Ni los sindicatos ni los gobernantes se interesaron en salvar la industria pública, que necesitaba de inversiones y reducciones de plantilla. Los gobernantes querían ser aceptados en 'Uropa', y 'Uropa', especialmente Francia, los forzó a cerrar empresas y dejar a los capitales franceses campar a sus anchas por España, al paso que protegía a ETA y atacaba a los transportistas españoles cuando le convenía. Los sindicalistas encantados de que cerraran la empresa y los prejubilaran, o los subrogaran con aumento de salario a otras empresas privadas, a cambio, no lucharían por los nuevos contratados, que pasarían a cobrar menos de la mitad. Lo viví en carne propia: los comedores de la empresa y los vestuarios eran diferentes; en el bar pagaban un 30% menos, salvo los cafés y los pinchos. "Nosotros fuimos listos y espabilados; vosotros sois simples y os jodéis", venían a decirte. Los mismos que en Asturias se cargaron la formación profesional para no tener jóvenes formados que pusieran en riesgo sus salarios.
Que no os engañen los melindrosos de
cualquier tiempo pasado fue mejor. De aquellos polvos, estos lodos.
El informe lo encargó el PSOE a un izquierdista de reconocido prestigio. Una vez leído, el PSOE lo ocultó; y es que Petras es de la vieja guardia, no forma parte del progretariado, no se pasa el día tecleando el celular ni levanta la vista y el ojo ciego del escaño para aplaudir a los suyos, o cuando interviene en la tribuna protesta por entender que montar a caballo es un maltrato al animal ni dice aquello de "el Mediterráneo se está calentando por encima de sus posibilidades". Todo el podemitismo y liberalismo anglómano arrancaron de aquella época que ahora algunos quieren mitificar, cuando la televisión hablaba de la maravillosa Movida madrileña y los liberales sostenía que la mejor política industrial era ninguna porque las libertad de mercado determinaría qué había que fabricar y qué había que importar.
Petras no señala a los sindicalistas como responsables, incapaces de exigir una reconversión; sólo aumentos salariales y atacar todo lo que no fuera mantener los privilegios que les había concedido el franquismo y que ellos tomaban como derecho de conquista. Después no quisieron hacerse responsables del desaguisado: "Al mismo tiempo, empecé a entrevistar a trabajadores mayores, mi generación de los 60 y los 70. En algunos casos compartíamos un lenguaje común, de política de clase; con otros, las luchas eran historia pasada". "
Ésta era la nueva España moderna: trabajadores retirados jugando al dominó de lunes a viernes y bailando pasodobles el fin de semana en los clubs de la tercera edad, y sus hijos trasegando cervezas en el margen de una vida sin futuro".
James Petras
PRÓLOGO A ESTA EDICIÓN
Comencé mi investigación sobre el impacto de las políticas del partido socialista en la sociedad española a principios de enero de 1995... visitando ministerios, hablando con profesores universitarios y con cuadros sindicales. Estaba atareado recogiendo estadísticas y leyendo documentos eruditos y oficiales sobre desempleo, modernización, integración, etc. Al mismo tiempo, en mi vida cotidiana, en el gimnasio, en el videoclub, en el supermercado, en los bares de la Zona Franca de Barcelona, estaba experimentando una realidad diferente.
La monitora de aerobic, de 29 años, trabajaba 50 horas a la semana por 60.000 pesetas. Nos hicimos amigos, y un día "desapareció": su contrato laboral de 6 meses expiró y, lo que ella más temía, fue inevitablemente despedida. Otro empleado temporal la sustituyó. En el videoclub, un licenciado en Historia vendía vídeos, trabajando 48 horas por 70.000 pesetas... y se sentía afortunado. En Hospitalet, una chica de 19 años ensobraba por 1.000 pesetas al día trabajando 10 horas diarias... Al principio pensé que eran casos "extremos", así que empecé a ir a los distritos de clase obrera, como la Zona Franca, y encontré los bares repletos en pleno día. Ésta era la nueva España moderna: trabajadores retirados jugando al dominó de lunes a viernes y bailando pasodobles el fin de semana en los clubs de la tercera edad, y sus hijos trasegando cervezas en el margen de una vida sin futuro.
Dejé de ir a la universidad y a los ministerios. Lo más importante para mi investigación era el rostro humano de la "modernización" de Felipe... Descubrí otro mundo que las estadísticas del gobierno y la investigación académica pasaban por alto: los millones de jóvenes trabajadores españoles que quedaban marginados del empleo estable y bien pagado... de por vida.
Volví a conceptualizar mi estudio para dar un rostro humano y una voz a los trabajadores jóvenes;a su frustración, su rabia, sus miedos. Comencé a pasar tiempo hablando con ellos en los bares y cafés de sus barrios, y durante paseos por la Rambla y el Barrio Chino.Al mismo tiempo, empecé a entrevistar a trabajadores mayores, mi generación de los 60 y los 70. En algunos casos compartíamos un lenguaje común, de política de clase; con otros, las luchas eran historia pasada.
Visité el puerto de Barcelona, intercambié ideas en pequeños restaurantes de la Barceloneta, en cocinas de Hospitalet, en la cafetería de la planta de Seat. Era una experiencia educativa, pero también política y personal, conmovedora. Sentí los "altos" y "bajos" de padres que lucharon y ganaron contra la dictadura, enfrentados una vez más a un terrible dilema: cómo ocuparse de su seguridad ante los salvajes ataques del gobierno socialista y la patronal... mientras se angustian por las condiciones del empleo marginal de sus hijos e hijas.
Había dramas callados de la vida cotidiana tras las puertas cerradas de dormitorios atiborrados.Aunque los jóvenes tienen pocas ilusiones y sus padres ninguna, hay una especie de energía vital que encuentra su expresión de innumerables maneras. Las periódicas huelgas generales que rompieron los límites impuestos por los patrones, los políticos y los burócratas sindicales. La movilización en la calle por la Guerra del Golfo, las manifestaciones antirracistas y contra la mili... pero sobre todo hay ahora mismo un gran depósito de desesperación oculta que puede dar una sorpresa a aquéllos que han escrito a vuelapluma sobre la generación joven. Éste es el principio, y 4no el capítulo final, de la lucha de los trabajadores españoles por una vida decente. Este estudio es una pequeña contribución, esperanzada, a la construcción de esos lazos generacionales que puedan volver a crear aquel espíritu de solidaridad y generosidad por el que los trabajadores españoles son tan justificadamente conocidos.
En vista de que el yoyoísmo invade todo, datos objetivos:
TASA DE DESEMPLEO EN MARZO DE 1995
EPA de España Tasa de desempleo (EPA) 1995