[CIBERACCIÓN] Stop al TTIP y CETA

Armin Tamzarian

Madmaxista
Desde
28 Dic 2008
Mensajes
11.258
Reputación
19.581
Lugar
La zona 0 de la zona 0 de la zona 0 de la zona 0 d
Conste que lo de las ciberacciones me parece una chorrada, pero como no he visto este tema publicado considero que puede ser de interés para alguien. Una vez más, nos van a vender con la excusa de la Libertad...

[Ciberacción] Stop al TTIP y CETA

Lo que esconde el tratado comercial transatlántico

El mensaje desde las fuerzas políticas y económicas hegemónicas parece evidente: “Europa ya está saliendo de la crisis”. Sin embargo, las cifras muestran cómo la realidad es otra: la UE ha registrado dos recesiones en menos de cinco años y tres de las cinco mayores economías de la UE siguen en recesión y registran crecientes cifras de desempleo y un aumento de los precios.

De hecho, según la OCDE de aquí a 2015 el 90% del crecimiento mundial se generará fuera de Europa, y un tercio sólo en China. En esta línea el Consejo Nacional de Inteligencia norteamericano, Asia está desplazando al gigante EE UU y la UE como mayores economías, exportadores y proveedores de inversión extranjera directa. Se estima que Asia tendrá más producto interior bruto (PIB), más gasto militar y más inversión en tecnología que la UE o EE UU. Con una balanza comercial claramente desequilibrada los poderes políticos, económicos y financieros, a ambos lados del Atlántico, preparan la contraofensiva geopolítica ya que aún representan el 40% del PIB mundial y un tercio del comercio internacional. Según Javier Solana, ex alto representante de la política exterior de la UE: “Europa y EE UU se necesitan mutuamente y la cooperación entre ambos lados del Atlántico es clave”. André Sapir, del think thank neoliberal Bruegel, afirma que “se trata de enviarle el mensaje a China de que todavía somos muy importantes”.

La respuesta llega en forma de un polémico tratado comercial transatlántico denominado “Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones” (TTIP, por sus siglas en inglés) o el “sueño europeo-americano”, tal y como lo ha calificado el también exsecretario general de la OTAN Solana. La nueva ronda de negociaciones, iniciadas en julio, tenía previsto reanudarse hoy 7 de octubre en Bruselas a puerta cerrada y con documentos secretos, únicamente accesibles para los grupos de presión empresariales, pero a última hora ha sido desconvocada. Entre los supuestos beneficios de este acuerdo está, según la Comisión Europea, la creación de 400.000 nuevos empleos, una línea en la que también incidió Barack Obama que habló de millones de puestos cualificados.
Sin controles laborales, ni ambientales

Frente a las mentiras de la creación de empleo, la realidad es otra: el TTIP se usará para eliminar regulaciones sociales, laborales y ambientales que hasta la fecha han protegido –de forma desigual– ciertos derechos de las personas. El beneficio será para las grandes empresas transnacionales. Así se deduce de las explicaciones de la Comisión Europea: “la barrera comercial más importante no son los aranceles que se pagan en la aduana, sino los obstáculos detrás de las fronteras, tales como las diferentes normas ambientales y de seguridad […] El objetivo de este pacto comerciales reducir los costes y retrasos innecesarios para las corporaciones…”

Aprovechándose de la violenta crisis el argumento de “crear empleo” neutralizará cualquier preocupación por la salud, los derechos laborales y la crisis ecológica. EE UU se niega a ratificar normas y convenciones de la Organización Internacional del Trabajo sobre derecho a la sindicalización. Mientras tanto, la Comisión Europea acelera los ataques a las políticas salariales exigiendo normas más “flexibles”. Los programas de ajuste estructural y recortes sociales de la troika resultantes de la crisis del euro y la liberalización comercial son dos caras de la misma moneda.
Bruselas está controlada por los lobbies

Según el colectivo Corporate Europe Observatory la Comisión Europea efectuó 130 “reuniones con partes interesadas” en relación a las conversaciones para un acuerdo de libre comercio entre la UE y EE UU. Al menos 119 de estas reuniones –más del 93%– fueron con grandes empresas y sus grupos de presión, entre ellos destacan el Consejo Empresarial Transatlántico y Busi*ness *Europe. Así, este pacto transatlántico plantea numerosos y graves amenazas para la población, el medioambiente y las economías. Asimismo concentrará todavía más poder económico y político en las manos de las elites en ambos lados del Atlántico.
Inseguridad alimentaria y fracking

Corporaciones transnacionales de EE UU están haciendo mucho lobby para rebajar las normas laborales en Europa y deshacerse del Principio de Precaución (sobre el que se basan varias directivas ambientales como la que regula las sustancias químicas peligrosas o las normas de seguridad alimentaria, etc.), con el fin de aumentar sus exportaciones.

