bendición.
Si no te gustaba lo que había, podías huir y vivir en cualquier bosque espeso, fuera del control de los señores feudales. No estabas hipervigilado, nada estaba hiperregulado. Si alguien te ofendía, podías matarlo y que la justicia te diera la razón, porque no existían esas normas que ahora en teoría te protegen pero en la práctica juegan en contra tuya.
Todo era más puro. El campesinado creía en leyendas, dragones y todas esas cosas. Luego vino la burguesía a tocar los narices y esclavizó a la población con un palo y una zanahoria. Y así seguimos.
La Edad Media manda, y quien diga que ahora estamos mejor porque tenemos tecnología, derechos humanos, medicinas, policía, instituciones estatales o corporaciones, no tiene ni idea.
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