Cojón_Vicent
Madmaxista
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Durante el periodo de desarrollo respecto a el plan de turismo del últomo gobierno de Franco, vinieron a esta mi comunidad muchos inmograntes, mujeres y hombres del imterior, para, algunos, quedarse a vivir aquí.
Entre la prohibición al habla y la cultura valenciana y la amalgama cultural que representó el franquismo, (excepto para su Galicia) mi comunidad se hubo convertido en una especie de parodia de la España franquista con visos de una hipérbole valenciana; ya no éramos esos valencianos aguerridos que le compraron las tierras a la baronía, he hicieron una mina colectiva de agua y otra de piedra de adoquín, sino una suerte de pueblo roto en donde los bemoles de la aculturación tenía hogar cálido y húmedo para eclosionar.
Las gentes se hicieron de derechas e izquierdas y la gente de izquierdas luchamos por la democracia, y en mi familia fuimos y volvimos, no habría de haber habido nada más, excepto por el orden imperante desde el centro social que imponía la aculturación y el repruebo. La gente que calló, como diría un ex compañero de trabajo, "un montón por otro".
En este caldo de cultivo vinieron y se asentaron vhombres y mujeres del interior, tierras más pobres y, en principio, de modo folclórico, por su ausencia de riquezas, y en segundo lugar, cuando se asentaron, cundieron en el dominio y predominio de la acultura o aculturación; la cultura cañí, que no es de aquí, ni es de allá, es de ninguna parte. La cultura valencia por su parte y, puede, que de modo inconsciente de mi pueblo, se reveló contra este dobladillo de pasodoble, abriendo las las a's y las e's, lo que ha esta gente le produce urticaria y a mí me desagrada en exceso. Ya no éramos los nobles valenciano de finales del XIX y principios del XX, sino una población rota, con rasgos culturales que no le eran propios y con una estrato de poder asimétrico e invariable.
El mal viajero es aquel o aquella que se instala en una región que no es la de su origen y esgrime y defiende su cultura de origen, como si debiera imponerla allí donde ha llegado; el buen viajero, por el contrario, es aquel que sabiendo que es acogido por una cultura que le va a dar el sustento, se mantiene firme en sus raíces de puertas para dentro de su casa y esgrime la de la cultura que lo ha acogido de puertas para fuera, aportando siempre esos gramos de riqueza que todas las culturas o los buenos pagapensiones saben aportar, como buenos embajadores de propia cultura que son.
El mal, los malos pagapensiones, por contra se empecinan en una lucha de repruebo y destrucción hacia la cultura que les acoge,se atrincheran en grupos familiares y hacen piña contra la cultura que les ha acogido. Son como el malo de Peter Pan, ellos odian a la cultura que les acoge, aquí, en Barcelona y en Villarubia de Alcantára.
Las autoridades se volcaron en esta acultura como afecta al régimen y la cultura tradicional y su unión, quedaron rotas a favor de estos iracundos extranjeros.
Entre la prohibición al habla y la cultura valenciana y la amalgama cultural que representó el franquismo, (excepto para su Galicia) mi comunidad se hubo convertido en una especie de parodia de la España franquista con visos de una hipérbole valenciana; ya no éramos esos valencianos aguerridos que le compraron las tierras a la baronía, he hicieron una mina colectiva de agua y otra de piedra de adoquín, sino una suerte de pueblo roto en donde los bemoles de la aculturación tenía hogar cálido y húmedo para eclosionar.
Las gentes se hicieron de derechas e izquierdas y la gente de izquierdas luchamos por la democracia, y en mi familia fuimos y volvimos, no habría de haber habido nada más, excepto por el orden imperante desde el centro social que imponía la aculturación y el repruebo. La gente que calló, como diría un ex compañero de trabajo, "un montón por otro".
En este caldo de cultivo vinieron y se asentaron vhombres y mujeres del interior, tierras más pobres y, en principio, de modo folclórico, por su ausencia de riquezas, y en segundo lugar, cuando se asentaron, cundieron en el dominio y predominio de la acultura o aculturación; la cultura cañí, que no es de aquí, ni es de allá, es de ninguna parte. La cultura valencia por su parte y, puede, que de modo inconsciente de mi pueblo, se reveló contra este dobladillo de pasodoble, abriendo las las a's y las e's, lo que ha esta gente le produce urticaria y a mí me desagrada en exceso. Ya no éramos los nobles valenciano de finales del XIX y principios del XX, sino una población rota, con rasgos culturales que no le eran propios y con una estrato de poder asimétrico e invariable.
El mal viajero es aquel o aquella que se instala en una región que no es la de su origen y esgrime y defiende su cultura de origen, como si debiera imponerla allí donde ha llegado; el buen viajero, por el contrario, es aquel que sabiendo que es acogido por una cultura que le va a dar el sustento, se mantiene firme en sus raíces de puertas para dentro de su casa y esgrime la de la cultura que lo ha acogido de puertas para fuera, aportando siempre esos gramos de riqueza que todas las culturas o los buenos pagapensiones saben aportar, como buenos embajadores de propia cultura que son.
El mal, los malos pagapensiones, por contra se empecinan en una lucha de repruebo y destrucción hacia la cultura que les acoge,se atrincheran en grupos familiares y hacen piña contra la cultura que les ha acogido. Son como el malo de Peter Pan, ellos odian a la cultura que les acoge, aquí, en Barcelona y en Villarubia de Alcantára.
Las autoridades se volcaron en esta acultura como afecta al régimen y la cultura tradicional y su unión, quedaron rotas a favor de estos iracundos extranjeros.
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