Defensores de la Renta Basica Universal. Milton Friedman

Salvatore Conte

Himbersor
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El padre fundador de esta nueva fe es Philippe van Parijs, un profesor de ética todavía joven (nació en 1951) para la fama ya alcanzada, que se presenta a sí mismo como «flamenco afrancesado y cristiano descreído»Philippe van Parijs, Allocution à l'occasion de la remise du Prix Francqui, 28 de junio de 2001: www.etes.ucl.ac.be. . Sus seguidores se han multiplicado durante los últimos años, sobre todo, en los países ricos de Europa, en Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y también en Sudáfrica y Brasil, pero no en Asia, los asiáticos parecen poco interesados. Los más militantes han fundado congregaciones nacionales, que en Europa se han federado en una asociación, la Basic Income European Network (cuya sigla es, cuestión de suerte, al menos en español y francés, BIEN ). Las asociaciones europeas se mantienen en comunión con sus correligionarios de más allá del Atlántico y de las antípodas, y celebran sínodos nacionales y, a veces, concilios universales Para septiembre de 2004, coincidiendo con el «Forum Barcelona 2004», está anunciado el IV Simposio español de la Renta Básica y el X Congreso de la Basic Income European Network..
Algunos lectores ya lo sabrán, pero, otros, quizá, se pregunten: ¿de qué estamos hablando? Pues estamos hablando de los defensores de la «Renta Básica», una corriente de filósofos jovenlandesales, activistas políticos y economistas que creen haber encontrado, unos, la vía por la que dar un gran paso adelante hacia la verdadera justicia y la verdadera libertad en el mundo capitalista, y, otros, la buena y verdadera vía para superar el capitalismo y alcanzar, finalmente, la liberación comunista.
Aunque resulte paradójico, esta historia, alejada de cualquier apología del orden capitalista, tiene parte de sus raíces en Milton Friedman, uno de los más fervientes defensores del capitalismo y del mercado entre los grandes economistas del siglo XX. Empezaremos por aquí.



EL IMPUESTO NEGATIVO SOBRE LA RENTA

En 1962, en Capitalism and Freedom, Milton Friedman propuso implantar un subsidio o renta garantizada para todos los ciudadanos sin ingresos, o con ingresos por debajo de algún nivel mínimo. Lo cobrarían igual el parado involuntario y el ocioso voluntario, e iría disminuyendo en proporción al aumento en los ingresos propios de los beneficiarios. Cualquiera que fuese esa proporción, al llegar a un cierto nivel de ingresos propios, el subsidio desaparecería. El mecanismo se bautizó con el nombre de «impuesto negativo sobre la renta», porque, hasta ese momento, sería el Fisco quien pagaría al ciudadano, y no al revés. Como lo vamos a mencionar bastantes veces, lo designaremos por su sigla, INR.