El enfoque de la Comisión Europea al negociar las normas de seguridad alimentaria encajarían perfectamente con los continuos intentos por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) de descafeinar el sistema regulador de la UE para los Organismos Modificados Genéticamente al nivel de los EE UU – donde los alimentos transgénicos no requieren una supervisión, pruebas de seguridad o etiquetado. Por su parte, empresas energéticas tienen su vista puesto sobre la extracción de gas y petróleo no convencional mediante la fractura hidráulica (fracking) y podrían usar las negociaciones del TTIP para romper las prohibiciones logradas por las movilizaciones sociales.
Nuevas amenazas a la sanidad pública y a la libertad de expresión

Estas negociaciones incluirían un capítulo sobre inversiones, con el que empresas farmacéuticas y de servicios hospitalarios podrían impugnar legalmente las políticas públicas de salud, algo que ha pasado ya con otros tratado comerciales. Aparte de que la UE ensaya vender los servicios de salud pública a los inversores transnacionales, con el pacto comercial se pretende profundizar en los Derechos de Propiedad Intelectual que debilitaría el acceso de pacientes –especialmente de enfermedades crónicas- a medicinas genéricas. La Asociación Europea de las Medicinas Genéricas (EGA) advierte que cualquier intento de fortalecer los derechos de propiedad intelectual tendrá consecuencias negativas sobre el suministro de medicamentos genéricos”, e impide la producción de medicamentos más baratos y efectivos.

Una de las demandas claves de las patronales en todas las negaciones comerciales ha sido garantizar que la compra pública (contratos de gobiernos locales, autonómicos, estatales) sean abiertos a la competición global, especialmente de cara a los recientes programas económicos que pretenden favorecer contratos con pequeñas empresas locales frente a las empresas multinacionales como una vía de apoyar las economías locales para recuperarse de la crisis financiera.

Colectivos que defienden la libertad de expresión en Internet y el copyleft, y quienes consiguieron frenar el Acuerdo Comercial Anti- Falsificación (ACTA) en el Parlamento Europeo en 2012, tienen muchas razones para estar preocupados porque una nueva versión de ACTA hace parte de las negociaciones de normas más favorables para las corporaciones de la comunicación y la Propiedad Intelectual.
Liberalización de los servicios

El acuerdo de libre comercio UE-EE UU busca una mayor liberalización de todos los sectores de servicios, pero muy en concreto de las políticas de inversión y de los servicios financieros. “Hay rumores cada vez más fuertes [sobre los esfuerzos que están haciendo las grandes corporaciones financieras] para conseguir silenciosamente a través de los acuerdos comerciales lo que no pueden obtener a la vista del gran público”, avisó en Bloomberg News la senadora Elizabeth Warren, miembro de la Comisión de Bancos del Senado de los EEUU. Con el apoyo de la Comisión Europea y el Gobierno del Reino Unido, los grupos de presión empresariales de EEUU y la UE están redactando normas para eliminar regulaciones gubernamentales que limitan los movimientos de capitales así como suprimir los controles sobre los gigantescos transferencias transatlánticos entre las plazas financieras más importantes (Wall Street, City de Londres, Frankfurt, París). El pacto con un capítulo sobre la “protección de inversiones” permitiría asimismo a bancos y fondos de inversión de Wall Street demandar, por ejemplo, al Gobierno griego, si éste resolviese no pagar la deuda ilegítima para garantizar los derechos sociales de la población. El TTIP permitiría a los bancos debilitar o eliminar regulaciones así como demandar a los gobiernos por “perdidas de beneficios potenciales” y recibir compensaciones pagados con los impuestos de la ciudadanía.
Pérdida de empleo y Derechos Laborales

El estudio de impacto de la Comisión Europeo sobre el futuro tratado comercial reconoce que sectores como la ganadería, fertilizantes, agrocombustibles y azúcar sufrirán impactos negativos. También bajarían los ingresos de industrias como la maquinaria electrónica, equipos de transporte y metalúrgica, así como los sectores de productos madereros y papel, servicios a las empresas y comunicación con la consecuente pérdida de puestos de trabajo. Una mayor exportación de EEUU podría agravar además la división intra-europea entre los países “ricos” y “pobres”. Al respecto señala el reciente Informe sobre Comercio y Desarrollo 2013 de la UNCTAD que la estrategia de competir a través de las exportaciones no puede llevarse a cabo por todos sin terminar por empobrecer a los demás países, y, por lo tanto, destrozando a todas las economías que la practican.

