Lo primero que hizo Isidoro fue llamar a la Policía Nacional, pero de poco sirvió. Cuando los agentes llegaron, según el atestado, al que ha tenido acceso este diario, compareció Manuel M.P., identificándose como el dueño del local por un acuerdo verbal y, para más inri, reconociendo no haber pagado nada por él.
Las autoridades no pudieron hacer mucho más. Los okupas se quedaban dentro, trabajando a coste cero, mientras que los legítimos dueños eran privados de su local y de todo su contenido. "Nos quedamos sin herramientas, cámara de pintar, elevadores... Y así, de esta manera tan sorprendente, nos arrebataron nuestro negocio. Eso sin contar que además teníamos la obligación de seguir pagando los gastos de luz, agua,comunidad, IBI...", relata Isidoro.