Brecha salarial en A Coruña: los sectores en los que las mujeres cobran menos que los hombres

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Brecha salarial en A Coruña: los sectores en los que las mujeres cobran menos que los hombres



La banca y la industria, dos de los apartados profesionales en los que hay más diferencia | Los hombres ganan más con la edad y los de más de 55 son los mejor pagados, pero en las mujeres el salario desciende a partir de los 45 años



La brecha salarial existe en A Coruña. De acuerdo con los últimos datos del Instituto Galego de Estadística (IGE), correspondientes al año 2019, las trabajadoras coruñesas ingresan de media 8,3 euros por hora trabajada, frente a los 9,8 de los varones. Esto es, un 15,3% menos.

Esta brecha de ingresos se hace patente en todos los sectores para los que el IGE ofrece datos.
  • La mayor desproporción se da en la agricultura y pesca, donde las mujeres cobran un 27,8% menos que los hombres y tienen una remuneración de 5,7 euros por hora, la más baja de todos los sectores. Sin embargo, el IGE señala que los datos pueden no ser fiables, ya que se han contabilizado a pocas mujeres en este apartado.
  • Pero se ve una desproporción casi tan alta, del 25,2%, en la industria manufacturera.
  • En las actividades financieras y de seguros se alcanza un 23,2%.
  • En los trabajadores del comercio y de los talleres de reparaciones la brecha es del 19,8%.
  • Les sigue, con una diferencia del 16,3% en detrimento de las mujeres, el apartado que agrupa a las actividades inmobiliarias, científicas, administrativas y de servicios.
  • En los trabajos artísticos y de entretenimiento la desproporción es similar, del 16,1%.
  • En la educación, la Administración Pública y las actividades sanitarias y servicios sociales, trabajos feminizados, las coruñesas ganan un 12,8% menos.
  • En la hostelería, transporte y almacenamiento la brecha es del 11,2%.
  • Y en la información y comunicaciones es casi tan alta, de un 10,9%.
  • La menor desproporción se da en la construcción, con un 7,2%.

Esta diferencia no significa que las mujeres cobren menos por exactamente el mismo trabajo, sino que desempeñan oficios menos remuneradores, están en categorías profesionales más bajas y perciben menos complementos.
"El techo de cristal es un techo de hormigón en muchos sectores"
Pero, según argumentan las profesoras e investigadoras de Sociología de la Universidade da Coruña (UDC) Matilde Massó y Montserrat Golías, la brecha “es un indicador de injusticia y desigualdad de género claro y objetivo”.
Según explican, esto se configura de varias maneras. Las mujeres se ven más afectadas por la precariedad que los hombres, y estos acceden más, y antes, a altos cargos, mientras que las mujeres chocan con barreras “culturales y administrativas”. “El techo de cristal es en realidad, un techo de hormigón en muchos sectores”, indican las investigadoras.
En el conjunto del país tres de cada cuatro trabajadores a tiempo parcial son mujeres, recuerdan Massó y Golías, y “la mayoría” querrían estar a tiempo completo pero no pueden por falta de oportunidades laborales o porque asumen los cuidados.
Peor desarrollo profesional
Y es que las carreras de los hombres son más exitosas. Los coruñeses de entre 16 y 35 años cobran 8,8 euros la hora, pero sus sueldos van subiendo constantemente hasta llegar a los 12,7 euros a partir de los 55 años: este grupo tiene el salario más alto tanto en hombres como en mujeres.
Las féminas perciben 7,77 euros por hora hasta los 36 y suben a 10,2 entre los 35 y los 45, pero luego los sueldos descienden y nunca recuperan los 10 euros por hora.
Una de las explicaciones es la “maternidad”, pues sus obligaciones, así como los cuidados de los mayores, recaen en las mujeres. Si no hay igualdad de salarios, señalan Massó y Golías, es porque tampoco hay “una verdadera corresponsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados”. La maternidad es uno de los “sesgos ocultos de género” que penalizan a las mujeres en los procesos de selección y promoción.
Las docentes participaron en una investigación sobre la brecha salarial en las universidades españolas, instituciones en las que las mujeres ganan un 16,7% menos en los complementos salariales totales, un 10,9% en el salario global.
Se debe a que ocupan categorías profesionales más bajas y, “sobre todo, a la producción investigadora”, explican las sociólogas, y los sesgos penalizan a la carrera profesional de las mujeres, que “depende de la capacidad de acumular méritos investigadores y docentes que cumplan determinados requisitos sustantivos de calidad, y del reconocimiento de los mismos”.
Otro sesgo pernicioso, explican, provoca que las profesiones feminizadas estén “peor remuneradas” ya que las competencias que requieren, como “el buen trato o la empatía” se “presupone que son naturales a las mujeres y, por tanto, no son valorizadas por el mercado”. Así, “cuando un sector o industria se feminiza se precariza”, como el enlatado de la industria conservera, los cuidados u otras ocupaciones de los servicios.
"Las profesiones feminizadas están peor remuneradas"
Educación y cultura
¿Y de dónde nace esta brecha? Para Massó y Golías, la igualdad de oportunidades, “formal” y no “en la práctica” y las diferencias ya se encuentran en los primeros agentes socializadores: la familia y la escuela. "No hay más que echar un vistazo a los libros de texto”, insisten.
La educación y las “expectativas” de los padres reproducen los roles de género. Así, orientan a las chicas a la educación y las ciencias de la salud y a los jóvenes a carreras más técnicas. Y a esto se suman los discursos que llegan de los medios de comunicación, la publicidad o las redes sociales, que “contribuyen al mantenimiento de estos valores ya caducos”.
Para corregir la brecha, piden políticas públicas ajustadas a “la problemática de cada sector en particular” con normativa que favorezca la igualdad y una “mayor inversión de recursos” para compatibilizar el trabajo con la maternidad.
En cuanto a empresas, sindicatos y agentes sociales, las investigadoras les pidan que conviertan la igualdad en “asunto prioritario”, y, en el ámbito privado, reclaman asumir la corresponsabilidad en el cuidado de las personas dependientes.