TORREVIEJO
El genuino
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No se puede nadar contracorriente, sin riesgo de desfondarse y ahogarse, ni salirse de las reglas del juego y las de la Ley d’Hondt son bipartidistas y obligan a la concentración del voto. Quien lo dispersa, pierde, sin remedio. PP, Ciudadanos y Vox tenían que haber pactado ir en candidaturas unitarias, no sólo en las circunscripciones pequeñas, en todas, y también en el Senado, por supuesto. Nadie ha movido un dedo hacia la racionalidad y a eso, entre otras cosas, debe haberse referido ese oportunista que es Pedro Sánchezacusando a la derecha de tener “mucha testosterona y poca neurona”. En Navarra, ante el peligro en que se encuentra la Comunidad Foral, UPN, PP y Ciudadanos concurren en la candidatura “Navarra suma”. ¿Hacen mal? No. Hacen muy bien. Es de extrema necesidad.
Ya que esa oportunidad ni tan siquiera ha sido contemplada, Santiago Abascal, si eres patriota, retira las candidaturas de Vox. Por patriotismo. Tus dos objetivos –sustituir a la “derechita fistro” y desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa- son contradictorios, contrapuestos; cada uno impide el otro. Mucho me temo que lo que a ti realmente te importa es el primero. En un libro entrevista que has hecho con el vetusto pornógrafo Fernando Sánchez Dragó afirmas que “la capacidad de Vox para atraer a gran parte del electorado del PP es real. Yo diría que por lo menos a un 70 por ciento”. En el mitin de Barcelona lo expresaste con meridiana claridad: “Sustituiremos a la derechita fistro”. Pero darás, Abascal, cuatro años más a Pedro Sánchez, con el riesgo de que gobierne con un Podemos que lleva en su programa el referéndum de secesión y con los separatistas. La izquierda va a perder en votos, pero ganará en escaños, por la división, así que el imperativo ético es que retires las candidaturas.
La respuesta de los tuyos es rápida: que las retiren Pablo Casado y Albert Rivera, la derechita fistro y la veleta naranja, pero su patriotismo no llega al que tú proclamas de estar dispuesto a defender la unidad de España “hasta las últimas consecuencias”. Porque, aquí y ahora, defender la unidad de España es desalojar a Pedro Sánchez y terminar con el dominio y el chantaje de los golpistas. Lo demás es comentario.
Puedes controlar todo el panorama político y situarte en el fiel de la balanza manteniendo las candidaturas al Congreso de Madrid, Barcelona y Valencia. La magnanimidad de tu patriotismo elevaría una oleada de admiración y de entusiasmo en el pueblo español. Dejarías claro que te mueven los principios y no resentimientos, frustraciones o ambiciones personales, que Vox es un proyecto de altura y no una mera escisión del PP y, al tiempo, arrasarías en las elecciones europeas, donde es tan importante que los identitarios sean mayoría en el Parlamento Europeo, y romperías el sistema pudiendo poner en práctica, a medio plazo, el programa de tu partido, con el que me siento tan identificado, porque está en textos míos muy anteriores a que Vox iniciara su andadura.
¿De qué serviría que sustituyas a la derechita fistro, de la que tú formaste parte sin levantar mucho la voz, si la división concede cuatro años de gobierno a la antiEspaña? Estás colaborando, objetivamente, al suicidio colectivo. No estás haciendo reclamaciones a la grandeza de un gran proyecto nacional sino incitaciones al resentimiento y a emociones insanas como el repruebo, al tiempo que llevas una carrera alocada y presurosa hacia el nepotismo de partida y la corrupción como estación de término, acompañado por empresarios venales, especialistas en la estafa, el esclavismo laboral y el descarado alzamiento de bienes.
Para liderar a la nación, menos vanidad, menos retórica hueca y más altura de miras, más capacidad de sacrificio, más mirada larga. Tengo mucho a favor de que el PP, en el que tú militaste y del que viviste, desaparezca. Es un pilar del régimen del 78, un antro de corrupción y hay muchos síntomas de que la renovación es ficticia y cosmética. Publicamos, y el caso es ilustrativo, el apego a las sagas de la corrupción en el PP alicantino.
El PP se hundió en la peor de las corrupciones, la ideológica, hasta terminar manteniendo, incluso con mayoría absoluta, la degradante y destructiva agenda Zapatero. La retahíla de esa infame pesadilla la conoces bien, como el resto de los españoles: negociación con ETA, ley del aborto, ley de memoria histórica, ley integral de violencia de género… Ese inmenso insulto, esa inmensa traición de hacer justo lo contrario de para lo que se reclamaba el voto. Merecen desaparecer, pero lo que ya no puede deteriorarse más es España, lo que no puede desaparecer con tanto embate de demolición es España.
Obliga con tu gesto de estadista a cambiar la ley electoral, quitando la llave de la gobernabilidad a los separatistas.