Resulta razonable concluir que las políticas de liberalización comercial y de inversiones conllevan una pérdida de empleos y derechos laborales, una mayor precarización y el aumento de desigualdades. Mientras la UE busque la subordinación de sus leyes laborales a los intereses de las grandes empresas, es de esperar que el derecho a la sindicalización, la negociación colectiva, el derecho a la huelga y otros derechos laborales sigan minándose.
El Acta única europea

Este nuevo pacto comercial se enmarca en las políticas de Bruselas iniciadas en la década de los 80, como la entrada del Acta única Europea (1985), el mercado único Europeo que pronosticaban la creación de entre 2 y 5 millones de puestos de trabajo en la UE-12 que existía en el momento. Lo que ocultaban era cuántos empleos se destruirían.

Hoy, veinte años más tarde, en la UE hay 26 millones de personas sin empleo y otras tantas trabajadoras y trabajadores con un sueldo de miseria. En el Reino Unido, más de seis millones de personas de hogares con empleo están sumadas en la pobreza. La entrada en la UE y la adopción del euro causó la desindustrialización parcial de los países mediterráneos. En Grecia, por ejemplo, el Mercado Único ha destruido mucho empleo en el sector manufacturero (-10%) y agrario (-20%).

MÁS INFORMACIÓN:

Vídeo sobre explicativo sobre Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones” (TTIP)

“TTIP” nein danke! NGOs beziehen Position – Update 3.7.13: Neue geleakte Dokumente | PowerShift
https://www.facebook.com/groups/367435400050082/?fref=ts
https://www.facebook.com/events/1409033069308358/

LAS RESISTENCIAS Y LAS RESPUESTAS DE LA SOCIEDAD CIVIL

Un amplio abanico de redes y organizaciones sociales de ambos lados del Atlántico ya han hecho sonar las alarmas. Hay un primer nivel de coordinación para frenar las negociaciones y exponer sus amenazas. La red europea Seattle-to-Brussels Network publicará un informe para explicar las posibles consecuencias de este tratado transatlántico y convocará una reunión en diciembre para coordinar la lucha entre colectivos de EEUU y Europa. Es una importante oportunidad para forjar vínculos con los movimientos sociales anticapitalista de EE UU y acordar estrategias comunes.

En Alemania hay una campaña “TTIP” nein danke!, en Francia se está formando una coalición. En otros países hay procesos similares. El tema está también en la agenda de un encuentro europeo de estrategias frente a las políticas económicas de la UE y de la troika que tendrá lugar del 4 al 6 de octubre en Ámsterdam. Por las redes sociales se han convocado acciones el 24 de noviembre. También en el Estado español se está preparando reuniones para explorar las condiciones de una campaña amplia.

Es un tema que podría entrar en la agenda del 15M y las mareas en defensa de los servicios públicos. Una oportunidad para salir a la calle de forma descentralizada podría ser la semana del 1 al 6 de diciembre, mientras se reúne en Bali la Organización Mundial de Comercio, el Movimiento de Indonesia contra Neocolonialismo e Imperialismo “Gerak Lawan” ha convocado a los movimientos por la justicia global a segundar una semana de lucha contra el “libre” comercio.


Un Acuerdo Transatlántico (y corporativo)


El conocido como TTIP pondrá en riesgo muchos de los logros sociales y ambientales europeos.

Tom Kucharz y Luis Rico, Área de Antiglobalización, Paz y Solidaridad de Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 79.

La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) es un intento de recuperar la hegemonía occidental en el mundo, liberalizando aún más la economía y el comercio. Pero esta nueva huida hacia delante plantea numerosas y graves amenazas para la población, la democracia y el medio ambiente, al concentrar todavía más poder económico y político en las manos de las elites comerciales y financieras a ambos lados del Atlántico.

En junio de 2013 comenzaron las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EE UU) para acordar la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) o el “sueño europeo-americano”, tal y como lo ha calificado el ex Secretario General de la OTAN y ex Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana. Desde entonces, la Dirección General de Comercio de la UE y la Oficina del Representante de Comercio de EE UU se están moviendo, a espaldas de la ciudadanía, para sacar adelante un pacto comercial que, de llevarse a cabo, tendrá un impacto más que considerable en la población a ambos lados del Atlántico.

