El agujero que queda en una ciudad cuando El Corte Inglés la abandona

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La cadena de almacenes cerrará en unas semanas su centro de Linares y transformará en 'outlets' otros como el de Guadalajara. Tras décadas de expansión, empiezan a verse señales de contracción.

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No suelen verse en El Corte Inglés estanterías vacías, lineales sin reponer o el hueco de un televisor que fue vendido hace días y que nadie ha reemplazado en la sección de Electrónica. La cadena de almacenes ha cimentado su reputación en el cuidado de este tipo de detalles, pero en su centro de Linares, que se clausurará el mes que viene, la orden es ya no reponer. Aunque el cierre ha sido calificado como “temporal”, pocos en el pueblo creen que vayan a abrir otra vez. Se especula con que pueda transformarse en un centro de logística o en otro tipo de establecimiento que contribuya a aliviar el doloroso declive de una de las ciudades con más desempleo de España.

En Guadalajara, la marca ya ha bajado la persiana y se está aprovechando el cierre decretado por el el bichito para hacer obras dentro. Cuando acaben, desaparecerá el cartel que lleva más de 13 años ahí colgado y se sustituirá por otro donde diga 'Outlet'. Las tiendas del grupo Inditex también han dicho que se van. Fuentes de El Corte Inglés insisten en que se mantendrá la actividad y se dejará abierto el Hipercor de la planta baja. "No es un cierre, es una transformación", repiten. Pero lo cierto es que no volverá a ser como hasta ahora: una versión en miniatura de los míticos almacenes, un lugar que trasladaba a los clientes a Callao o Princesa sin salir de su ciudad.


En Guadalajara, la marca ya ha bajado la persiana y se está aprovechando el cierre decretado por el el bichito para hacer obras dentro. Cuando acaben, desaparecerá el cartel que lleva más de 13 años ahí colgado y se sustituirá por otro donde diga 'Outlet'. Las tiendas del grupo Inditex también han dicho que se van. Fuentes de El Corte Inglés insisten en que se mantendrá la actividad y se dejará abierto el Hipercor de la planta baja. "No es un cierre, es una transformación", repiten. Pero lo cierto es que no volverá a ser como hasta ahora: una versión en miniatura de los míticos almacenes, un lugar que trasladaba a los clientes a Callao o Princesa sin salir de su ciudad.

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La entrada de El Corte Inglés de Guadalajara ya ha cerrado sus puertas. (A. V.)

Los cierres o 'transformaciones' de Linares y Guadalajara no son escenas anecdóticas. En enero de 2020, El Confidencial avanzó los planes de El Corte Inglés para cerrar, vender o transformar una cuarta parte de su centenar de centros. Aunque la empresa negó en su momento que centros como el de Linares fueran a sufrir cambio alguno, el golpe económico que ha supuesto la esa época en el 2020 de la que yo le hablo para el ‘retail’ ha acelerado el proceso de contracción de una compañía que durante décadas se había caracterizado por no dar jamás un paso atrás.

Para muchas de estas ciudades, la llegada del gigante fundado por Ramón Areces y César Rodríguez en 1940 supuso una inyección económica y de prestigio, pero al mismo tiempo una amenaza para el pequeño comercio, una revolución para el ocio de la ciudad y un lugar de encuentro para los vecinos, que empezaron a quedar frente a El Corte Inglés. Decenas de negocios se establecieron en los espacios habilitados dentro de los grandes centros comerciales, o en las calles que rodeaban los almacenes, que de repente se revalorizaron.

En los últimos 20 años, capitales de provincia y pueblos grandes le pusieron a El Corte Inglés una alfombra roja, ampliaron avenidas o construyeron plazas frente a sus puertas. Ahora, con el cierre o reestructuración, se pueden ver obligadas a reinventarse otra vez. Si los cierres se suceden —algo que desde la empresa niegan, asegurando que no hay más cambios previstos—, quedarán las cicatrices de cemento y los enormes bloques de hormigón vacíos.

Una nueva ciudad al otro lado de la A-2

"El imperio del presidente del Real Madrid desarrollará la nueva Guadalajara (...) Una nueva ciudad se alzará al otro lado de la autovía de Aragón. Terrenos ahora ocupados por olivos y matorrales constituyen un estratégico emplazamiento para la instalación de centros comerciales, hoteles y edificios de oficinas". En noviembre de 2000, el semanario 'Decano de Guadalajara' arrancaba así una gran exclusiva. Florentino Pérez llegaba para urbanizar un desarrollo urbanístico al otro lado de la autopista, cumpliendo uno de los grandes sueños de todos los alcaldes: romper el mayor dique urbanístico de la ciudad.


