Marlo decía:
Ayer me comentaban a mi el caso de unos que andan con un cabreo como un mono. Razón: Compran un chalete por Aranjuez (ya en Castilla la Mancha) hace dos años. Pretenden venderlo para venirse un poco más cerca (curran en Madrid) y el banco se lo tasa por menos que en el momento de la compra. Se hacen cruces y se sienten estafados, ju, ju, ju...
Y la verdad es que, si no son especuladores, no llego a entender porqué la gente es tan estulta de cabrearse por el valor nominal de algo, cuando lo importante es si conserva el valor de cambio.
Me explico: como experimentado argentino que soy, y con unos cuantos añitos a cuestas, comprenderán que si hay algo que conozco es de mercados inestables. Y bien, nada de eso impidió que tanto cuando vivía con mis padres como luego de independizarme, hicieramos varias compra-ventas de inmuebles (mudanzas por razones varias, no se trataba de hacer negocio).
Para que se den una idea: el valor de una de mis casas osciló -durante los ocho años que viví allí- en una relación de 1:2,5, tanto al alza como a la baja.
¿Eso supuso algún problema a la hora de comprar o vender? Ninguno (más allá de la necesidad de concretar sobre firme el traspaso). ¿Y porqué? Por varias razones: en principio, la ratio de endeudamiento nunca superó el 30-35% del valor de la vivienda. En segundo lugar, porque más allá de los valores nominales -y salvo en los momentos de mayor turbulencia- el valor relativo de las propiedades se mantenía: si la mía bajaba, pues el resto también.
Conclusión: los precios bajos son convenientes para todos, porque el mercado es mucho más dinámico: todos pueden permitirse cambiar o invertir sin morir en el intento, y la diferencia nominal al dar un salto hacia arriba es menor en relación a los ingresos. Siempre concreté las operaciones en momentos de baja, porque saltar a algo mejor significaba menos diferencia económica absoluta. Y nunca perdí en las transacciones.
La verdad es que no entiendo la mentalidad siemprealcista del pepitismo español: con salarios prácticamente invariables en años, les parece super-guay que una vivienda que antes podían comprar con 5 años de salario (por poner un ejemplo) ahora les cueste 15: si esto no es surrealismo, que venga Paul Eluard a explicarme. En cualquier país del mundo, el aumento de la calidad de vida es proporcional a un menor esfuerzo relativo para adquirir bienes, entre otras cosas. Aquí parece que funciona al revés: mientras más caro e inaccesible es un bien, parece que es maravilloso.
No sé, es como si es como si se jactaran que un coche que en cualquier lugar del mundo cuesta 10.000 euros, aquí costara 40.000; con lo que pasar a uno mejor, digamos de 15.000, que a cualquiera le cuesta 5.000 de diferencia, aquí costara 20.000, y con los mismos salarios que en el otro lugar.
No sé, pero en Argentina la gente siempre tuvo claro que un país desarrollado significaba menos esfuerzo para conseguir un bien equivalente, pero aquí parece que se han inventado una teoría del valor revolucionaria inversa.
En fin, que igual vivo aquí desde hace unos años, así que también me toca padecer la fiestita. A disfrutar.