Estas negociaciones surgen en un momento en que, según el FMI, de aquí a 2015 el 90% del crecimiento mundial se generará fuera de Europa, y un tercio del mismo tendrá lugar en China [1]. En esta línea el Consejo Nacional de Inteligencia norteamericano afirma que Asia está desplazando a EE UU y la UE como mayores economías y como exportadores y proveedores de inversión extranjera directa. De hecho se prevé que en 2050 ninguna de las economías más grandes del mundo sea europea.

Para tratar de revertir esta tendencia, las dos potencias a ambos lados del Atlántico preparan la contraofensiva geopolítica, ya que aún representan el 40% del PIB mundial y un tercio del comercio internacional. Así, el TTIP surge como un intento de recuperar la hegemonía occidental en el mundo, creando el “área de libre comercio más grande del planeta”.

Antes de nada, un poco de propaganda informativa

Como sucede antes de cada negociación de un tratado comercial, la Comisión Europea (CE) ha publicado una serie de notas de prensa e informes [2] preconizando sus enormes ventajas para la población europea. Entre los supuestos beneficios de este acuerdo está, según la Comisión, la creación de 400.000 nuevos empleos anuales y un crecimiento del 1% anual de la economía europea, una línea en la que también incidió Barack Obama que habló de millones de puestos cualificados. Estas cifras provienen de un estudio del Centre for Economic Policy Research, que curiosamente ha sido financiado por multinacionales como Deutsche Bank, BNP Paribas, Citigroup, Banco Santander, Barclays o JP Morgan.

Los modelos en los que se ha basado dicho estudio han sido puestos en cuestión tanto por profesores universitarios [3], como por el propio Parlamento Europeo [4]. De hecho, el estudio de impacto interno que realizó la propia CE [5] contradice las mismas cifras que utiliza como propaganda, disminuyendo el crecimiento a un 0,1% y alertando de la previsible pérdida masiva de empleos en varios sectores, especialmente en las pequeñas explotaciones agrarias y ganaderas, que pueden quedar totalmente desplazadas ante la agroindustria estadounidense. El estudio también advierte de la pérdida de ingresos –y la consecuente pérdida de puestos de trabajo– en industrias como la maquinaria electrónica, equipos de transporte y metalurgia, así como los sectores de productos madereros y papel y en las empresas de comunicación y servicios.

Las multinacionales, en la trastienda de las negociaciones

No hay más que ver qué actores están impulsando el tratado comercial transatlántico para ver quiénes quieren sacar mayor partido de este. Pese a que las negociaciones están teniendo lugar a puerta cerrada y con documentos secretos, las multinacionales no han tenido problemas para estar en contacto directo con los negociadores. Según el colectivo Corporate Europe Observatory [6] la CE efectuó 130 reuniones con “partes interesadas” en relación a las conversaciones para un acuerdo de libre comercio entre la UE y EE UU. Al menos 119 de estas reuniones –más del 93%– fueron con grandes empresas y sus grupos de presión, entre los que destacan el Consejo Empresarial Transatlántico y BusinessEurope, que han reflejado en varias ocasiones la importancia de alcanzar el acuerdo [7].

De manera diáfana, la propia CE ha reconocido que: “la barrera comercial más importante no son los aranceles que se pagan en la aduana, sino los obstáculos detrás de las fronteras, tales como las diferentes normas ambientales y de seguridad […] El objetivo de este pacto comercial es reducir los costes y retrasos innecesarios para las corporaciones” [8]. Por ello, el TTIP se centrará en la equiparación de la legislación a ambos lados del Atlántico, lo que según las empresas puede aumentar sus beneficios en más de 25.000 millones de euros anuales [9] (ver cuadro), y en la liberalización de nuevos sectores.

Cuadro: Previsiones de aumento de ingresos de las grandes empresas con el TTIP. Fuente: [9]

¿Qué supone la equiparación de la legislación y la liberalización de nuevos sectores?

Frente a las proclamas de la CE de que la equiparación legislativa solo eliminará trabas burocráticas pero no se usará para eliminar regulaciones sociales, laborales y ambientales que hasta la fecha han protegido –de forma desigual– ciertos derechos de las personas, las presiones de la industria hacen temer un escenario en que haya una equiparación a la baja de la regulación europea y estadounidense. Recientemente, la red europea de lucha contra la globalización neoliberal Seattle to Brussels ha publicado un exhaustivo informe en el que se analizan las presiones de la industria y las amenazas que penden sobre los derechos de la ciudadanía a ambos lados del Atlántico [10].

