Es curioso, con Macron tenemos decapitaciones cada vez que anuncia un recorte de libertades; con el toque de queda fue el turno de Samuel Paty, y hoy el de una vieja en una iglesia. Nunca he sido conspiranoico, pero esto huele a azufre y a servicios secretos.
Bueno, lo dejo, que tengo que preparar mis clases del lunes sobre la laicidad. Luego podré escoger entre morir de el bichito, decapitado por un alumno, aporreado por la gendarmeria en las manifestaciones que se preparan, o de ardor de estomago en casita.
Ah, la douce France...