Para Friedman, el INR, aplicado en el marco de un impuesto sobre la renta muy simplificado –incluso, con un tipo único o flat tax, eliminando beneficios fiscales–, tendría varias ventajas respecto a la combinación de un impuesto tradicional sobre la renta y subsidios «sociales» ordinarios, es decir, condicionados a situaciones de desempleo, pobreza, etc. El INR evitaría las discriminaciones personales y el casuismo; sería un subsidio en dinero efectivo, y no en servicios, lo que daría más libertad a los beneficiarios; y simplificaría el sistema de protección social, ahorrando costes administrativos. Sin embargo, la virtud más importante atribuida a un mecanismo como el INR era evitar las «trampas de pobreza», aquellas situaciones en que una persona subsidiada no trabaja, o trabaja menos de lo que podría, por miedo a perder su subsidio. Con el INR, el subsidiado tendría, en principio, interés en trabajar, porque cualquier trabajo remunerado significaría un aumento en su renta neta.
Durante los últimos cuatro decenios, el INR ha tenido una vida bastante fructífera. No ha triunfado del todo en ningún sitio, salvo experimentos más bien efímeros y en ámbitos reducidos, pero ha inspirado multitud de propuestas, debates, investigaciones diversas, y se ha incorporado, desde luego, a los manuales de economía pública.
Entre 1964 y 1975, el INR de Friedman y una figura distinta, pero emparentada, lanzada en 1965, el demogrant, del futuro Nobel James Tobin, inspiraron en Estados Unidos varias propuestas de candidatos a la presidencia (del «ultraconservador» Goldwater y del «progresista» McGovern) y un serio y, finalmente, derrotado intento de Nixon para cambiar en profundidad el sistema norteamericano de seguridad social. En 1975, se aprobó en Estados Unidos un mecanismo, pariente del INR de Friedman, el «Crédito Fiscal sobre Rentas Obtenidas» (Earned Income Tax Credit, EITC) que, tras las reformas aprobadas en 1993, se ha convertido en uno de los instrumentos más importantes, si no el más importante, de la política de protección social norteamericana. El EITC, que se gestiona y liquida con el propio impuesto sobre la renta, asegura una renta mínima mediante un subsidio, fijado en función de los ingresos y del número de hijos menores, que, en un primer intervalo de ingresos propios bajos, va aumentando, para, a partir de cierto punto, empezar a disminuir, conforme siguen aumentando los ingresos propios del sujeto. Tanto el EITC norteamericano, como un mecanismo similar implantado en el Reino Unido en 1999, se alejan de la propuesta de Friedman en dos sentidos: su percepción, como ya indicamos, es condicional al trabajo realizado por el beneficiario –si el beneficiario no tiene ingresos diferentes al subsidio no puede percibirlo– y se añade –en vez de reemplazar– a las deducciones fiscales y a otros subsidios directos a los que el sujeto pueda tener derecho.

Finalmente, en 1996, la administración demócrata del presidente Clinton eliminó uno de los grandes programas de asistencia familiar nacido en el New Deal de Roosevelt y lo sustituyó por otro programa, el Temporary Assistance for Needy Families, cuyas principales novedades eran la imposición de límites temporales a la percepción de los subsidios y la exigencia de ciertos requisitos de trabajo para poder cobrarlos. A la vez, y esta era una de las claves de la reforma, se disminuyeron de forma sustancial lo que en la jerga se denominan «tipos marginales negativos» en los subsidios directos, es decir, la proporción en que disminuye el subsidio por cada dólar adicional ingresado por trabajoRobert A. Moffitt, The Negative Income Tax and the Evolution of US Welfare Policy, National Bureau of Economic Research, Paper 9751, junio de 2003, págs. 22-25. , precisamente para estimular la oferta de trabajo de los subsidiadosEn Estados Unidos, el efecto de la reforma de 1996 ha sido muy importante. De los 25.400 millones de dólares gastados en el Temporary Assistance en 2002, 14.200 millones se dedicaron a prestar servicios y 11.200 millones (el 44% del total, frente al 77% en 1997) fueron subsidios directos en dinero. En la actualidad, 55 millones de norteamericanos se benefician del seudoimpuesto negativo sobre la renta que significa el EITC, unos ocho millones se benefician de los servicios que presta el Temporary Assistance, y unos cinco millones, es decir, el 2,4% de la población mayor de 18 años, reciben subsidios directos en dinero. Robert Pear, «Welfare Spending Shows Huge Shift», The New York Times, 13 de octubre de 2003. . En suma, desde hace tres décadas, la política de protección social en Estados Unidos y en otros países ha estado muy influida por el rechazo a las prestaciones que hacen disminuir el interés de los beneficiarios por conseguir un trabajo remunerado. Pues bien, la idea de la «Renta Básica» surge en oposición frontal a estas tendencias.

 
Milton Friedman, un economista narizotas al servicio del gobierno mundial narizotas y su sistema económico para que seamos esclavos. Hasta su pupilo Thomas Showell reniega de el.
 
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Vamos a flipar en colores con lo que se nos viene encima.

Algunos aun pensaran que el nuevo orden mundial era una cosa de cuatro chalaos en su sotano.

Vamos a pasar jiambri de la buena, transversalmente y no binariamente.
 
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