Se llama Mark Jongeneel. El pasado 11 de enero escribió esto en Twitter: “La escuela de Sliedrecht ha propuesto acoger a 250 refugiados en los próximos dos años. ¡Qué mala idea!”
“Tus tuiteos pueden resultar sediciosos”, le advirtió la Policía
Jongeneel, de 28 años, es jurista, se declara liberal-conservador y vive en la pequeña localidad holandesa de Sliedrecht (roza los 25.000 habitantes). Según explica un medio holandés, horas después de escribir ese tuiteo, Jongeneel recibía una llamada de su madre. Dos policías locales acababan de presentarse en casa buscándole, pero sin explicar cuál era el motivo de su visita. Su madre le avisó de que se dirigían a su oficina (es el propietario de una empresa de cobros). Cuando llegaron al local, los policías advirtieron a Jongeneel: “Tuiteas demasiado. Tenemos órdenes de pedirte que vigiles tu tono. Tus tuiteos pueden resultar sediciosos.“
Más visitas policiales a internautas en otras localidades holandesas
Lo de Sliedrecht no es un caso aislado. “En los últimos meses, la Policía ha visitado a muchas personas en sus hogares por opinar en redes sociales en contra de los centros de refugiados”, informa NRC.nl. “En octubre hubo en Leeuwarden visitas a casi una veintena de oponentes a los programas de acogida.” Algo parecido ocurrió en Enschede, una ciudad de 158.000 habitantes en el este del país, y en Kaatsheuvel, una localidad de 16.000 habitantes en el sur de Holanda, donde al menos tres vecinos recibieron tres visitas de la Policía por criticar la acogida de refugiados en ls redes sociales. El mismo medio señala que un portavoz de la Policía Nacional holandesa confirmó que tienen diez unidades de vigilancia en tiempo real en la red, que se dedican a monitorizar páginas de Facebook y cuentas de Twitter, vigilando por si sus publicaciones van “demasiado lejos”.
El Ayto. de Sliedrecht: “no se pretendía cerrar la boca a este hombre”
Sobre el caso de Jongeneel, un portavoz del Ayuntamiento de Sliedrecht declaró que “no se pretendía cerrar la boca a este hombre. En realidad no. Creemos que todo el mundo debería ser capaz de expresar su opinión” y descartó que el asunto se abordase “como si viviésemos en un estado policial”. ¿Y qué conclusión hemos de sacar cuando la Policía se presenta en el hogar de un ciudadano para recriminarle unas opiniones que se enmarcan en el ejercicio de la libertad de expresión? Jongeneel, cuyo caso ha convertido este asunto en noticia en medios de Europa y EEUU, lo tiene claro a la hora de apuntar los derroteros que lleva la libertad de expresión: “¿Desde cuando estamos viviendo en la RDA en Sliedrecht?”, se preguntaba el 18 de enero.
La Policía dice que es ‘muy difícil’ situar el límite de la libertad de expresión
“¿Por qué no podemos decir lo que pensamos?”, se pregunta Kim, de 33 años y vecina de Kaatsheuvel, otra pequeña población del sur de Holanda. Kim recibió también una visita de la Policía por sus opiniones sobre los centros de refugiados en las redes sociales. “La apología o la incitación al repruebo están prohibidos en los Países Bajos”, señala la noticia de NRC.NL, y añade: “pero ¿dónde está el límite de lo permitido?” Según el portavoz de la Policía Nacional, “es muy difícil decirlo”.
Entre tanto, Holanda anuncia una deportación en masa de refugiados
Mientras se intentaba silenciar las críticas en las redes sociales a las políticas de acogida masiva de refugiados, que han aumentado tras los abusos sensuales ocurridos en Alemania y Suecia, el 21 de enero el primer ministro holandés, Mark Rutte, declaraba: “necesitamos reducir drásticamente el flujo de refugiados entre las próximas seis y ocho semanas”. Parece que este anuncio daba la razón a los que se mostraban críticos con esa acogida masiva. Pero por si quedaban dudas, una semana más tarde Holanda anunciaba su propósito de deportar a Turquía a todos los refugiados.