Si vemos la Junta Directiva de Greenpeace, lo que nos encontramos es que, de 7 miembros, sólo dos tienen estudios científicos, y sólo uno, Masse Lo, tiene estudios en Ciencias Ambientales. El resto, abogados, contables, políticos… Bueno, a lo mejor Greenpeace es una excepción, veamos el equipo ejecutivo de la WWF: el presidente, licenciado en Historia, la jefe de operaciones, en política internacional, el jefe de conservación, licenciado en economía y derecho y así podríamos seguir. Hay que rebuscar para encontrar a una biologa (aunque después se dedicó a estudiar historia y filosofía) y un zóologo.
Y digo yo, ¿alguien iría a un hospital en el que la mayor parte del personal no tuviera formación médica? ¿o contrataría una firma de abogados donde los educados en leyes fueran menos del 10%? Y esta es la situación entre los dirigentes de las organizaciones más importantes. En las pequeñas organizaciones locales o entre los ecologistas de base, mejor no mirar (y ojo, que excepciones hay en todas partes).
¿Y a qué ha conducido esta situación? Pues a que, en el debate sobre cualquier tema ecológico, lo que menos importe sea la ecología. Los argumentos son políticos y sectarios. Si eres ecologista tienes que estar en contra de los transgénicos, punto. ¿Analizar con datos contrastables las técnicas de ingeniería genética, sus beneficios y peligros y sus potencialidades? ¿Para qué, con lo fácil que es gritar “¡Fuera transgénicos!”. ¿La energía nuclear? Mala, por supuesto, si eres ecologista, aunque no tengas ni idea de la diferencia entre radiaciones ionizantes y no ionizantes. ¿Quieres un análisis sobre sus pros y contras, con números, análisis de riesgos, etc? Eso es porque estás pagado por malvadas y oscuras internacionales. Por supuesto, todo buen ecologista consume comida orgánica, aunque eso sea más perjudicial para el medio ambiente que la agricultura y ganadería industrial. Y debe fomentar que toda la comida en el mercado sea orgánica y mucho más cara que la convencional. ¿Que unos cuantos tercermundistas no pueden permitírsela? Por favor, que hablamos del medio ambiente, no de unos pobres. Y no hablemos de los “añadidos” no ecologistas: antiantenas, antivacunas, promotores de toda clase de pseudomedicinas, etc. encuentran en el actual movimiento ecologista un caldo de cultivo inmejorable.
Y esta ignorancia y politización del movimiento ecologista conduce a, precisamente, lo contrario de lo que se pretende. Se “liberan” visones cautivos en un medio que no es el suyo, de forma que, o mueren o se convierten en una especie invasora, destrozando el ecosistema local. Cerramos la mayoría de las centrales nucleares de un país, y lo que conseguimos es un record de emisiones de CO2. Gastamos millones en evitar incendios forestales y lo que conseguimos son peores incendios. Restringimos sin criterio la circulación de coches para reducir la contaminación, y lo que conseguimos es lo contrario.
Señores, así no vamos a ninguna parte. Nadie puede negar que nos enfrentamos a retos ecológicos sin precedentes en nuestra historia, pero no podemos afrontarlos sin usar la ciencia. Convirtiendo el ecologismo en una religión, lo único que conseguiremos es diagnósticos equivocados de los problemas que tenemos, soluciones erróneas y resultados nulos, en el mejor de los casos, y desastrosos en el peor.
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