Staring at the Sun
Madmaxista
Debajo de mi ventana, en el callejón por donde apenas pasa nadie, suele dormir un hombre. Apenas he visto su cara. Creo que es de mediana edad. Viste ropas muy sucias, es un vagabundo, un tirado de la calle. Acabo de salir al balcón a observar la reciente luna, el atardecer, a saborear el jaleo de mi calle sevillana. Y lo vi allí en un rincón del callejón, solo, metido entre sus cartones inmundos. Eso es lo más parecido que tiene a una casa, su caja de cartones medio mojados. Durante las noches veraniegas lo he oido toser. Tose mucho y mal. Está enfermo, es evidente. Cuando salí al balcón y reparé en él vi que tenía algo en la mano. Pensé que era droja, caballo, crack, que sé yo... algo para olvidar su perversos existencia. Pensé mal, sólo era un paquete de galletas de chocolate. Lo habrá comprado con sus escasas limosnas. O se lo habrá dado alguna vieja caritativa. No veo a los canis de mi barrio dándole nada, pero quizás me equivoque. Yo no soy un cani y tampoco le he dado nunca nada. Ahora que caigo no he hecho nada por nadie que no vaya bien vestido desde hace mucho tiempo. Y por supuesto este hombre no ha robado el paquete de galletas. Este hombre enfermo y vagabundo no es capaz de robar. Sólo es capaz de toser por las noches, toda la noche. A mí se me encoge el corazón todas las noches. Pienso muchas cosas cuando aún no me he dormido y le oigo toser metido en sus cartones. Pienso que tengo mucha suerte, sí. Y pienso que ojalá nunca acabe así, pero estoy seguro que él era antes un hombre normal, como yo. Miro a mi chica mientras duerme, deseo que nunca me vea así. Pienso en la crisis económica, en los precios de los pisos, en la deflación, en emigrar si se pone feo, en la cantidad de gente que arrojará a la calle y acabarán así y no tienen opción ni ocurrencia de poder hacer otra cosa. Pienso en el dinero que tienen unos pocos concentrado en unas manos muy sucias. Ese dinero que falta en muchos ahora y los arrastrará a esta clase de inframundo. Pienso en la rabia que me entra porque cosas como estas existan. Pienso en que... aún no he ayudado a este hombre y ya me he peleado con medio mundo antes de dormirme. Me duermo por fin.
Amanece un nuevo día y él no está. Se habrá ido antes de querer molestar a algún vecino, no vaya a ser que le echen de la calle, pero no creo. Los vecinos suelen tolerar la presencia de estas personas. Menos mal, pienso, bastante tiene con lo suyo, sin hacer daño a nadie Salgo a la calle, hay trabajo. Gracias, hay trabajo. Y ningún vagabundo. Pero esta noche estaban, veo cartones por el suelo. Nunca ha habido vagabundos por aquí. No sé que está pasando, pero tengo trabajo, me voy a paso ligero. Me olvido del vagabundo, pronto desayunaré, saciaré mi hambre y olvidaré las penurias de ese hombre. Pero algo en mí se rebela. Sea lo que sea, procuro no olvidar. Este mundo es delicado; la gente, frágil. Merece la pena luchar por todos ellos, cada uno a su manera como se pueda. Así que voy a mi ordenador y pienso en escribir esto. Al hombre no le servirá de nada, pero a mí me hará no olvidar. Quizás en ese foro en el que suelo escribir haya gente que vea lo mismo que yo y tampoco olviden. A lo mejor se deciden a escribir más allá de 15 frases cortas ocurrentes. Quien sabe si escribiendo todos un poco... puede que merezca la pena no olvidar lo que está ocurriendo, las tragedias en las que se traducirá esta depresión mundial, los mendigos que creará, las familias que destrozará y arrojará a la calle.
Y entonces caigo en la cuenta de que todo esto ya lleva pasando un buen tiempo. Esto, no ha hecho más que empezar.
Amanece un nuevo día y él no está. Se habrá ido antes de querer molestar a algún vecino, no vaya a ser que le echen de la calle, pero no creo. Los vecinos suelen tolerar la presencia de estas personas. Menos mal, pienso, bastante tiene con lo suyo, sin hacer daño a nadie Salgo a la calle, hay trabajo. Gracias, hay trabajo. Y ningún vagabundo. Pero esta noche estaban, veo cartones por el suelo. Nunca ha habido vagabundos por aquí. No sé que está pasando, pero tengo trabajo, me voy a paso ligero. Me olvido del vagabundo, pronto desayunaré, saciaré mi hambre y olvidaré las penurias de ese hombre. Pero algo en mí se rebela. Sea lo que sea, procuro no olvidar. Este mundo es delicado; la gente, frágil. Merece la pena luchar por todos ellos, cada uno a su manera como se pueda. Así que voy a mi ordenador y pienso en escribir esto. Al hombre no le servirá de nada, pero a mí me hará no olvidar. Quizás en ese foro en el que suelo escribir haya gente que vea lo mismo que yo y tampoco olviden. A lo mejor se deciden a escribir más allá de 15 frases cortas ocurrentes. Quien sabe si escribiendo todos un poco... puede que merezca la pena no olvidar lo que está ocurriendo, las tragedias en las que se traducirá esta depresión mundial, los mendigos que creará, las familias que destrozará y arrojará a la calle.
Y entonces caigo en la cuenta de que todo esto ya lleva pasando un buen tiempo. Esto, no ha hecho más que empezar.