crisis vista desde argentina

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13 May 2007
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Por Virginia Porcella
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Cuando uno va al médico porque no se siente del todo bien y éste lo tranquiliza con un diagnóstico leve de gripe pero le receta un tratamiento de quimioterapia, la tranquilidad dura poco. También cuando de mercados se trata, la potencia del remedio es una señal de la magnitud del problema. Y una inyección de u$s 400.000 millones por parte de los principales bancos centrales del mundo en cinco días para frenar la corrida que se desató entre los inversores ante la crisis de las hipotecas de alto riesgo de los Estados Unidos es, para muchos, un claro indicador de que el enfermo está grave. Si además resulta que la dosis es insuficiente y se descuenta ya un cambio en la medicación, el panorama se vuelve aun más sombrío.

Los indicadores pueden lucir contradictorios pero la secuencia se va cumpliendo inexorablemente. La primera caída fue en real estate, le siguieron las acciones y bonos y, tarde o temprano, las commodities seguirían el mismo camino aunque hoy luzca improbable.

"El problema se salió de control, hay un pánico vendedor y se están viendo muchas noticias negativas y muy pocas positivas", sentenció el gurú Mark Mobius, dueño de Templeton Asset Management, un fondo con u$s 30.000 millones en inversiones en mercados emergentes. Al mismo tiempo que Mobius expresaba su pesimismo, el presidente del Banco Central Europeo aseguraba que "los mercados están volviendo a la normalidad".

La realidad, sin embargo, le dio la razón al primero. El "pánico" inversor tuvo una de sus máximas expresiones el jueves 16, cuando las bolsas de todo el mundo llegaron a anotarse caídas del orden del 2,5% (el índice Dow Jones de la bolsa neoyorquina) al 3,7% (los de las bolsas madrileña y londinense). Igual que en los días anteriores, el impacto en los mercados emergentes fue contundente, con pérdidas de hasta 7% para el MerVal y el Bovespa, que luego se recortaron.

"El problema no es financiero, es económico. De hecho, en el acumulado del año, los principales mercados todavía están arriba, ganando 6% en el caso del Dow Jones, por ejemplo", sostiene Claudio Zuchovicki, gerente comercial de la Bolsa de Comercio. "El desfasaje entre el valor de los activos y los ingresos de la gente se hizo finalmente insostenible. No es sólo una cuestión de liquidez, es una cuestión de solvencia", agrega. Por eso, la enorme inyección de capital por parte de los bancos centrales europeos, de Estados Unidos y Japón es apenas una aspirina, pero con efectos colaterales. "La inyección de liquidez es una reacción de extrema coyuntura pero no es la solución, los bancos tendrán que devolver ese dinero y, por ende, el crédito se mantendrá restringido. Inevitablemente bajará el consumo, lo que lleva a la desaceleración y la caída en el precio de los commodities", completa el cuadro Augusto Darget, titular de la consultora Silver Cloud, para quien la baja de tasas de la Reserva Federal de EE.UU que los mercados dan por descontado antes de fin de año no significará la apertura de un nuevo festival financiero sino que será el reflejo del miedo a la recesión.

CRISIS INVERTIDA. A diferencia de las crisis de los ’90, con epicentro en los mercados emergentes (México, Rusia, Asia, Brasil y la Argentina), esta vez el foco está en la principal economía mundial y son pocos, aparentemente, los que pueden defenderse. "Los mercados emergentes son, en general, percibidos como más riesgosos pero como el spread (sobrecosto) por ese mayor riesgo está inusualmente bajo, esta tasa va a subir", pronostica el premio Nobel Joseph Stiglitz. Pero el economista de la Universidad de Columbia relativiza los efectos: "La magnitud del impacto podrá ser mitigado por el hecho de que las reservas en la mayor parte de estos países es muy grande".

La definición le cabe, en proporción, también a la Argentina. Incluso quienes criticaban la política de acumulación de reservas del Banco Central en los primeros meses del año, celebran hoy que su titular, Martín Redrado, haya comprado durante el primer semestre unos u$s 11.000 millones.

Es que, entre los emergentes, la Argentina lució como el gran perdedor. Si bien el dólar no registró variaciones abruptas después del salto hace un mes a $ 3,17/$ 3,20, el mercado de acciones se retrajo 20% desde que se inició la crisis y los títulos públicos del país acumularon caídas del orden de 30% (el Discount, por caso), casi duplicando el efecto sobre los bonos de otros países como Brasil o México. La señal de mayor preocupación la dio la cotización en baja de los cupones de PBI, que registraron una merma de 28%: los inversores ya no apuestan al fuerte crecimiento de la Argentina como lo hacían hasta hace pocas semanas atrás.

