Discurso del BNG el Debate sobre el Estado de la Nación (sic)

I

Imeneo

Guest
Sr. Presidente del Gobierno:

Sin duda se produjo un cambio político, positivo en muchos aspectos, en el
Estado español. Existe mayor respeto por el pluralismo político.

Se avanzó en la plasmación de derechos civiles y de las personas (mejora de
la ley de divorcio, acceso de las personas gayses al matrimonio,
combate contra la violencia de género ), avance en el que contó siempre con
la iniciativa y el apoyo del nacionalismo gallego. Se optó por un cierto
multilateralismo en la política internacional, especialmente visible en
relación con Latinoamérica, para lo que contó siempre con la colaboración
parlamentaria del BNG.

Si bien, este intento de mantener posiciones autónomas en el escenario
internacional, iniciado con la retirada de tropas de Irak, está siendo
reconducido de nuevo a las exigencias del atlantismo y del imperio. En todo
caso, no es la subordinación absoluta y entusiasta del anterior gobierno al
unilateralismo y la agresión.

Finalmente abre su gobierno la posibilidad de avanzar en la adaptación de la
estructura institucional del Estado a su diversidad nacional, cultural y
lingüística, dentro de los límites de una Constitución que, a su vez, está
dispuesto a reformar puntual y controladamente. Es este el aspecto mas
novedoso, y también menos definido y clarificado, incluso contradictorio,
de su política, cuyo alcance está por ver.

Sin embargo, la política continuista no desapareció de ámbitos muy
relevantes. Así seguimos con la habitual identificación
administración-partido, en la forma de conducirse el Gobierno, mezclando
continuamente a sus ministros en actos en los que resulta difícil separar
lo oficial y público de lo partidario. La concepción política del Estado
sigue respondiendo a un diseño bipartidista, no avalado por la Constitución
española, sino sólo por la estructura de poder, bien expresa en el
funcionamiento de los medios de comunicación, comenzando por los de
titularidad pública, además notoriamente gubernamentalizados.

Tampoco cuestionan, o modulan ustedes suficientemente, las políticas
dictadas por organismos internacionales (OCDE, FMI,) o europeos (BCE) para
poder construir un auténtico estado de bienestar e incluso para no reducir
el deficiente que tenemos. Son confesionales en la política de estabilidad
presupuestaria, equilibrio o superávit de las cuentas públicas de todas las
administraciones, sin tener en cuenta la necesidad de inversiones en
protección social, infraestructuras o diversificación de la economía. Así
va a ser imposible alcanzar el gasto social medio de la UE-15 (en
pensiones, sanidad, ayudas a la familia o vivienda). La cuantía de las
subidas del salario mínimo interprofesional o de las pensiones mínimas son
una muestra de impotencia. Tampoco podremos converger en PIB per cápita. No
vemos en el Gobierno voluntad de optar por otra política laboral que no
conduzca a la precarización. De ella forma parte la siniestralidad laboral,
la falta de seguridad en el trabajo, incluso en empresas públicas:
sobrecoge la forma de morir ayer mismo de Ana Belén, Juan Carlos, Eduardo y
José Luis, trabajadores de empresas auxiliares de Navantia-Ferrol, a cuyas
familias les expresamos nuestra condolencia. Conduce al abaratamiento de
despidos, al control de los salarios, sin que el paro se sitúe por eso a
nivel medio de la UE.

No quiero dejar de manifestarle nuestra decepción porque, en un año, su
gobierno, tan escrupuloso en algunas cuestiones de libertades, no hubiese
hecho nada para garantizar que los residentes ausentes voten en condiciones
de libertad y privacidad, como en cualquier democracia algo solvente.

?¿Cómo creéis que alguien de León no sea fiable para la unidad de España??
le dijo el Sr. Martín Villa al entregarle el título de Leonés del año.
Esperemos que esa fiabilidad no sea una dificultad para las aspiraciones y
necesidades de Galicia, siempre anuladas por diseños estatales justificados
en nombre de esa unidad. Usted, Sr. Presidente, tiene una tendencia
sintomática a diluir Galicia en el noroeste. Huye de aludirla políticamente
como realidad específica y definida. Con esta anulación consagra un statu
quo muy negativo para nuestro País. A esta anulación contribuyó con
entusiasmo quien detentó el poder en la Xunta de Galicia durante más de 15
años, haciendo justamente lo contrario de lo que debía hacer: defender
nuestra existencia como pueblo definido con intereses propios.

