Cortar la relación con progres es duro pero da réditos a largo plazo

Amraslazar

Príncipe del Tabernáculo
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Corría el verano de 2016. Yo por aquella época tenía ya mis discrepancias con el feminismo, siempre las he tenido, pero no había llegado al punto de enfrentarme abiertamente a él. Cuando las feministas de mi círculo de amigos y conocidos soltaban sus exabruptos, se les disculpaba porque, bueno, solo eran chicas, normal que dijeran insensateces.

Entonces estalló el Caso Juana Rivas. Me quedé anonadado ante la desfachatez de las feministas, nuestra clase política, y los medios de comunicación. Fue la primera vez que vi a las claras el poder que había alcanzado el feminismo, que era capaz de defender a una criminal, a una secuestradora de niños, sin que nadie se atreviera a toserle.

Yo veía el caso claro: Los niños son italianos, su lugar de residencia es en Italia. Si el tipo es un maltratador, eso lo tendrán que juzgar los tribunales italianos, que son los competentes en todo caso. Que estamos hablando de un país de Europa Occidental, de la UE, no de Somalia o jovenlandia.

Ni siquiera entraba a cuestionar si el tipo era o no un maltratador, ni ninguno de los dogmas del Feminismo. Era una cuestión de procedimiento tan clara que no cabía ninguna duda sobre ella. De existir ese maltrato, la mujer había sido muy mal asesorada, porque solo estaba enmierdando su caso.

Mi tenue discrepancia fue suficiente para que se me empezara a hacer el vacío a mi alrededor. En mis círculos sociales se dejó de contar conmigo. Mis grupos de amigos dejaron de avisarme para salir de fiesta. Yo me había convertido en "el machista".

Amigos que tenía desde el instituto y desde la universidad. Gente por la que había dado la cara muchas veces. Gente por la que incluso había llegado a los puños. Me dieron de lado en silencio, sin tener la dignidad de dar ninguna explicación, como cobardes.

El caso tuvo la resolución por todos conocida. Nadie me llamó nunca después para reconocer que yo tenía razón, ni para pedirme perdón. Tampoco he visto a ninguna feminista pública reconocer la barbaridad que hicieron ni pedir perdón por ello.

Fue duro, pero hice nuevos amigos, y tuve mucho cuidado de asegurarme de que no ofrecía mi amistad a ningún progre. Cuando estoy conociendo a alguna persona, me fijo en actitudes, dejo caer algún comentario neutral para ver en qué sentido reacciona, y si veo que es progre lo retiro de mi agenda.

En los nuevos grupos en los que me metía, reaccionaba cuando algún progre soltaba el mítin. Con educación y respeto, pero dejaba claro que soltar feministadas y progreces conmigo delante no iba a quedar sin respuesta. Los progres se ponen realmente agresivos cuando ven la mas mínima contestación, y normalmente el resto del grupo reaccionaba con rechazo hacia el progre, porque era el que estaba rompiendo el buen rollo. A la mayoría de gente no le interesan los temas políticos. Cuando el grupo no reaccionaba con rechazo hacia el progre que estaba montando bronca, era señal de que la mayoría eran progres, y que por tanto a mi no me convenía juntarme ahí.

Con el tiempo, he logrado generarme un entorno libre de progres. Y es un gran alivio. Ahora con el caso del Rubiales, puedo hablar tranquilamente delante de todos mis conocidos sobre lo que pienso, sin miedo y sin problemas. Y eso es un beneficio muy grande a nivel de salud mental y espiritual.

Al principio es duro renunciar a amigos de toda la vida porque son progres. Pero, creedme, es la auténtica salud. A largo plazo merece la pena. No penséis en los años de amistad que estáis tirando por la borda, ese tiempo ya lo habéis perdido invirtiendo en alguien que no merece la pena. Pensad en todo el tiempo que os vais a ahorrar y en toda la salud que vais a tener en el futuro por no tener que aguantar a iluso en vuestro entorno. Es una cuestión de amor propio, de quererse y respetarse a uno mismo.

Solo conservo a un amigo progre, que fue el único que no me retiró la palabra cuando el caso Juana Rivas, si no que me dio la razón. Ese me demostró ser una persona que vale. Haced la prueba. No os calléis sobre lo que pensáis por miedo a que os excluyan. Quien lo haga, es que no merece vuestra amistad, y cuanto antes lo sepáis y cortéis la relación, mejor.