Luis Riestra (02-04-2014)
Abismo demográfico y K46
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España enfrentará en pocos años un quebranto de proporciones históricas, un mal que lleva años incubándose, intuido por todos y conscientemente ignorado. Hoy exploraremos sus efectos económicos, que se harán presentes de forma inexorable y creciente, dejando para otra ocasión sus aspectos políticos.
La verdad estadística
Es la realidad de las cosas, no son opiniones, ni intuiciones, ni muchos dogmas ideológicos, es simplemente la compilación numérica de los nacimientos, de cómo hemos condicionado la población futura y nuestra vida por venir en términos demográficos.
Los datos los tienen en la siguiente gráfica, expresados en nacimientos anuales vistos mes a mes (suma de los doce meses anteriores). Dicha estadística nos indica que, tras las fuertes oscilaciones por la última guerra civil, se produce un crecimiento constante en el número de nacimientos, que éstos hacen máximo en 1965 y pasan a estabilizarse hasta que, en 1977, se inicia una brusca caída de casi el 50% que se detiene hacia 1996.
Es cierto que a partir de 1996 se inicia una recuperación, pero no se centren en eso ahora. Aunque es un dato que tiene su importancia, pues además se producen cambios en la composición étnica, solo tendrá consecuencias económicas serias mucho más adelante, cuando dichos ciudadanos disfrutarán del brutal sacrificio económico de quienes no tuvieron hijos.
La ruptura del 77
Dice un sabio adagio que no se puede salir de un mal sitio sin saber antes como se ha entrado allí. Los años en torno a 1977 tienen muchas cosas buenas que recordar, pero lo que está claro es que en términos demográficos algo ocurrió que provocó un proceso que desembocaría en un cataclismo demográfico futuro.
Por otro lado, hemos de señalar, que el problema no viene de un supuesto exceso natalista anterior, pues la prolongada estabilización de la estadística demuestra que ese argumento es falso. Además, lo que se debe afrontar es lo que es, no lo que supuestamente debería haber sido; lo cual, obviamente, no excluye la oportuna reflexión sobre el pasado.
¿Tiene la Ciencia Económica alguna explicación para dicha ruptura? Sin duda, las relaciones de causa efecto son evidentes. Aunque cualquier cosa que diga aquí sobre ello será una simplificación, dadas las limitaciones de espacio, sí diré que los principales determinantes de la natalidad son dos: los valores jovenlandesales (tema tabú en España) y los condicionantes económicos, y ambos, en nuestra historia reciente, tienen un causante común.
Zeitgeist, el espíritu de una Era.
La teoría generacional de Howe y Strauss señala una eras – las de España las vinos en “Las Eras de Hispania”. - que marcan la historia de los países, a las que llaman Saecula (plural de Saeculum), que son ciclos generacionales de cerca de 90 años, aproximadamente, aunque pueden extenderse según condiciones. En dichas eras se establece un orden social según una concepción vital surgida de una crisis, crisis que, consecuentemente, son cíclicas; dicho concepción conforma el espíritu de una Era o zeitgeist y yo lo utilizo para dar nombre al ciclo generacional.
En nuestro caso, el actual ciclo surgió de la guerra civil con el enfrentamiento de dos formas de mesianismo político, que siguen muy presentes en la generación en el Poder, una generación, que además, si utilizamos la teoría de Howe y Strauss, responde al arquetipo de Profeta, con lo que tenemos mesianismo por partida doble y, ya sea Uropa o la taifa particular, todo son tierras prometidas con independencia del cataclismo económico que se produzca.
Lo notable de finales de los 70’s es que se produce un fenómeno de reacción contra el pasado pero desde ese mismo espíritu secular, un pretendido más y mejor mesianismo político; así, desde la política se destroza la economía y, en su delirio, extienden creencias como el dogma antinatalista, si caen empresas españolas no importa, hacer trampas económicas buscando el maná, empresas que quieren trabajadores casados, endeudados, sobrecualificados, con hijos pero con la disponibilidad de los solteros y que cobren poco, una fiscalidad asfixiante para pagar la casta y su aparato propagandístico, indiferencia ante el paro (de los demás), que el dinero público no es de nadie, la pisitomanía especulativa o mantener el uso horario del eje Roma-Berlín, por solo citar algunas.