Precisamente acaba de afirmar que Galicia es la reserva del combate por la
unidad de España. Paradójicamente con demagogia política desenfrenada se
acuerda ahora de denunciar que estamos maltratados por el actual Gobierno
central. Para el BNG no es de recibo que se quiera mantener nuestro País
como coto privado del bipartidismo español. Sólo somos funcionales conforme
a sus juegos e intereses tácticos, sin que contemos para nada en diseños
positivos de futuro. El caso es que la sociedad gallega acredite siempre en
que su suerte depende de quién gobierne en Madrid, anulando su capacidad de
decisión en función de intereses, criterios y responsabilidades internas.
No es de extrañar que incluso procesos electorales autonómicos como en el
que estamos inmersos, se quieran convertir en liortas mediáticas entre los
que detentaron antes y los que detentan ahora el Gobierno de España. La
propaganda y la confusión son las armas destinadas a que la sociedad
gallega no exista.

El anterior Gobierno respondió con el virtual y fraudulento ?Plan Galicia?
para intentar contrapesar sus despropósitos e indiferencias,
desenmascaradas claramente por el clamor popular de ?Nunca Máis?. No sería
nada positivo que su Gobierno aspire a convertirse en un nuevo Gobierno
?amigo? en base a visitas de ministros, a sonrisas paternalistas, a efectos
mediáticos pasajeros, mientras los hechos demuestran el continuismo en la
concepción de Galicia y en el trato que se nos da.

Ustedes aplicaron un plan de reestructuración del sector naval, elaborado ya
anteriormente por el PP, que conllevó la exclusión de los astilleros
públicos gallegos de la construcción civil, su reducción a la construcción
militar, con la práctica desaparición de la antigua ASTANO. Seguimos a la
espera de un verdadero plan de reindustrialización y diversificación
económica de la zona afectada.

En cuanto a las secuelas de la catástrofe del Prestige, están más pendientes
del control social puntual y cicatero de los directamente afectados, que
por el análisis de la evolución del ecosistema, por su restauración y por
el impulso del sector del marisqueo y la pesca de bajura. Y, cuidado, en
cuanto a salvamento marítimo y lucha contra la contaminación, nuestras
costas siguen estando en las mismas condiciones de desprotección que en
noviembre de 2002.

La ejecución de las infraestructuras en marcha o las previsiones sobre las
prometidas siguen envueltas en nubes de propaganda en contraste con hechos
retardatarios, lentitud y falta de planificación adecuadas. Se niegan a
entender que no resulta de recibo mantener peajes en autopistas que
circulan por áreas metropolitanas en tramos de siete o cuatro quilómetros,
sin accesos alternativos.

La falta de respeto por la legalidad lingüística vigente, aprobada por
unanimidad en nuestro parlamento, con más de veinte años a sus espaldas,
sancionada también en este Congreso de los Diputados en lo que concierne a
competencias del Estado, alcanza algún cargo institucional muy relevante de
su partido, con la connivencia de su Gobierno. ¿Es mucho pedir, Sr.
Presidente, el respeto por la Ley?.

¿Tanto cuesta entender que los nombres oficiales, de uso por la
administración pública, de los lugares de Galicia sean los que corresponden
a sus formas originarias, no deturpadas o
esperpénticamente violentadas a lo largo de la historia?. Créame que
necesitamos más que un Gobierno ?amigo? un Gobierno respetuoso, dispuesto a
dialogar y negociar con un Gobierno representativo de los intereses de la
sociedad gallega, porque acredita en sus potencialidades y en su capacidad.
A nosotros sin duda nos corresponde lograr estas instituciones dignas
precisamente por ser gallegas y actuar como tales. Este cambio de signo
gallego es posible.

