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Madmaxista
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Así eran los escraches:
Juan V.D.A.: levantamiento de los comuneros
Juan V.D.A.: levantamiento de los comuneros
Pronto se trasmitió el fuego de la insurreción a Segovia, donde estalló de una manera más sangrienta. Indignada esta ciudad con la venal conducta de sus procuradores a Cortes, y en efervescencia los ánimos, descargó primeramente el furor popular contra dos infelices corchetes que se atrevieron a defender al delegado de la autoridad real. Aquellos desventurados fueron uno tras otro arrastrados por el pueblo con una sogaal cuello, y colgados enseguida por los pies en una horca de improviso levantada extramuros de la población.
Noticiosos de este horrible caso los dos procuradores, Juan Vázquez yRodrigo de Tordesillas, que acababan de regresar de la Coruña, el primero anduvo muy prudente en no presentarse en la ciudad; pero el segundo, o más altivo, o más confiado, sordo a los avisos que con loable caridad le dieron, cometió la imprudencia de acudir vestido de gala á la iglesia de San Miguel donde aquel día se hallaba reunido el ayuntamiento, a dar cuenta del desempeño de su cometido según costumbre. Tordesillas tenia contra si no sólo haber votado el donativo contra los Instrucciones que llevaba, sino también venir agraciado con un buen corregimiento ycon un oficio en la casa de la moneda.
Sabedor el populacho de la ida de Tordesillas al ayuntamiento, congregáronse multitud de cardadores, pelaires y otros artesanos, forzaron furiosos las puertas del templo, hicieron pedazos los capitulos de las Cortes que Tordesillas les entregó, y sin querer oirle se apoderaron violentamente de su persona y le llevaron á la guandoca, donde le echaron una soga a la garganta, y lesacaron arrastrando por las calles dando desaforados gritos de ¡muera el traidor!. En vano el dean yel cabildo entero, revestidos todos y llevando el Santlsimo Sacramento, se presentaron ante la desaforada muchedumbre. Lo que más enternecía y quebrantaba el corazón era ver á un hermano del mismo Tordesillas, fraile franciscano muy grave, vestido como para celebrar el santo sacrificio y con la leche sagrada en la mano, arrodillado, con todos los religiosos de su convento, ante la desenfrenada turba, pidiendo con lágrimas ypor Jesucristo que no mataran a su hermano. Nada bastó a ablandar aquella empedernida gente. Rogábanles los sacerdotes que al menos le permitieran confesarse, ycontestaban que no había más confesor para los traidores que el verdugo. Lleváronle en fin al lugar del suplicio, donde llegó exánime, y colgáronle por los pies de la horca entre los dos ahorcados del dia precedente. Escusado es decir que el pueblo se apoderó tras esto del gobierno de la ciudad, deponiendo á las autoridades reales.