Cambios Santiago Niño Becerra
Ya sé, es una frase hecha: “Estamos en proceso de cambio”, pero ahora va en serio. Se están cociendo unos cambios que tendrán consecuencias imprevisibles, profundísimas. No entro a valorar (nunca valoro) si serán buenas o malas, pero serán. Son cambios que se han estado gestando desde que el actual sistema empezó su andadura, pero se aceleraron a partir de 1973 – 1979, la Globalización, ya saben. Sin pretender ser exhaustivo, algunos de estos cambios están siendo:
1 – Una de las consecuencias que tendrá esta crisis en la que estamos entrando será el cambio conceptual de algunas definiciones. Si el objetivo dejará de ser el hiperconsumo y pasará a ser la eficiencia, ¿por qué no hablar del PIB como el valor de la producción económicamente útil?; en esta línea, ¿por qué no hablar de horas de trabajo efectivo y productivo en vez de referirnos al número de personas meramente ocupadas. De esto hablaremos mucho en días venideros, no se olviden de este tema: las redefiniciones.
2 – Antes de Agosto del 2007 nadie hablaba de hambrunas, ni de incrementos en los precios de hasta el 75% en algunos alimentos, ni de disturbios provocados por la carestía del grano; sí que, como causa de la sequía podía haber problemas alimenticios muy serios en alguna zona de África, pero de forma puntual y siempre en áreas olvidadas; eso, desde Septiembre dejó de ser así. Va a haber problemas muy serios, serísimos con los productos agrarios; como causa de una sequía generalizada que va a ir afectando a todo el planeta, sí; también como causa de la especulación financiera trasladada al campo alimentario; y como consecuencia del aumento de la demanda, no tanto de los „nuevos países ricos‟ (¡vaya chorrada: decir que un ciudadano medio de Shangai o de Calcuta es rico!) como de la caída de producción en los subdesarrollados, también sí; pero la causa principal es que esta crisis alimentaria se encuadra dentro de la crisis generalizada de recursos en la que estamos desde … Septiembre del 2007: el petróleo es un recurso, el capital es un recurso, pero también el trigo y el arroz; y va a durar: no se resolverá -y no nos gustará cómo- hasta el 2023.
3 – A cuántos billones ha ascendido el impacto de la hez que tienen las entidades financieras registrada en sus ordenadores no nos enteraremos hasta que la crisis haya pasado; quienes tienen que saberlo ya lo saben, claro, pero no lo dicen, eso es normal (se dice que es normal), pero las consecuencias de toda esta hez en el
modo de entender el mundo financiero van a ser tremebundas. El dato que les voy a dar no tiene ninguna credibilidad: fue elaborado hace un par de años por un bastante iluminado economista e incorporado en un libro muy extraño cuyo título, evidentemente, no recuerdo; en cualquier caso, ahí está: la suma de los saldos vivos de todos los productos financieros creados equivalía, a finales del 2005, a 70 veces el PIB del planeta; si, por decir algo, total, tanto da, suponemos que el 50% de esos saldos vivos correspondían a productos financieros generados por y relacionados con la parte real de la economía, lo que nos queda es que en el planeta hay dando vueltas más de 1.500 billones de dólares que no corresponden absolutamente a nada, es, por tanto, pura hez, pero una hez que, en algún momento, ha necesitado de algún tipo de anclaje en el mundo real para materializarse y, hez que, en parte -¿en cuánta?- contamina a la economía real porque, en algún momento, ha podido financiarla; insisto, la cifra carece de todo soporte científico. Bien. Aunque sólo fuese verdad el 25% de ese 50% ya sería una exageración, y a esa cifra se habría llegado debido a las legislaciones financieras vigentes en los últimos 50 años; las nuevas acabarán con toda esta porquería pero la eliminación, la limpieza de esa hez va a tener consecuencias. Y, ahora, la pregunta crucial: ¿cómo se reparte esa porquería entre las entidades financieras del planeta?.
4 – En las últimas décadas, las Bolsas, los Mercados de Valores, han estado jugando un papel inimaginable para aquellos primeros inversores holandeses del siglo XVII que inventaron las Bolsas modernas, pero ese papel también va a variar. Hoy las bolsas suben porque las cosas aún no están yendo tan mal como se había previsto y descuentan que mañana vayan a ir menos mal de lo que irán. Sencillamente absurdo. Las cosas, en las Bolsas, cambiarán, seguro, pero el hecho de que todo vaya a ir peor de lo que se piensa, de que hoy, por mal que la cosas vayan, están yendo infinitamente mejor de lo que se cree que irán, va a tener unas consecuencias difíciles, hoy, de calibrar, de descontar, vaya. Por eso, lo que supondrá en los modos y maneras de los Mercados los cambios que a partir de ya se van a ir introduciendo van cambiar su filosofía de funcionamiento, su conceptualización. Para bien, para bien, se supone (como pasaba en la antigua mili con el valor (SE LE SUPONIA)). Estos cuatro cambios hay que situarlos dentro del diseño de la nueva estructura que se va a estar llevando a cabo en los próximos quince años. Es decir, que habrá más, muchos más. Vayámonos acostumbrándonos.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.