Hay que hacer la salvedad de que en la generación en el poder, que diríamos que va de Felipe González a De Guindos, hay dos grupos que vienen soportándose como pueden. Por un lado están los que viven de su actividad privada, de siempre luchando con la realidad, que en su cúspide tiene personajes notables como Juan Roig (Mercadona), Jorge Gallardo (Almiral) o el director de este medio, por solo citar tres, y por otro los que viven de la política, la “cultura” o el mundo académico, verdaderos responsables del cataclismo en ciernes y que se mantienen en el poder gracias a un sistema electoral proporcional de listas (da igual que sean cerradas o abiertas) que solo los representa a ellos.
La teoría generacional comentada clasifica las generaciones en Profetas (P), Nómadas (N), Héroes (H) y Artistas (A) según el período de su nacimiento; las de España las tienen cuantificadas en la siguiente gráfica según mi clasificación y las analizaremos en detalle cuando veamos la ruptura generacional en ciernes.
El parámetro K46.
Suele decirse que se crece más cuando la natalidad es pujante, ya que así se gasta más en la manutención de los hijos; no necesariamente, los individuos tienen productos de sobra en los que gastar y, querer fomentar la natalidad con ese argumento puede tener incluso el efecto contrario, al estimarse que es falso. Las razones para tener hijos han de ser primero jovenlandesales, aunque tenerlos las validen las económicas; tema aparte es creer, o que se haya hecho creer, que la economía puede funcionar sin jovenlandesal, que obviamente no. Lo que sí es cierto es que el crecimiento depende, entre otras razones, de haber tenido hijos.
Llegamos así a lo que lo que he llamado el parámetro K46, que es un indicador que utiliza, por ejemplo, Harry Dent en sus previsiones económicas y cuyo trabajo ha de tomarse con mucho cuidado (aviso, que luego hay llantos). La idea es que los individuos, de media, alcanzan el máximo de gasto en torno a los 46 años (otros 45), siendo éste uno de los determinantes del ciclo económico y un argumento más, de muchos, de porqué los ciclos no tienen solo un origen monetario.
El K46 para España lo pueden ver en la gráfica anterior y, como resulta evidente, hemos tenido suerte de que todavía la demografía ayude, tanto en el ciclo anterior (2009-2012) como en el actual (2013-2017), y explicaría en parte la presente recuperación, como en la burbuja inmobiliaria o en nuestra actual deflación de bienes y activos, que la ha hecho menor; conceptos ambos, los de recuperación y deflación, que se están usando muy mal y eso tendrá sus consecuencias, claro.
Desde el punto de vista del Ciclo Económico Largo no hay nuevas fuentes de crecimiento, ni tampoco se las espera, con lo que, como no se tomen lo antes posible un sinnúmero de acciones contundentes, los efectos serán durísimos, pues hacia 2020-2021 vienen dos décadas de declive imparable, todo ello sin contar las cargas del envejecimiento de la Generación X, que llamé Perdida en su momento, y que agravarán aún más el problema.
A principios de la década pasada alerté de la deflación y de evitar el endeudamiento, en 2009 lo hice en público y por escrito y hoy ya empiezan a salir como setas supuestos “expertos” en el tema y a aceptarse la existencia de un problema que se abordará muy tarde. Pues bien, nuestro abismo demográfico es algo mucho más grave, como bien alerta a menudo el “tato”, un querido lector; hay poco tiempo para afrontarlo, se suma al de la deflación, pero, como decimos en este blog, todo tienen su tratamiento, otra cosa es que se quiera disfrutar venciendo la adversidad o suicidarse buscando las fantasías del mesianismo político. ¿Ustedes que prefieren?