Nunca he entendido porque no hay un IVA común para todo. Que haya varios tipos es una fórmula brutal para que el estado pueda decidir qué sectores beneficiar.
Porque sí, está la pobre argumentación de que la comida es más necesaria y tal, algo obvio. Pero si luego a esa persona le metes un 21% cuando compra un coche, pues terminará pagando más.
Pero eso no es lo peor; al establecer diferencias tan grandes en la proporción del precio entre unos productos y otros, se está condicionando la decisión de compra de los ciudadanos.
Y eso que puede parecer muy justo y muy guay, olvida que en las empresas que venden artículos no esenciales, o incluso de lujo, también hay millones de trabajadores a los que se les está poniendo trabas y se les está condicionando haciéndoles más difícil sobrevivir.
Porque si (imaginemos...) mañana se pone un IVA del 30% a los artículos de lujo, la legión de trabajadores de Mercedes o similares verán muchísimo más difícil conservar su puesto. A ver si vamos a pensar que un mecánico o un vendedor por trabajar en una marca de más nombre está cobrando el triple de lo que cobra en la Ford.
El estado no debería inmiscuirse en lo que quieren comprar sus ciudadanos. Si por ejemplo rebajas el IVA del cine o teatro, estarás incentivando a que el consumidor elija esa opción y no otra que, a igualdad de impuesto, quizás elegiría.
Es decir, estás privilegiando a unos porquesí, mientras (que es lo que SIEMPRE SE OLVIDA cuando se discrimina positivamente...) estás perjudicando gravemente a otros por tu decisión completamente arbitraria.
Seguramente sería más normal y más justo tener un IVA común del 15% (pongamos...) para todo. La diferencia de precio de un 21% entre algo con IVA normal y otro exento es una auténtica burrada que influye muchísimo en las decisiones de compra.
Lo cual, como siempre, implica que haya un montón de lobbies peleando por ser beneficiados. Y, también como siempre, cuanto más fieles sean al régimen y más públicamente lo proclamente, más posibilidades de tener esta patente de corso.