En primer lugar se teme una pérdida de derechos laborales, habida cuenta de que EE UU se niega a ratificar convenciones de la Organización Internacional del Trabajo sobre el derecho a sindicarse y la CE, junto al resto de la Troika, están exigiendo bajadas salariales y normas más flexibles. Las negociaciones del TTIP pueden suponer por lo tanto, una excusa perfecta para llevar a cabo estas reformas laborales.

Otro de los grandes objetivos de las transnacionales es rebajar las normas ambientales, atacando con especial énfasis el Principio de Precaución sobre el que se basan varias directivas ambientales (como la que regula las sustancias químicas peligrosas o las normas de seguridad alimentaria, etc.) con el fin de aumentar sus beneficios [11]. La industria propone basar la legislación en “ciencia fundada” obviando la dificultad de probar irrefutablemente la peligrosidad de sustancias que actúan a largo plazo y en combinación con múltiples factores [12].

Este enfoque se suma a las negociaciones relativas a las normativas de seguridad alimentaria, donde la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria pretende de manera sistemática descafeinar el sistema regulador de la UE para los organismos modificados genéticamente y bajarlos al nivel de EE UU, donde los alimentos transgénicos no requieren supervisión, pruebas de seguridad o etiquetado. Con ello Europa podría ver las puertas abiertas a centenares de productos transgénicos o de sustancias prohibidas en la ganadería europea como la ractopamina o la somatropina bovina recombinante.

A este marco desregulador se suman las empresas energéticas cuyo objetivo es extraer petróleo y gas no convencional. Las negociaciones del TTIP pueden ser usadas para tumbar las prohibiciones del fracking logradas gracias a las movilizaciones sociales y haría prácticamente imposible cualquier intento de limitar la entrada de combustibles muy contaminantes (como los provenientes de las arenas bituminosas o del gas de esquisto), como ya ha ocurrido con la Directiva Relativa a la Calidad de los Combustibles, que muy difícilmente verá la luz como consecuencia de la firma, este pasado mes de octubre, del Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y Canadá, país con abundante petróleo no convencional.

Otro aspecto que se está negociando y donde las multinacionales están presionando con ahínco, es la regulación de la propiedad intelectual, tras el fracaso del Acuerdo Comercial Antifalsificación, tumbado por el Parlamento Europeo. Retomando las partes más polémicas de dicho acuerdo, la industria busca aumentar las penas por compartir archivos en Internet y tener derecho de acceso a la información cibernética de las personas lo cual, como se ha demostrado con el escándalo de Snowden, tiene el doble objetivo de vigilar a la población y de ofrecer a las compañías datos que pueden usar con fines comerciales.

De endurecer los derechos sobre propiedad intelectual, se pondría en jaque el acceso a medicamentos genéricos. Esto se une a las perspectivas del TTIP de liberalizar la mayoría de los sectores de la economía, lo que tendría como inmediata consecuencia la –aún mayor– privatización de los servicios públicos. De esta manera la salud pública podría quedar en manos de las transnacionales, dificultando su acceso a las personas de menores ingresos.

Con todo, el TTIP supondría una nueva vuelta de tuerca en el proceso de liberalizaciones y privatizaciones que ya está padeciendo la población europea, y cuyas consecuencias se han traducido en recortes, despidos, pérdida de derechos y de calidad de los servicios, al poner la rentabilidad económica por encima de todo lo demás. Las consecuencias no pueden ser otras que el aumento de la precariedad de la población y de la carga para las clases con menos ingresos, especialmente para las mujeres, que suelen ser las encargadas de cubrir los cuidados más básicos cuando el Estado se desentiende de ellos, lo que profundiza una sociedad patriarcal y desigual.

Un polémico capítulo de protección de las inversiones

En las negociaciones del acuerdo transatlántico se está viendo la posibilidad de incluir un capítulo de protección de las inversiones, con el que las empresas podrían desafiar legalmente en tribunales internacionales poco transparentes las políticas públicas ambientales, sociales o de protección de la salud, algo que ya ha ocurrido con otros tratados comerciales [13]. Esto incidiría sobre las ya de por sí problemáticas consecuencias de la equiparación legislativa y de la liberalización que se espera en el resto de capítulos del TTIP, pues dificultará cualquier cambio de políticas en el futuro si estas chocan con los intereses de las grandes empresas.

