Sr. Pérez
Madmaxista
Buenas,
Estaba hoy en casa de un familiar haciendo una ñapa cuando se han presentado dos simpáticos animalejos. Han tocado el telefonillo desde la calle y se han presentado como "comerciales de gas".
Mi familiar es una persona mayor con problemas de movilildad y ya veterana en intervenciones de cadera rota por caidas. Y no hay cosa que más le aguante que levantarse del sofá en pleno "pograma" de televisión favorito, ya de entrada les ha mandao con viento diciendo que "no tengo gas, ni me interesa".
Yo, que escucho esto desde el fondo de la casa con la cabeza metida debajo del lavadero, me digo, "pues mira Pérez, tus cursillos antipuertafría han surtido algún efecto". Antes este familiar mío acababa abriéndole la puerta a todo cristo, le han llegado a colocar hasta una Historia de los Jesuitas en 15 tomos.
Como al minuto suena el timbre de la puerta de la casa. Los mismos mendas que han conseguido que les abran el portal por algún medio. Le empiezan a hacer el lio. Yo dejo lo mío y me siento tranquilamente, silencioso como un apache, a ver cómo se desenvuelve la situación.
Modus operandi muy cantoso, nada de finura, dos chicos jóvenes, ni siquiera especialmente bien vestidos, apabullan a la víctima hablando rápido y a la vez, a los escasos intentos de resistencia de mi familiar oponen mágicos "descuentos". Al poco lanzan la bomba: "¿podemos entrar para que nos enseñes las facturas?". Mi familiar les deja entrar y se pone a rebuscar facturas. Sigue el camelo, "le han mandao a usted un papel, pero claro, no lo habrá leído", "pues le corresponde un descuento de tanto"...
Ahí ya digo, "al arma cristianos, que nos quieren degollar". Me presento en el salón, donde los dos pollos, sentados a la mesa grande, se las prometen ya muy felices con mi familiar a punto de soltarles facturas, contrato y DNI.
- "A ver, ¿qué andaís?- suelto desde la puerta del salón, martillo al cinto mientras me seco las manos con un trapo sucio.
- "Aquí, ofreciendo unos descuentos..."
- "Esos en los que te cambias de compañía, o esos en los que a los dos meses resulta que has contratado todos los servicios premium habidos y por haber y te comes unas subidas majas?" (googlear una miaja, si tenéis curiosidad).
Se apagan las sonrisas melífluas. Los dos lobos que se las prometían muy felices ven frustrado el golpe. Literalmente se les cambia la cara. El primero intenta aún una defensa a la desesperada, "pero si es por su bien". El segundo, más veterano sin duda, directamente se levanta y busca la puerta mientras se despide, todavía con el descaro de dejarle el número de móvil apuntado a mi familiar.
- Oye, que venimos de Iberdrola, no te pongas así jefe- me suelta el líder mientras se retiran por secciones hacia la puerta.
- A ofrecer "descuentos", sí, claro. - Le respondo.
- Bueno, llamar si queréis a la central o ir a la oficina más cercana (ni siquiera sabe si en el pueblo hay o donde está cuando se lo pregunto) y os lo confirman. Mandan avisos y claro, la gente mayor no los lee...
- Claro, claro...
- Podéis contratarlo cuando queráis lo que pasa que la gente se le suele pasar porque va en la letra pequeña.
- Pues va a ser que hoy no contratamos nada.
- Bueno, bueno... como quieras.
Portazo y adios. Por pura curiosidad he llamado después a Iberdrola. Esperaba que me dijeran que estos dos son guano motosierrable. Lamentablemente, el Latinoamericano de Iberdrola quería saber DNI y nº de contrato para decirme si efectivamente su empresa había envíado a dos comerciales a casa de mi familiar a dar por trastero...
Eso, también, va a ser que no.
Cuidado pues, andan por ahí fuera.
Estaba hoy en casa de un familiar haciendo una ñapa cuando se han presentado dos simpáticos animalejos. Han tocado el telefonillo desde la calle y se han presentado como "comerciales de gas".
Mi familiar es una persona mayor con problemas de movilildad y ya veterana en intervenciones de cadera rota por caidas. Y no hay cosa que más le aguante que levantarse del sofá en pleno "pograma" de televisión favorito, ya de entrada les ha mandao con viento diciendo que "no tengo gas, ni me interesa".
Yo, que escucho esto desde el fondo de la casa con la cabeza metida debajo del lavadero, me digo, "pues mira Pérez, tus cursillos antipuertafría han surtido algún efecto". Antes este familiar mío acababa abriéndole la puerta a todo cristo, le han llegado a colocar hasta una Historia de los Jesuitas en 15 tomos.
Como al minuto suena el timbre de la puerta de la casa. Los mismos mendas que han conseguido que les abran el portal por algún medio. Le empiezan a hacer el lio. Yo dejo lo mío y me siento tranquilamente, silencioso como un apache, a ver cómo se desenvuelve la situación.
Modus operandi muy cantoso, nada de finura, dos chicos jóvenes, ni siquiera especialmente bien vestidos, apabullan a la víctima hablando rápido y a la vez, a los escasos intentos de resistencia de mi familiar oponen mágicos "descuentos". Al poco lanzan la bomba: "¿podemos entrar para que nos enseñes las facturas?". Mi familiar les deja entrar y se pone a rebuscar facturas. Sigue el camelo, "le han mandao a usted un papel, pero claro, no lo habrá leído", "pues le corresponde un descuento de tanto"...
Ahí ya digo, "al arma cristianos, que nos quieren degollar". Me presento en el salón, donde los dos pollos, sentados a la mesa grande, se las prometen ya muy felices con mi familiar a punto de soltarles facturas, contrato y DNI.
- "A ver, ¿qué andaís?- suelto desde la puerta del salón, martillo al cinto mientras me seco las manos con un trapo sucio.
- "Aquí, ofreciendo unos descuentos..."
- "Esos en los que te cambias de compañía, o esos en los que a los dos meses resulta que has contratado todos los servicios premium habidos y por haber y te comes unas subidas majas?" (googlear una miaja, si tenéis curiosidad).
Se apagan las sonrisas melífluas. Los dos lobos que se las prometían muy felices ven frustrado el golpe. Literalmente se les cambia la cara. El primero intenta aún una defensa a la desesperada, "pero si es por su bien". El segundo, más veterano sin duda, directamente se levanta y busca la puerta mientras se despide, todavía con el descaro de dejarle el número de móvil apuntado a mi familiar.
- Oye, que venimos de Iberdrola, no te pongas así jefe- me suelta el líder mientras se retiran por secciones hacia la puerta.
- A ofrecer "descuentos", sí, claro. - Le respondo.
- Bueno, llamar si queréis a la central o ir a la oficina más cercana (ni siquiera sabe si en el pueblo hay o donde está cuando se lo pregunto) y os lo confirman. Mandan avisos y claro, la gente mayor no los lee...
- Claro, claro...
- Podéis contratarlo cuando queráis lo que pasa que la gente se le suele pasar porque va en la letra pequeña.
- Pues va a ser que hoy no contratamos nada.
- Bueno, bueno... como quieras.
Portazo y adios. Por pura curiosidad he llamado después a Iberdrola. Esperaba que me dijeran que estos dos son guano motosierrable. Lamentablemente, el Latinoamericano de Iberdrola quería saber DNI y nº de contrato para decirme si efectivamente su empresa había envíado a dos comerciales a casa de mi familiar a dar por trastero...
Eso, también, va a ser que no.
Cuidado pues, andan por ahí fuera.
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