el violador de mentes
Madmaxista
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El objetivo de Torra es proclamar la independencia dejando fuera a Esquerra, más abierta a una distensión con el Estado.
Para ello está incendiando todo lo posible (liderando un conato de grupo terrorista), creando un Maidán en Barcelona.
Los daños causados a Barcelona y Cataluña son gigantescos; la paralización de las infraestructuras de transporte, el daño al turismo, a la convivencia, es una brecha diseñada para soltar amarras, para llevar su revolución a una lógica conclusión. Esta estrategia torrana no atiende a la posibilidad de volver al status quo.
La patronal catalana está horrorizada, Esquerra republicana también, y están pidiendo elecciones para expulsar a ese loco de la Generalidad.
Por eso la estrategia de Torra es incendiar al máximo la situación, para llegar a un punto de convivencia insostenible, para dar el salto; proclamar la independencia en medio del maidán barcelonés. De este modo daría un golpe de Estado dentro del independentismo, liderando la facción más radical, dejando fuera de la ecuación a los más moderados.
Apoyado en esa facción del independentismo, Torra tiene libertad para promover acciones violentas y de provocación, llevando al Estado al punto de tener que usar la fuerza bruta. Es en ese momento de vértigo, cuando Torra espera, a través de hechos consumados, obtener respaldo internacional para forzar al estado a una negociación, de modo que el Estado tenga que aceptar, al fin y al cabo, que la situación de independencia de facto es irreversible.
Primero el VAticano, y después varios países hispanoamericanos (Cuba, Venezuela), reconocerían la independencia de Cataluña, y después otros países, hasta alcanzar el pleno reconocimiento internacional.
Es una estrategia coherente, aunque, claro, puede desembocar en una guerra civil, o peor, en un conflicto étnico con millones de muertos.
Para ello está incendiando todo lo posible (liderando un conato de grupo terrorista), creando un Maidán en Barcelona.
Los daños causados a Barcelona y Cataluña son gigantescos; la paralización de las infraestructuras de transporte, el daño al turismo, a la convivencia, es una brecha diseñada para soltar amarras, para llevar su revolución a una lógica conclusión. Esta estrategia torrana no atiende a la posibilidad de volver al status quo.
La patronal catalana está horrorizada, Esquerra republicana también, y están pidiendo elecciones para expulsar a ese loco de la Generalidad.
Por eso la estrategia de Torra es incendiar al máximo la situación, para llegar a un punto de convivencia insostenible, para dar el salto; proclamar la independencia en medio del maidán barcelonés. De este modo daría un golpe de Estado dentro del independentismo, liderando la facción más radical, dejando fuera de la ecuación a los más moderados.
Apoyado en esa facción del independentismo, Torra tiene libertad para promover acciones violentas y de provocación, llevando al Estado al punto de tener que usar la fuerza bruta. Es en ese momento de vértigo, cuando Torra espera, a través de hechos consumados, obtener respaldo internacional para forzar al estado a una negociación, de modo que el Estado tenga que aceptar, al fin y al cabo, que la situación de independencia de facto es irreversible.
Primero el VAticano, y después varios países hispanoamericanos (Cuba, Venezuela), reconocerían la independencia de Cataluña, y después otros países, hasta alcanzar el pleno reconocimiento internacional.
Es una estrategia coherente, aunque, claro, puede desembocar en una guerra civil, o peor, en un conflicto étnico con millones de muertos.