Mateo77
Laico católico
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Este video resume el asunto:
Estas profecías provienen de alguien supuestamente fiel a la Iglesia, un sacerdote canadiense, y enlazan con las de Garabandal, Medjugorje y otras. Resulta llamativo que se den detalles tan específicos (apuntan, para regocijo del foro, a que será en octubre de este año). Hay algunos detalles que me llevan a darles algo de credibilidad según mi experiencia personal. Sin embargo, mantengo mis reservas.
Si son ciertas, parece que se están difundiendo por internet, llegarán a todas partes y en breve sabremos el desenlace. El problema es que no lo sean. Tanto Garabandal como Medjugorje o este sacerdote tienen algunos elementos que me hacen desconfiar. Bien pueden ser intromisiones del mal para desacreditar y combatir esas manifestaciones del Cielo, pero también pueden ser señales de que son manifestaciones encaminadas a manipular el desasosiego de muchos fieles con el propósito de volverlos contra la Iglesia o alejarlos de ella por desilusión. Proponen un escenario en el que se va a solucionar tajantemente la crisis en que estamos inmersos (primeramente espiritual, pero que afecta luego a todos los ámbitos de la vida humana). Personalmente creo que, sin dejar de tomar en consideración estas revelaciones, debemos prepararnos para una purificación más similar a las que han tenido lugar en el pasado.
Con la destrucción del Templo de Jerusalén (anunciada por Cristo) el mundo judío se fracturó. Unos se convirtieron al cristianismo y preservaron las Escrituras y lo mejor de la tradición judía a la luz de Cristo, y otros se desperdigaron en comunidades aunque se esforzaron en mantener su identidad (y esto es significativo, da para hablar de ello pero es otro tema). Con la caída del imperio Romano ante los bárbaros ocurrió lo mismo, los cristianos preservaron lo mejor de la herencia clásica mientras el resto se purificaba. Con la caída de Constantinopla y el descubrimiento de América comenzó la purificación del viejo mundo feudal. Ahora está empezando, a mi entender, la purificación del mundo formado por el Renacimiento, la Ilustración, las revoluciones francesa y americana y las ideologías y guerras mundiales del siglo XX.
Aunque la intervención del Cielo puede ser dramática como la que anuncia el padre Rodrigue, pienso que los que tenemos la gracia de la fe en esta época debemos prepararnos para un escenario mucho más árido: una década (o varias, o el resto de nuestras vidas) convulsa a nivel económico, social, geopolítico y religioso. Debemos pensar cómo profundizar en la fe mediante la formación y el establecimiento de comunidades, y cómo transmitirla a quienes Dios ponga en el camino. Con el ruido que hay no se trata ya de hacer proselitismo como advierte el Papa Francisco. La gente está por lo general saturada de información, recelosa, agotada, y es preciso que actúe la gracia (y que sea aceptada) para dar cada paso. Para transmitir la fe en este escenario pienso que hay que buscar dar testimonio a las personas que ponga Dios en nuestro camino pero solamente en la medida en que Dios disponga. Es decir, respondiendo al interés que demuestre cada persona, señalándoles asi el camino para que den el siguiente paso… y el resto queda en manos de Dios.
En un posible escenario de confusión en la Iglesia pienso que quedarán siempre algunos obispos y sacerdotes que se esfuercen en mantenerse fieles, y que los laicos naturalmente nos acercaremos a ellos. También hay que prepararse para una probable persecución más encarnizada por parte de los gobiernos e instituciones seculares, y en general de la sociedad. Se trata de custodiar lo que hemos recibido y transmitirlo a la siguiente generación. Es lo que nos toca, con los recursos de que disponemos sean mayores o menores. Si la ayuda del Cielo es como la que anuncia el padre Rodrigue, que así sea, pero por si acaso hay que prepararse para un escenario más duro. Antes o después acabará la purificación de los males propios de esta época, y la Iglesia florecerá de nuevo.
