Octubris
Madmaxista
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Anodino, gris, experimentado, funcionarial, buscando la estabilidad por encima de todo, para bién y para mal.
Castuzo, jefe de un partido abrasado por la corrupción de gran escala, no pudo auto-mentirse más y se encerró en un restaurante a tajarse mientras se interrumpía abruptamente el fin de su reinado político en el Congreso con una moción de censura progre.
Era un apaciguador de España, un adormecedor de España, un anestesista en serie del que David Cronenberg podría haber hecho una película en 1986 que uno encontraría en el videoclub del barrio en 1991, un hipnotizador de serpientes, que, aún y perteneciendo a ese PP rancio, pijo, ausente del mundo real, era capaz de plasmar sobre el resto del país una tónica átona, una atonalidad que nos permitiría vivir, seguir, ir tirando.
En nombre de la estabilidad (su valor moral primordial) estaba dispuesto a poner sobre nosotros una losa de mediocridad atroz, para que nada relevante aconteciera, nunca.
Sin embargo, tenía algo que la marioneta progre que hay ahora no tiene: profundidad, compostura, heráldica.
¿Hecháis de menos a la Trotona?
Yo desde luego no, pero comparado con lo que hay ahora Rajoy parece hasta digno.
Castuzo, jefe de un partido abrasado por la corrupción de gran escala, no pudo auto-mentirse más y se encerró en un restaurante a tajarse mientras se interrumpía abruptamente el fin de su reinado político en el Congreso con una moción de censura progre.
Era un apaciguador de España, un adormecedor de España, un anestesista en serie del que David Cronenberg podría haber hecho una película en 1986 que uno encontraría en el videoclub del barrio en 1991, un hipnotizador de serpientes, que, aún y perteneciendo a ese PP rancio, pijo, ausente del mundo real, era capaz de plasmar sobre el resto del país una tónica átona, una atonalidad que nos permitiría vivir, seguir, ir tirando.
En nombre de la estabilidad (su valor moral primordial) estaba dispuesto a poner sobre nosotros una losa de mediocridad atroz, para que nada relevante aconteciera, nunca.
Sin embargo, tenía algo que la marioneta progre que hay ahora no tiene: profundidad, compostura, heráldica.
¿Hecháis de menos a la Trotona?
Yo desde luego no, pero comparado con lo que hay ahora Rajoy parece hasta digno.