Sustituir al PP es un objetivo menor al lado de salvar a España. No espero ninguna respuesta, no soy tan ingenuo, pero asumo mi responsabilidad.
En esta hora decisiva del devenir patrio, se impone la grandeza de miras: si eres patriota, hasta sus últimas consecuencias, retira las candidaturas de Vox, dejando Madrid, Barcelona y Valencia. Así demostrarías que no buscas el mero desquite, ni te mueven las subvenciones ni el botín electoral, sino que tu única pasión dominante es España. Todo por España.
Ya que esa oportunidad ni tan siquiera ha sido contemplada, Santiago Abascal, si eres patriota, retira las candidaturas de Vox. Por patriotismo. Tus dos objetivos –sustituir a la “derechita fistro” y desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa- son contradictorios, contrapuestos; cada uno impide el otro. Mucho me temo que lo que a ti realmente te importa es el primero. En un libro entrevista que has hecho con el vetusto pornógrafo Fernando Sánchez Dragó afirmas que “la capacidad de Vox para atraer a gran parte del electorado del PP es real. Yo diría que por lo menos a un 70 por ciento”. En el mitin de Barcelona lo expresaste con meridiana claridad: “Sustituiremos a la derechita fistro”. Pero darás, Abascal, cuatro años más a Pedro Sánchez, con el riesgo de que gobierne con un Podemos que lleva en su programa el referéndum de secesión y con los separatistas. La izquierda va a perder en votos, pero ganará en escaños, por la división, así que el imperativo ético es que retires las candidaturas.
La respuesta de los tuyos es rápida: que las retiren Pablo Casado y Albert Rivera, la derechita fistro y la veleta naranja, pero su patriotismo no llega al que tú proclamas de estar dispuesto a defender la unidad de España “hasta las últimas consecuencias”. Porque, aquí y ahora, defender la unidad de España es desalojar a Pedro Sánchez y terminar con el dominio y el chantaje de los golpistas. Lo demás es comentario.
Puedes controlar todo el panorama político y situarte en el fiel de la balanza manteniendo las candidaturas al Congreso de Madrid, Barcelona y Valencia. La magnanimidad de tu patriotismo elevaría una oleada de admiración y de entusiasmo en el pueblo español. Dejarías claro que te mueven los principios y no resentimientos, frustraciones o ambiciones personales, que Vox es un proyecto de altura y no una mera escisión del PP y, al tiempo, arrasarías en las elecciones europeas, donde es tan importante que los identitarios sean mayoría en el Parlamento Europeo, y romperías el sistema pudiendo poner en práctica, a medio plazo, el programa de tu partido, con el que me siento tan identificado, porque está en textos míos muy anteriores a que Vox iniciara su andadura.
¿De qué serviría que sustituyas a la derechita fistro, de la que tú formaste parte sin levantar mucho la voz, si la división concede cuatro años de gobierno a la antiEspaña? Estás colaborando, objetivamente, al suicidio colectivo. No estás haciendo reclamaciones a la grandeza de un gran proyecto nacional sino incitaciones al resentimiento y a emociones insanas como el repruebo, al tiempo que llevas una carrera alocada y presurosa hacia el nepotismo de partida y la corrupción como estación de término, acompañado por empresarios venales, especialistas en la estafa, el esclavismo laboral y el descarado alzamiento de bienes.
Para liderar a la nación, menos vanidad, menos retórica hueca y más altura de miras, más capacidad de sacrificio, más mirada larga. Tengo mucho a favor de que el PP, en el que tú militaste y del que viviste, desaparezca. Es un pilar del régimen del 78, un antro de corrupción y hay muchos síntomas de que la renovación es ficticia y cosmética. Publicamos, y el caso es ilustrativo, el apego a las sagas de la corrupción en el PP alicantino.
El PP se hundió en la peor de las corrupciones, la ideológica, hasta terminar manteniendo, incluso con mayoría absoluta, la degradante y destructiva agenda Zapatero. La retahíla de esa infame pesadilla la conoces bien, como el resto de los españoles: negociación con ETA, ley del aborto, ley de memoria histórica, ley integral de violencia de género… Ese inmenso insulto, esa inmensa traición de hacer justo lo contrario de para lo que se reclamaba el voto. Merecen desaparecer, pero lo que ya no puede deteriorarse más es España, lo que no puede desaparecer con tanto embate de demolición es España.
Obliga con tu gesto de estadista a cambiar la ley electoral, quitando la llave de la gobernabilidad a los separatistas.
Sustituir al PP es un objetivo menor al lado de salvar a España. No espero ninguna respuesta, no soy tan ingenuo, pero asumo mi responsabilidad.
En esta hora decisiva del devenir patrio, se impone la grandeza de miras: si eres patriota, hasta sus últimas consecuencias, retira las candidaturas de Vox, dejando Madrid, Barcelona y Valencia. Así demostrarías que no buscas el mero desquite, ni te mueven las subvenciones ni el botín electoral, sino que tu única pasión dominante es España. Todo por España.