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La portada de 'El Decano' anunciando el proyecto de ACS en Guadalajara.

Siete años después, el 21 de noviembre de 2007, Ignacio Bayón, presidente de Realia, e Isidoro Álvarez, de El Corte Inglés, inauguraban junto al alcalde, Antonio Román (PP), el centro comercial más grande de Castilla-La Mancha: 70.000 metros cuadrados con un aparcamiento gigantesco, 14 salas de cine, un Hipercor y espacio para decenas de tiendas y negocios. Javier Delgado, arquitecto municipal en aquellos años, hoy jubilado, recuerda que los almacenes estuvieron buscando un hueco en el que instalarse en el centro comercial durante años, en el triángulo entre la calle Mayor, la Virgen de la Soledad y la Virgen de la Antigua. "Había mucha resistencia del pequeño comercio y no encontraban un espacio lo suficientemente grande, así que el terreno nuevo al otro lado de la autopista era perfecto para ellos".

"Teníamos las dos cosas que hacen falta para ser una ciudad respetable: un Corte Inglés y un equipo en Segunda"

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Óscar Cuevas, veterano periodista de la capital, recuerda el impacto que tuvo aquello. "Suponía un cambio radical, la ciudad se sentía orgullosa porque subíamos a Segunda División, se perdía un poco ese complejo provinciano… Ya teníamos una de las dos cosas que se necesitan en España para ser una ciudad respetable. Solo quedaba el equipo en Segunda, que eso llegó después, aunque también fue breve. Lo recuerdo como una revolución".Acudiendo a un tren que, pensaban, solo pasaría una vez, algunos comercios se trasladaron desde el centro, aceptando alquileres más altos que los de sus antiguos locales y horarios difíciles de cumplir para empresas familiares con muy pocos empleados. "Muchos se interesaron por las condiciones, pero eran tan leoninas que al final casi todos los negocios que se trasladaron eran franquicias". Pero excepto los pequeños comerciantes, todo el mundo lo vivió como una buena noticia y hasta tres alcaldes (dos del PP y uno del PSOE) trabajaron con el objetivo declarado de atraer cientos de puestos de trabajo y nuevos servicios a la ciudad.

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Aquí no iba a venir El Corte Inglés

Nada más anunciarse el cierre de El Corte Inglés de Linares, se organizaron protestas lideradas por algunos trabajadores. Al ver a los manifestantes a cierta distancia, Juan Fernández no puedo evitar que se le formara un nudo en la garganta y se le saltaran "muchas lágrimas, no me duelen prendas en reconocerlo". Fernández fue el alcalde que trajo los grandes almacenes a la ciudad, un logro que los linarenses le agradecieron manteniéndole durante 20 años en el cargo.

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"Que se vaya no es culpa del ayuntamiento, pero sí fue culpa nuestra que llegara, porque aquí no iba a venir El Corte Inglés", explica a El Confidencial el exalcalde, hoy concejal con el partido Linares Primero tras haber sido expulsado del PSOE en 2018: según él, por criticar a Susana Díaz; según su antiguo partido, por irregularidades varias.Lo que había antes en aquel solar era la antigua fábrica de harina Marín Palomares. En plena burbuja inmobiliaria, los terrenos industriales de la harinera se recalificaron como urbanizables y el constructor Luis Portillo —cuyo súbito auge hasta la lista 'Forbes' y posterior caída se convirtió en un icono de la burbuja inmobiliaria— se hizo de oro con la jugada. La oposición formada por PP e IU puso el grito en el cielo con el ‘pelotazo urbanístico’, pero Fernández defiende la gestión que hicieron entonces, que trajo a Linares un Corte Inglés y al ayuntamiento una contraprestación de 200 millones de pesetas. "Por un solo voto salió adelante", recuerda Fernández con un sentimiento heroico.Luis Portillo tuvo un papel destacado en que El Corte Inglés llegara a LinaresEn una reunión, Portillo le comentó que había colaborado con El Corte Inglés en alguna ocasión y el alcalde quiso explorar aquella posibilidad. Poco después, llegaría a la ciudad un hombre de casi dos metros y al que Fernández recuerda con una presencia y trato impecables. Se trataba de Ángel Barutell, por entonces director de Expansión Comercial, una figura clave en el organigrama de El Corte Inglés desde 1966, portavoz y una de las personas de más confianza de Isidoro Álvarez. "Él era quien decidía todo sobre la planificación y nos dijo que se estaban planteando abrir determinados centros en ciudades que no fueran capitales de provincia, sino zonas con dominancia poblacional importante y una densidad de población suficiente como para que fuera rentable", explica Fernández. "Hay que reconocer que les metí 30 o 40.000 habitantes más de los que habría en la zona".El Corte Inglés cambió el pulso al centro de Linares

