El Gobierno frente a la realidad

MonteKarmelo

Madmaxista
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Editorial del diario negocio de mañana miercoles:
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El Gobierno frente a la realidad
Desde que comenzó el año, el Gobierno se encuentra instalado en un triunfalismo sobre la marcha de la economía del que Zapatero hace gala a la menor ocasión que se le presenta. Estamos en vísperas de elecciones y el presidente quiere tratar de vender la idea de que con los socialistas en el poder la economía no solo goza de buena salud sino que, además, esta es mejor que cuando el Partido Popular se sentaba en el banco azul del Congreso. Tanto en el Informe Económico de la Presidencia del Gobierno, como en su discurso durante el debate sobre el estado de la Nación como, sin ir más lejos, el pasado fin de semana en la cuenca minera leonesa, el actual inquilino de La Moncloa exhibe con orgullo un cuadro de cifras macroeconómicas que califica, sin ningún empacho, como el mejor de entre todos los miembros de la UE. Ayer, las cifras del paro que dio a conocer el Servicio Público de Empleo empezaron a poner los puntos sobre las íes. Tradicionalmente, el paro sube en agosto, pero este año se ha incrementado el doble que el anterior y ha colocado la cifra de personas en busca de trabajo por encima de la barrera psicológica de los dos millones, cuando el objetivo del Gobierno para el cierre del ejercicio era de 1.740.000 efectivos, hoy por hoy difícil de alcanzar teniendo en cuenta que, por el carácter estacional del mercado de trabajo, el desempleo volverá a aumentar, muy probablemente, a lo largo del otoño.
El parón de la construcción
Si la distancia que media entre la previsión del Gobierno, la cifra de agosto y aquella otra con la que puede concluir el ejercicio ya es preocupante de por sí, porque pone de manifiesto que los tiempos de vacas obesas podrían estar llegando a su fin, cuando se analiza la composición del paro las cosas son mucho más inquietantes. Casi la mitad de los parados generados en agosto corresponden al sector de la construcción, que ha sido durante los últimos años el verdadero motor del crecimiento económico y de la creación de empleo, hasta el punto de que el 34% de los puestos de trabajo generados en nuestro país se han debido al fuerte dinamismo que ha venido presentando esta rama de la actividad productiva. Pero el fuelle se agota. La subida de los tipos de interés de las hipotecas y la drástica reducción de los fondos que venía percibiendo España de la Unión Europea ya venían frenando la actividad constructora, tanto en su vertiente de obra civil como en la edificiación residencial, tal y como venían mostrando indicadores como el consumo aparente de cemento o la demanda de créditos hipotecarios. En consecuencia, el parón del sector empieza a trasladarse al empleo y como siempre llueve sobre mojado, ahora hay que esperar a ver las consecuencias de la crisis de las hipotecas ‘subprime’ que, aunque todavía nadie se ha atrevido a cuantificar, tanto el Fondo Monetario Internacional como la Comisión Europea ya están advirtiendo que va a tener un impacto negativo sobre el crecimiento económico y el empleo.

¿Qué respuesta está dando el Gobierno a esta situación, que se ensombrece aún más cuando se observa cómo mes tras mes la confianza del consumidor cae a medida que suben los tipos de interés? Lo que está ocurriendo en la economía española, aunque Zapatero no hable de ello, ya se veía venir desde lejos. El modelo de crecimiento basado en el consumo y la construcción iba a agotarse a lo largo de la presente legislatura, lo que exigía nuevas reformas estructurales que dieran continuidad al proceso de crecimiento económico y creación de empleo. Sin embargo, en los últimos cuatro años, las reformas han brillado por su ausencia y el Ejecutivo socialista se ha dedicado a vivir de las rentas de los ocho años de trabajo del PP sobre la economía. Ahora, cuando la realidad empieza a demostrar que es tozuda, la economía española no está preparada para afrontar el parón de la construcción ni las nuevas coordenadas a que puede dar lugar el endurecimiento del crédito derivado de la crisis de las ‘subprime’ con sus consecuencias sobre el empleo.
Este contexto exige medidas decididas, efectivas y que transmitan confianza. Por desgracia, el Gobierno, en vez de articular un plan de política económica en esta línea, ha optado por tirar de la chequera. La primera respuesta a la desaceleración ha sido duplicar la tasa de crecimiento del consumo de las Administraciones Públicas. La segunda, medidas de naturaleza electoralista como el ‘cheque baby’, la subida de las pensiones o la posibilidad de desgravar los alquileres en el IRPF. En el mejor de los casos, estos son parches para una situación que necesita de un cambio en profundidad; en el peor, sentar las bases para el deterioro de las cuentas públicas y, en seguida, el de los fundamentales macroeconómicos. Por ello, el Gobierno debería dar un giro de ciento ochenta grados a su política o, en su defecto, el PP articular un discurso económico que promueva ese cambio mediante la única forma que tienen los ciudanos de expresar su opinión sobre el Gobierno. La economía española necesita un cambio urgente y la tibieza es la peor vía para afrontarlo.
 
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