"El castigo para la Argentina es demasiado fuerte y no se condice con los fundamentals de la economía. Hay reservas para tener el dólar bajo control, hay superávit fiscal con lo que nada hace suponer una imposibilidad para pagar y el crecimiento se mantiene", opina el ex secretario de Finanzas, Miguel Kiguel. "Acá influyen otros factores, de índole más psicológica. En situación de turbulencia y necesidad de liquidez, el primer lugar del que se van es la Argentina porque la consideran un país conflictivo y poco confiable. La manipulación del índice de inflación contribuye a eso, porque les refuerza la sensación de que siempre la Argentina los va a perjudicar. Por eso, cuando la plata les deja de sobrar, huyen", agrega el economista.

IMPACTO Y ALERTA. El razonamiento de Kiguel es compartido incluso en algunos despachos oficiales, donde suman más razones para la aversión de los inversores al riesgo-argentino. "El deterioro de las cuentas públicas, cuyo último resultado arrojó un nivel de superávit menor al esperado, y las elecciones también agregan ruido a un mercado muy convulsionado, en pleno fly to quality (vuelo a la calidad)", admiten, al tiempo que lamentan la estrategia agresiva que desde la Secretaría de Finanzas se desplegó en los mercados en los últimos meses a la hora de negociar la tasa para colocar deuda. "Hubiera sido mucho mejor no pelear por medio punto de tasa y profundizar el mercado, mantener el relacionamiento con los inversores, en vez de ir a buscar a Chávez. Eso también los aleja", afirman. De frente a los próximos vencimientos por u$s 2.000 millones hasta fin de año, el plan de Economía es completar los u$s 500 millones aportados por Venezuela con adelantos al Tesoro del Banco Central. Para cubrir las necesidades de financiamiento del próximo año por un total de u$s 6.800 millones, el programa se vuelve mucho más incierto (ver recuadro). Y las condiciones del mercado, consideran, no acompañarán por un buen tiempo.

Las estimaciones del Banco Central, al menos, indican que las turbulencias financieras se extenderán unos tres meses, aunque ningún funcionario de la entidad se arriesga a medir las consecuencias. "Esto recién empieza, todavía no se sabe bien quién está perdiendo ni cuánto. Hoy es imposible determinar la magnitud de las pérdidas", coinciden en el BCRA, donde reconocen lo que pocos en el Gobierno: la crisis global podría resentir el nivel de crecimiento económico de la Argentina el próximo año. No sólo por el menor ingreso de capitales del exterior sino, fundamentalmente, por el riesgo de una caída de exportaciones producto de una baja del precio de las commodities.

La firmeza de la demanda mundial de granos, especialmente de soja, hace pensar hoy que ese escenario es prácticamente imposible pero una desaceleración del crecimiento global podría modificar todo, impactando de lleno en el nivel de recursos de la Argentina vía retenciones. "Por suerte, los precios de los commodities siguen bien firmes. Si llegaran a bajar, eso sería un motivo de preocupación importante para nosotros", reconocen en el Gobierno. Es que las retenciones a las exportaciones, principalmente agropecuarias, explican más de la mitad del superávit fiscal con lo cual una reducción de los precios internacionales implicaría millonarias pérdidas para el Fisco que coincidirían con la fuerte aceleración del gasto de los últimos meses.

"Los precios de las commodities están muy altos, hay margen para que bajen hasta 10% sin que se sufra mucho", minimizó los riesgos Kiguel. "En cuanto bajen un poco los precios internacionales, el Gobierno va a subir las retenciones, no tengo dudas", contrapone Darget.

SIN ACCESO. En lo inmediato, las empresas en busca de fondos fueron las primeras en sentir el cimbronazo. Es el caso de Arcor o Edenor, que tienen suspendidas hasta nuevo aviso sendas colocaciones de obligaciones negociables en el mercado internacional, en busca de dinero fresco para financiar proyectos de inversión. "La mano cambió, ahora jugamos otro partido. Ninguna empresa tiene acceso a los mercados pero tampoco las de otros países emergentes, no es un castigo por riesgo local", sostiene Juan Bruchou, presidente del Citibank en la Argentina, entidad que lideraba ambas emisiones, hoy en el freezer.

Ante el nuevo escenario, a las compañías argentinas les queda la posibilidad de reemplazar la fuente de financiamiento por créditos bancarios a nivel local, lo que en la práctica se considera suicida. "Hoy, nadie se mueve, ninguno quiere dar el primer paso. No hay tasa de referencia cuando no se sabe lo que puede pasar al día siguiente y no sólo los bancos no dan crédito; a las empresas ni se les ocurre pedirlo", aporta Gustavo Casanovas, director de la división Servicios Transaccionales del Citi para el Cono Sur. En este contexto, los movimientos son estrictamente de corto plazo y el único fondeo es el flujo de cuenta corriente. Aun así, para el ministro de Economía, Miguel Peirano, "no existe el más mínimo riesgo de que la crisis financiera afecte a la Argentina".

La realidad de los mercados dice algo distinto.

http://www.revista-fortuna.com.ar/ed_0220/notatapa.html
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