Menéame nace cuando Ricardo Galli decide montar un digg en español porque, según blogueó en su día, había gente que hasta ponía en su currículum que era administrador en Barrapunto, "como si eso fuera un título nobiliario". En aquel entonces, Barrapunto era el portal de promoción de noticias colaborativo por excelencia, en España.
Así que los barrapunteros nos fuimos a Menéame para encontrarnos con un portal donde las notícias que enviábamos subían a portada con nuestros votos y no dependiendo de la bendición de un administrador, arbitrario y subjetivo. Fue un power to the people. Podíamos promover entre iguales los comentarios y las noticias, sin que tuviera que mediar una élite.
Pasó el tiempo y el voto se complicó, aparecieron toda suerte de votos negativos y, en vez de que cada uno votara a favor de lo que le saliera del nabo sin tener que justificarse ni atenerse a más bandera que sus bemoles, se comenzó a pedir explicaciones ante cada decisión del usuario. La cosa se convirtió en una burocracia soviética en la que lo que no era irrelevante porque yo lo valgo, era duplicado, o spam, o amarillento, o cansino, o microblogging. Aparecieron unas normas de uso férreas que empezaron a prohibir que si este foro porque es de magufos, que si tanto vídeo no que esto no es un videoblog, que si no hagas comentarios en lo que nos envíes, que si no envíes subastas ni búsquedas, que si eso ya se envió el cuarenta y cinco de abril del dos mil dos, que si estás manipulando las noticias, patatán. Y aparecieron mil administradores todo el puñetero día dándole a la tecla para controlar aquello.
Y Menéame se convirtió en otro Barrapunto. En un foro donde la masa se había convertido en otro currito controlado por una élite que determinaba, actuando al margen de lo que pensara la red social, qué contenidos interesaban y cuales debían descartarse. Cuesta creerlo, pero lo cierto es que con tanta normativa y tanta reglamentación han ahogado la libertad del producto y lo están matando a base de tratar de controlarlo y dirigirlo hacia donde ellos creen.
Es una cuestión de tiempo que Menéame, ahora convertido en lo que nació para combatir, deje de tener interés e inicie un lento declive.
Eso sí, muchos se han dejado ahí demasiadas horas para que luego sean otros los que se hayan estado ganando los cuartos. Da que pensar.