La inclusión de este capítulo no es segura, pues muchos Estados miembros de la UE han expresado el temor de verse sumidos en multitud de batallas jurídicas con la industria legal estadounidense, la cual es experta en el mecanismo de Solución de Diferencias entre Inversores y Estados (SDIE). De hecho el Mandato dado por el Consejo Europeo a la CE para la negociación del TTIP expresa sus dudas sobre la inclusión de dicho capítulo y trata de regular más que nunca el SDIE, a sabiendas de su arbitrariedad, de su no desdeñable impacto sobre las arcas públicas [14] y de que aún no está decidido sobre qué presupuesto recaerán las sanciones, si sobre el de la UE o sobre el de los Estados miembros. Sin embargo, la CE está presionando fuertemente para incluir este mecanismo, como demuestra en otros dos artículos de su paquete propagandístico en defensa del SDIE [15], donde en un ejercicio de surrealismo e imprecisión informativa, al más puro estilo del Pierre Menard de Borges, niega, confirma y soluciona los problemas de este mecanismo.

Reforzando el neoliberalismo para occidentalizar el mundo

Este pacto transatlántico plantea numerosas y graves amenazas para la población, la democracia y el medioambiente, al concentrar todavía más poder económico y político en las manos de las elites comerciales y financieras a ambos lados del Atlántico. Esta es la principal estrategia de la UE y de EE UU para no dejar escapar el control planetario así como para fijar los estándares del comercio mundial en el siglo XXI. Así lo expresa de forma nítida un documento interno filtrado de la Dirección General de Comercio de la CE: “El progreso que podemos hacer conjuntamente [EE UU y UE] sentando las bases de los nuevos modelos de ‘capitalismo estatal’, puede servir como un instrumento para apuntalar una interpretación particular del nuevo orden económico liberal global” [16].

En las manos de la población europea y estadounidense está el impedir que esta “huida hacia delante” de la crisis económica, social y ecológica llegue a buen término. Por eso organizaciones de consumidores, grupos ecologistas y feministas, sindicatos y diferentes asociaciones de ámbitos tan heterogéneos como los derechos humanos, la cultura libre o el comercio justo, están empezando a movilizarse para confrontar las negociaciones transatlánticas.
Notas

[1] FMI, 2013 Perspectivas de la Economía Mundial.

[2] Comisión Europea, 2013. FAQ on the EU-US Transatlantic Trade and Investment Partnership (‘TTIP’).

[3] George y Kirkpatrick, 2006. Methodological issues in the impact assessment of trade policy: experience from the European Commission’s Sustainability Impact Assessment (SIA) programme Impact Assessment and Project Appraisal, 24, 325-334. y George, 2013. What’s really driving the EU-US trade deal?

[4] European Parliament Impact Assessment Unit, 2013. Initial appraisal of a European commission Impact Assessment. European Commission proposal to authorise the opening of negotiations on a Transatlantic Trade and Investment Partnership between the European Union and United States of America.

[5] Comisión Europea, 2013. Impact Assessment Report on the future of EU-US trade relations.

[6] Corporate Europe Observatory, 2013. European Commission preparing for EU-US trade talks: 119 meetings with industry lobbyists.

[7] http://trade.ec.europa.eu/consultat...

[8] Comisión Europea, 2013. European Union and United States to launch negotiations for a Transatlantic Trade and Investment Partnership. Nota de Prensa. 13/02/13.

[9] FTI Consulting, 2012. EU-US free trade agreement: is it in the air?

[10] Bizzarri, 2013 A Brave New Transatlantic Partnership. Seattle to Brussels Network.

[11] Hansen-Kuhn y Suppan, 2013. Promises and Perils of the TTIP: Negotiating a Transatlantic Agricultural Market. Institute for Agriculture and Trade Policy.

[12] Ver artículo de VA Buonsante: “El TTIP y las sustancias químicas” en esta misma revista.

[13] Ver el artículo sobre tratados bilaterales de inversiones, de los mismos autores, en esta revista.

[14] Eberhardt, 2013. A Transatlantic Corporate Bill of Rights. Seattle to Brussels Network.

[15] Comisión Europea, 2013: Factsheet on Investor-State Dispute Settlement; y Comisión Europea, 2013: Incorrect claims about investor -state dispute settlement

[16] Carta filtrada de Denis Redonnet, Jefe de Unidad de Estrategias Comerciales de la Dirección General de Comercio de la CE al Comité de Política Comercial del Consejo Europeo.
 
Volver