Estas profecías provienen de alguien supuestamente fiel a la Iglesia, un sacerdote canadiense, y enlazan con las de Garabandal, Medjugorje y otras. Resulta llamativo que se den detalles tan específicos (apuntan, para regocijo del foro, a que será en octubre de este año). Hay algunos detalles que me llevan a darles algo de credibilidad según mi experiencia personal. Sin embargo, mantengo mis reservas.
Si son ciertas, parece que se están difundiendo por internet, llegarán a todas partes y en breve sabremos el desenlace. El problema es que no lo sean. Tanto Garabandal como Medjugorje o este sacerdote tienen algunos elementos que me hacen desconfiar. Bien pueden ser intromisiones del mal para desacreditar y combatir esas manifestaciones del Cielo, pero también pueden ser señales de que son manifestaciones encaminadas a manipular el desasosiego de muchos fieles con el propósito de volverlos contra la Iglesia o alejarlos de ella por desilusión. Proponen un escenario en el que se va a solucionar tajantemente la crisis en que estamos inmersos (primeramente espiritual, pero que afecta luego a todos los ámbitos de la vida humana). Personalmente creo que, sin dejar de tomar en consideración estas revelaciones, debemos prepararnos para una purificación más similar a las que han tenido lugar en el pasado.
Con la destrucción del Templo de Jerusalén (anunciada por Cristo) el mundo judío se fracturó. Unos se convirtieron al cristianismo y preservaron las Escrituras y lo mejor de la tradición judía a la luz de Cristo, y otros se desperdigaron en comunidades aunque se esforzaron en mantener su identidad (y esto es significativo, da para hablar de ello pero es otro tema). Con la caída del imperio Romano ante los bárbaros ocurrió lo mismo, los cristianos preservaron lo mejor de la herencia clásica mientras el resto se purificaba. Con la caída de Constantinopla y el descubrimiento de América comenzó la purificación del viejo mundo feudal. Ahora está empezando, a mi entender, la purificación del mundo formado por el Renacimiento, la Ilustración, las revoluciones francesa y americana y las ideologías y guerras mundiales del siglo XX.
Aunque la intervención del Cielo puede ser dramática como la que anuncia el padre Rodrigue, pienso que los que tenemos la gracia de la fe en esta época debemos prepararnos para un escenario mucho más árido: una década (o varias, o el resto de nuestras vidas) convulsa a nivel económico, social, geopolítico y religioso. Debemos pensar cómo profundizar en la fe mediante la formación y el establecimiento de comunidades, y cómo transmitirla a quienes Dios ponga en el camino. Con el ruido que hay no se trata ya de hacer proselitismo como advierte el Papa Francisco. La gente está por lo general saturada de información, recelosa, agotada, y es preciso que actúe la gracia (y que sea aceptada) para dar cada paso. Para transmitir la fe en este escenario pienso que hay que buscar dar testimonio a las personas que ponga Dios en nuestro camino pero solamente en la medida en que Dios disponga. Es decir, respondiendo al interés que demuestre cada persona, señalándoles asi el camino para que den el siguiente paso… y el resto queda en manos de Dios.
En un posible escenario de confusión en la Iglesia pienso que quedarán siempre algunos obispos y sacerdotes que se esfuercen en mantenerse fieles, y que los laicos naturalmente nos acercaremos a ellos. También hay que prepararse para una probable persecución más encarnizada por parte de los gobiernos e instituciones seculares, y en general de la sociedad. Se trata de custodiar lo que hemos recibido y transmitirlo a la siguiente generación. Es lo que nos toca, con los recursos de que disponemos sean mayores o menores. Si la ayuda del Cielo es como la que anuncia el padre Rodrigue, que así sea, pero por si acaso hay que prepararse para un escenario más duro. Antes o después acabará la purificación de los males propios de esta época, y la Iglesia florecerá de nuevo.
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