Fausto1880
Madmaxista
La España estéril de hoy día, cada vez más envejecida, va comprendiendo lo que decía el clero: los hijos son regalos de Dios.
Las parejas se esfuerzan cada vez más por concebir sus niños, con magros resultados, como corresponde a mujeres envejecidas, que han pasado por varias manos y que no tienen claro que su pareja actual sea la mejor ni la definitiva.
Mientras, ya sea porque se consideran demasiado jóvenes, demasiado viejas o por adulterio, muchas mujeres que reciben el regalo de la concepción se dirigen al verdugo para que mate y les arranque el fruto de sus vientres.
Malo es dar de baja de la suscripción de la vida a un inocente, aunque su vida dependa de la tuya.
Mucho peor es dar de baja de la suscripción de la vida a un hijo. A menudo el primogénito, el hijo de la primera pasión. Muchas veces el único hijo que engendrará ese vientre, aunque la madre todavía no lo sepa.
Pero aún peor es ir contra Dios y rechazar uno de los mayores regalos que nos hace: hijos propios. Carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre. Esos seres chiquitos "que a menudo se nos parecen". Es un pecado contra el primer mandamiento. Tiene consecuencias: nos aleja de Dios, le volvemos la espalda.
Ese niño viene a cambiarnos la vida. Viene "lleno de gracia". Nos enamorará a primera vista, nos atrapará con el primer apretón de sus deditos, estaremos a su merced tras la primera sonrisa.
Nos trae ganas de vivir, de madrugar, de trabajar, de salir adelante, de dejar vicios, malas compañías y malos rollos.
Trae nuevas necesidades, nuevos problemas... Y la forma de resolverlos.
Al vago atontado lo convierte en diligente y despierto. Al autosuficiente lo hace humilde y le obliga a pedir ayuda. ¡Y se la dan! Al padre y la madre bisoños los ayudan por eso mismo, porque son padres.
"No puedo tener ese niño porque estoy en paro". Tooonnto. Ese niño es precisamente el que te sacará del paro.
Al viejo lo rejuvenece y le trae ayuda. "No puedo tener ese nieto, no puedo con mi alma y el padre no quiere saber nada". Toooontíiiiiisimo. Ese niño es el que te va quitar 20 años de encima en cuanto decidas hacerte cargo de él. Es el que va a convertir a la niñata de tu hija en madre. A la amargada de tu mujer en abuela y el que, probablemente, haga que termine por venir su padre y se convierta en tu apoyo más firme para mantener la familia. Y si no trae a su padre ya traerá a otro que acepte el papel de San José.
"No quiero ese niño. Es de mi amante casada, sólo me puede traer problemas". Eres malvado pero vas camino de convertirte en criminal. ¿Problemas? El problema es que tu alma se está haciendo negra por momentos. Malo es que no quieras saber nada de tu hijo. Mucho peor que quieras quitarte problemas por la vía de incitar a su asesinato.
"No puedo tener más hijos. Ya tengo cuatro. No puedo más." Pobre. Humíllate. Pide ayuda. No te faltará. Sabes que no está bien. Sabes que siempre te acordarás de este momento. Que tu mujer siempre te guardará rencor por no haber dicho: "saldremos adelante".
Las parejas se esfuerzan cada vez más por concebir sus niños, con magros resultados, como corresponde a mujeres envejecidas, que han pasado por varias manos y que no tienen claro que su pareja actual sea la mejor ni la definitiva.
Mientras, ya sea porque se consideran demasiado jóvenes, demasiado viejas o por adulterio, muchas mujeres que reciben el regalo de la concepción se dirigen al verdugo para que mate y les arranque el fruto de sus vientres.
Malo es dar de baja de la suscripción de la vida a un inocente, aunque su vida dependa de la tuya.
Mucho peor es dar de baja de la suscripción de la vida a un hijo. A menudo el primogénito, el hijo de la primera pasión. Muchas veces el único hijo que engendrará ese vientre, aunque la madre todavía no lo sepa.
Pero aún peor es ir contra Dios y rechazar uno de los mayores regalos que nos hace: hijos propios. Carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre. Esos seres chiquitos "que a menudo se nos parecen". Es un pecado contra el primer mandamiento. Tiene consecuencias: nos aleja de Dios, le volvemos la espalda.
Ese niño viene a cambiarnos la vida. Viene "lleno de gracia". Nos enamorará a primera vista, nos atrapará con el primer apretón de sus deditos, estaremos a su merced tras la primera sonrisa.
Nos trae ganas de vivir, de madrugar, de trabajar, de salir adelante, de dejar vicios, malas compañías y malos rollos.
Trae nuevas necesidades, nuevos problemas... Y la forma de resolverlos.
Al vago atontado lo convierte en diligente y despierto. Al autosuficiente lo hace humilde y le obliga a pedir ayuda. ¡Y se la dan! Al padre y la madre bisoños los ayudan por eso mismo, porque son padres.
"No puedo tener ese niño porque estoy en paro". Tooonnto. Ese niño es precisamente el que te sacará del paro.
Al viejo lo rejuvenece y le trae ayuda. "No puedo tener ese nieto, no puedo con mi alma y el padre no quiere saber nada". Toooontíiiiiisimo. Ese niño es el que te va quitar 20 años de encima en cuanto decidas hacerte cargo de él. Es el que va a convertir a la niñata de tu hija en madre. A la amargada de tu mujer en abuela y el que, probablemente, haga que termine por venir su padre y se convierta en tu apoyo más firme para mantener la familia. Y si no trae a su padre ya traerá a otro que acepte el papel de San José.
"No quiero ese niño. Es de mi amante casada, sólo me puede traer problemas". Eres malvado pero vas camino de convertirte en criminal. ¿Problemas? El problema es que tu alma se está haciendo negra por momentos. Malo es que no quieras saber nada de tu hijo. Mucho peor que quieras quitarte problemas por la vía de incitar a su asesinato.
"No puedo tener más hijos. Ya tengo cuatro. No puedo más." Pobre. Humíllate. Pide ayuda. No te faltará. Sabes que no está bien. Sabes que siempre te acordarás de este momento. Que tu mujer siempre te guardará rencor por no haber dicho: "saldremos adelante".
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