La inmensa mayoría de gente vende su voto a cambio de promesas que sabe que nunca se cumplirán. Es decir, lo regalan.
Me parece mucho más inteligente vender el voto a cambio de algo real.
En África y en Iberoamérica es lo más habitual del mundo. Democracias avanzadas donde la gente sabe que si el político quiere su voto tiene que darles a cambio una bolsa de comida, una lámina de zinc para el techo de su chabola o dinero en efectivo.
Y lo mejor, es que le aceptan los regalos a todos los políticos y después se abstienen...