El exalcalde revela que el propio Isidoro Álvarez llegó a visitar de incógnito la ciudad. "El caimán, como le decían, era una persona de la vieja escuela y le gustaba ver las cosas, llegó, vio dónde estaba situado, se tomó un café en frente y dio el visto bueno él mismo, no delegó en nadie", dice Fernández, que rememora con precisión el día de la inauguración, hasta el punto de recordar la marca de tabaco que fumaba el mandamás de los grandes almacenes. "Bisonte".

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El 27 de noviembre de 2002, abrió sus puertas El Corte Inglés de Linares. "Más o menos por esas fechas comenzaron a escucharse en la ciudad los primeros rumores de que iba a cerrar", dice con sorna uno de los trabajadores a El Confidencial en uno de sus últimos días como empleado en este centro. "Siempre se oían esas cosas, pero la verdad es que cuando lo anunciaron, aquí no nos lo esperábamos".

Lo que se pierde: no solo empleos

Para este trabajador y sus 230 compañeros, se avecinan tiempos convulsos. Los sindicatos ya han deslizado que unos 70 de ellos serán reubicados en Jaén, a 45 kilómetros. "También tienes que tener suerte y que haya hueco en el departamento que tú buscas", comenta. Algunos de sus compañeros, aquellos más jóvenes o sin ataduras, ya han escogido destino y harán las maletas hacia Málaga o Granada, pero él tiene a su mujer trabajando en Linares ciudad y una hija adolescente en el instituto. No hay opción buena.

Por su parte, en Guadalajara, la empresa ha asegurado que recolocará a todos los empleados y están entrevistando ya a algunos para iniciar el proceso. Hay quien teme ser trasladado a Madrid, a 60 kilómetros de su casa. En cualquier caso y a la espera de los detalles definitivos, el proceso no ha generado mayor conflictividad.

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Del Arco, frente a El Corte Inglés de Linares. (A. V.)

Del Arco, frente a El Corte Inglés de Linares. (A. V.)

En la ciudad jiennense, a Antonio del Arco sus vecinos le apodan 'el mejor concejal de Linares', ya que basta con que denuncie un socavón o el mal estado de una calle en su Facebook particular —un selecto club de información local que tiene ya copados los 5.000 amigos que permite la red social y mantiene a unos 800 vecinos en lista de espera— para que el consistorio se esfuerce por repararlo lo antes posible. "Me han dedicado dos o tres coplillas en los carnavales", dice este antiguo encargado comercial, hoy jubilado, que hace 20 años experimentó de primera mano lo que supuso para la ciudad el aterrizaje de aquel mastodonte de cuatro plantas frente al ayuntamiento.

Al llegar a la ciudad, los 'ojeadores' de El Corte Inglés fueron fichando en las tiendas del pueblo. Buscaban un perfil muy concreto: vendedores de mediana edad y buena presencia, con experiencia pero no demasiada, dinámicos pero no imberbes. "Dejaron el comercio de Linares tiritando de gente, pero tuvo algo bueno, porque de repente entraron a trabajar muchos jóvenes en su lugar", recuerda Del Arco. En Guadalajara, ocurrió algo parecido. Muchos de los mejores dependientes de los comercios tradicionales, caras conocidas por muchos y con tirón entre los clientes, se trasladaron al Corte Inglés. "Algunos empleados se lo tomaron tan en serio que llamaron por teléfono a los clientes de toda la vida para invitarles a visitarlos a su nuevo trabajo. Los comerciantes estábamos cabreadísimos", recuerda la propietaria de una pequeña tienda que cerró pocos años después.

