Que nadie se engañe. Esto no tiene que ver ni con la privacidad ni con la ley de protección de datos.
Es pura y llanamente cuestión de dinero.
Con las aplicaciones de mensajería instantánea tipo Whatsapp, Line, Viber y demás, el negocio del siglo que eran los SMS a 18 céntimos cada uno se les vino abajo. Algo que encajaron, hasta que esas mismas aplicaciones empezaron a ofrecer llamadas mediante VoIP que, si bien al principio la calidad dejaba bastante que desear, ahora es más que decente. Y alguien ha decidido que están invadiendo demasiado terreno y por eso empiezan ahora a soltar sus sabuesos de caza: los reguladores europeos.