El autogobierno de Galicia tiene que valer ya a corto plazo para que nuestra
juventud no tenga que emigrar, para rectificar el deterioro progresivo de
nuestros sectores productivos básicos, para iniciar la diversificación de
nuestra economía, para contar con un espacio de información propio, que
cree opinión pública gallega y para poder identificarnos, con aprecio y
respeto, con nuestra propia lengua y cultura, así como para conocer nuestra
historia. A pesar de tanta desinformación y confusión, la mayoría del
pueblo gallego sabe que necesitamos un poder político y financiero propio
para responsabilizarnos del futuro de nuestro País. Precisamente los que
intentan que seamos sólo funcionales para una idea de España que nos
ignora, pretenden hacernos creer que somos un País subvencionado. Además de
no querer serlo, no es cierta esta idea de País mendigante, inútil, incapaz
de valerse por sí. Esta idea y diseño de la unidad de España es la que
condujo a Galicia a no tener un autogobierno, aunque fuese limitado,
prácticamente desde la transición, siempre subordinada servilmente a los
diseños externos. Necesitamos un nuevo estatuto y un nuevo sistema de
financiación.

El actual es inadecuado para Galicia; con él sólo cubrimos el 51,04 por
ciento del gasto, según datos de 2002, dependiendo del fondo de
suficiencia, su aparente solidaridad, en el 48,96 por ciento, mientras la
media de las Comunidades Autónomas de régimen común se sitúa en el 31,80
por ciento, porque sus ingresos tributarios alcanzan el 68,20 por ciento.
Este modelo fue aprobado sin rechistar por el Gobierno de Galicia cuando
contaba aquí con un Gobierno ?amigo?, viéndose ahora obligado incluso en
este año 2005 a dotar los presupuestos de la CCAA con un fondo de
contingencia para la sanidad de nada menos que 51 millones de euros además
del recargo sobre la gasolina.

Pero, Sr. Presidente, no tenemos miedo a hablar de balanzas fiscales ni a
responsabilizarnos. Es una cuestión de principios. Y también de
conocimiento de nuestra realidad. Resulta que Galicia, según la liquidación
de los ingresos tributarios de 2002, tiene una base de liquidación de 7.315
millones de euros, mientras que el gasto consolidado liquidado no
financiero son 7.141 millones de euros.

Existe por tanto excedente. Y eso, sin contemplar las transferencias del
Estado, de la UE y la participación PIE de las corporaciones locales. Todo
esto pese a los agresivos diseños económicos externos que padecimos, a la
falta de fomento de un desarrollo autocentrado y a una más que deficiente
aplicación de las políticas de cohesión económica y social.

El nacionalismo gallego, a pesar de tantas dificultades, quiere enfrentar
esta situación desde el diálogo y la creencia de que somos los primeros
interesados en una nueva estructura institucional y en un nuevo sistema de
financiación. No es necesario anular lazos de verdadera solidaridad, ayuda
mutua e interdependencia entre las Naciones que conformamos el Estado
español, pero es muy necesario que se tenga en cuenta que Galicia es una
Nación, que debe de alcanzar el perfil político que le corresponde como
tal. Tenemos que salir de la idea de unidad que nos está llevando al
deterioro y ocupar los peores puestos en tasa de paro, actividad,
ocupación, emigración y regresión demográfica. Es un esfuerzo en contra de
los peligros de la autonegación. Estamos, Sr. Presidente, con aquella
necesidad expuesta por nuestro Castelao : ?Cómpre, pois, que todos os
galegos saibamos ben o que é unha nazón, porque así saberemos que a nosa
patria é Galiza ainda que o noso Estado sega sendo Hespaña?.

Sr. Presidente, para que Galicia cambie es por lo menos necesario
comprender, aunque no se comparta totalmente, la urgencia de que se nos
considere como un pueblo definido, que existamos como sociedad con
aspiraciones propias. En gran parte es nuestra responsabilidad, pero una
parte no desdeñable también está en su predisposición a entender, a
colaborar e incluso a rectificar.
--
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