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Pronto, los comerciantes de Linares empezaron a desenvolverse en el nuevo escenario. El Corte Inglés tenía dos cosas muy positivas para ellos: provocaba que toda la gente de los pueblos de alrededor —más de 100.000 personas a unos minutos en coche— fuera allí a comprar, particularmente en fines de semana y festividades como Navidad o Reyes. Además, como solía ser bastante más caro que el comercio tradicional, estas tiendas acababan por captar a muchos de los clientes que salían rebotados del centro comercial en busca de una segunda opinión. "Como se suele decir, nunca vas a emborracharte en la primera taberna", resume Del Arco.

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Incluso en la milla de oro, el pasaje comercial de Linares, los negocios cerrados se repiten (A. V.)

Incluso en la milla de oro, el pasaje comercial de Linares, los negocios cerrados se repiten (A. V.)

No cabe duda de que, en 2021, este comercio local está languideciendo. Muchas tiendas han colocado esquelas en los escaparates que rezan "Linares ha muerto", y la verdadera enfermedad no ha sido El Corte Inglés. Más bien una progresiva sustitución de negocios tradicionales por franquicias, mucho más volubles ante una dificultad económica y que no dudan en plegar velas cuando los números no acompañan. No es casualidad que, junto a muchas de estas franquicias cerradas en el centro tradicional de la ciudad, las únicas tiendas que siguen en pie (aunque tambaleándose) sean negocios familiares que rondan el siglo, como Tejidos y Confecciones Mantas o Ferretería La Campana.

"Los comercios no queríamos que El Corte Inglés viniera y ahora no queremos que se vaya", dice Mina Rull, dueña de la pastelería Excelsior, ubicada justo en la acera de enfrente y que abrió tres años antes que el centro comercial.

"Los comercios no queríamos que El Corte Inglés viniera y ahora no queremos que se vaya"

La ubicación de un Corte Inglés en Linares parecía una buena idea en 2002, cuando la ciudad aún disfrutaba de una industria potente liderada por la fábrica de Santana Motor, responsable de varios miles de empleos directos e indirectos. Pero desde su cierre de operaciones en 2011, Linares se ha quedado sin una locomotora que nutra todo ese sector servicios. "Actualmente, la empresa que más personas tiene en la ciudad puede ser la Universidad de Jaén, con unas 200", dice el ingeniero de minas Rafael Parra, precisamente la primera gran industria que tuvo la ciudad. "Más allá de eso, quizá la empresa que fabrica torres para aerogeneradores, pero el número de empleados varía mucho en función de la producción". Del Arco es mucho más explícito: “La empresa más grande que hay ahora mismo en Linares es el paro”.

En Guadalajara, la ilusión duró poco más de un año. Pronto se vino abajo el castillo de naipes levantado en los años de la burbuja, con proyecciones demográficas y económicas que nunca se hicieron realidad. Si el centro comercial Ferial Plaza abrió en noviembre de 2007, en septiembre de 2008 quebraba Lehman Brothers. El ayuntamiento logró que El Corte Inglés cofinanciase las obras, los puentes elevados sobre la nacional, para hacerlo accesible desde diferentes puntos por coche y a pie. Aparecieron algunos restaurantes en la zona y entre mayo de 2008 y octubre de 2009 se levantó 'el rascacielos', una torre de 12 plantas destinada a albergar las oficinas de Caja de Guadalajara y a sus más de 300 empleados, que abandonaron la sede en el centro histórico. Unos meses después de que acabasen las obras, y tras un tortuoso proceso de auditorias y anuncios de fusiones, la caja se disolvió.

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Cómo se llegó a esto

La apertura de centros en Linares o Guadalajara formó parte de un movimiento de expansión hasta entonces inédito en la historia de El Corte Inglés. Durante décadas la compañía siempre fue muy cauta a la hora de escoger nuevos emplazamientos y su dependencia de la deuda fue testimonial.

Aquello cambió con la llegada de Isidoro Álvarez en 1989 a la presidencia de la empresa tras la fin de su tío y fundador de El Corte Inglés, Ramón Areces. La absorción de Galerías Preciados en 1995 sacó por primera vez el triángulo verde de las capitales importantes y lo llevó a 22 ciudades más. Pero fue en la primera década del siglo XXI cuando Álvarez se puso el reto de abrir un centro en cualquier ciudad que resultara viable.

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Vista de El Corte Inglés de Guadalajara. (A. V.)

Vista de El Corte Inglés de Guadalajara. (A. V.)



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Ya no hay clase media para comprar en el eci, por eso hacen outlets para que compre la gente que sera el 90% de españa.
 
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