Articulos de economia de Santiago Niño Becerra 7.0

La Carta de la Bolsa - Berlín

Berlín – I
Santiago Niño Becerra - Miércoles, 08 de Agosto


Les dije que iba a estar unos días en Alemania, en Berlín concretamente. A volapluma cuatro impresiones.

De Francia les comenté que los franceses habían conseguido expandir a todo el planeta la idea de glamour: todo lo que Francia hace y como lo hace es glamouroso, y eso vende, mucho; pues bien Alemania, como ya les manifesté hace dos años y ahora reafirmo, ha conseguido que todo el mundo asuma que lo que Alemania hace tenga una calidad que nadie discuta porque tal calidad, la calidad de lo elaborado por Alemania, sea tan elevada que absolutamente a nadie se le ocurra cuestionarla.

Absolutamente a nadie: lo alemán es bueno, funciona bien, y está hecho de la mejor manera posible. Lo que no está nada mal como imagen.

Algo que se percibe paseando por sus calles y plazas, observando a sus gentes, es el bienestar que la mayoría emana: el alemán medio, ese que todo el mundo tiene en la cabeza, se ve que vive bien; no que sean multimillonarios, pero sí que su existencia es confortable. (Ya, los once millones de desempleados y subempleados es otra historia).

Paseando por sus calles y plazas también se observan obras: por doquier; algunas carísimas, como reconstruir un palacio partiendo ... ¡de cero!. Da igual donde se mire: todo son obras, obras, obras. Alguien me decía: 'Están construyendo un imperio', pienso que no: están reconstruyendo Prusia: la cuna del Imperio que ya tuvieron y que ahora han vuelto a tener, y, claro, falta el entorno: el sustrato de esta gloria que ya fue aquella.

Pagaron un precio, y siguen pagando un precio. Las cicatrices de la guerra son visibles por doquier: junto a grandes y emblemáticos edificios de finales del XIX o de principios del XX, rehabilitados, evidentemente, y muy bien rehabilitados de modo que lucen en todo su antiguo esplendor (aunque, a veces, se aprecian las muescas que la metralla dejó en sus piedras y que la rehabilitación ha cubierto pero no ha hecho desaparecer), conviven monstruos de acero y cristal de segura funcionalidad pero, entiendo, de dudosísima estética.

Curiosamente lo anterior se aprecia más en la parte occidental de Berlín que en la oriental aunque los combates alcanzaron más dureza en esta, la explicación radica en los fondos que una y otra parte dispusieron tras la guerra y la política seguida: en el antiguo Berlín Occidental, en muchas zonas, el derribo y desescombro y posterior construcción de la obra nueva, sistema que ha ido continuando con los años y que aceleró tras la desaparición del muro. Posiblemente Postdamer Platz sería el ejemplo más destacado. En el Oriental, a las afueras, bloques inmensos de apartamentos para trabajadores pero conservación, por necesidad de amplias zonas posteriormente rehabilitadas. En esta línea vale la pena recorrer la zona de Mitte: pueden encontrarse rincones muy interesantes. (Imprescindible pasarse un buen rato en el mirador circular de la torre de comunicaciones, la Fernsehturm, junto a la Alexander Platz, pero si están varios días vayan al final: así se harán una idea más exacta de lo que miran).

Habrá oído, leído, lo que ahora se dice: que Alemania debería consumir más. Pienso que es imposible. Primero porque se nota que gran parte de la ciudadanía -de la que podría consumir por su poder adquisitivo, necesita poco más de lo que ya tiene. Segundo porque se observa que esta es una gente que mira lo que compra. Tercero porque, más que el pavor a la inflación, pienso que son los recuerdos de la postguerra lo que racionaliza su gasto. Cuarto porque su mentalidad es luterana, es decir, morigerada. Precisamente en relación a esas visitas a tiendas y centros comerciales que realiza todo aquel que se mueve 'por ahí', en el caso de Berlín deben tener un destino indiscutible: mi sugerencia: compren o no compren dense una vuelta por los almacenes Ka-De-We, en la Tauentzienstraße 21–24, tienen, literalmente, todo de todo. Precisamente en estos almacenes vi, percibí, lo que es España.

Una de las secciones más espectaculares de Ka-De-We es la de alimentación, pero no piensen en las secciones de alimentación que ven en las tiendas y centros que normalmente frecuentan, piensen en un sección de alimentación con, por ejemplo, casi 1.500 clases de quesos diferentes. Pues bien, en mi ojeada al lugar fui a ver en aquello que el Reino de España es fuerte, fuerte de verdad: vinos y cavas. De lo primero España tenía tres estanterías: una de 'vinos españoles' y dos de 'Rioja'; de eso mismo, Italia tenía seis estanterías. Con los cavas sucedía algo parecido, pero peor: dos exiguos estantes de una estantería y ocho estanterías completas con otros expositores dispuestos por la sección para el champagne.

Eso que vi me sulfuró mucho, muchísimo, y lo peor es que, pienso, España produce vinos infinitamente mejores de los que estaban es esas estanterías y, sin desmerecer a nadie, mejores que los italianos que allí se exponían; a la vez España produce cavas mejores que los allí expuestos y mejores que bastantes champagnes allí exhibidos. ¿Es la culpa de esos almacenes berlineses?, en-ab-so-lu-to, pienso que lo es de como se hacen aquí las cosas. ¡Y eso que en eso somos muy buenos!.

Otra cosa que llama la atención paseando por Berlín: más de seis automóviles de cada diez son alemanes, bien fabricados en Alemania, bien diseñados y/o fabricados por empresas dependientes de matrices alemanas. (De esas marcas 'españolas' en las que están pensando vi muy, pero que muy pocos). Y un poco en relación con esto el turismo: bastante, bastante, pero la mayoría interior: alemán y austríaco, y tanto de alto poder adquisitivo como de no tanto. Eso da que pensar, ¿no creen?.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
 
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La Carta de la Bolsa - Berlín

Berlín – II
Santiago Niño Becerra - Jueves, 09 de Agosto


Estamos en Berlín.

Vuelvo al tema de los edificios porque, posiblemente, sea lo que más impacte de la ciudad. Gran parte de la historia visual y documental de Berlín, se la llevó la guerra, pero mucho de lo que quedó pienso que se está pervirtiendo ahora. Curiosamente en la preservación (que no en la conservación) de los edificios civiles del Berlín anterior influyó la creación del Berlín oriental, pero pienso que ahora se está barriendo con todo aquello. Miren la foto que viene a continuación:

Foto.jpg


Se trata de un edificio 'antiguo', en el cruce de la Friedrichstraße con la Oranienburger Straße, va a ser demolido y en su lugar se va construir lo que se aprecia en el diseño enganchado a la fachada, como en tantos y tantos lugares de Berlín ya ha sucedido y va a seguir sucediendo. (Este edificio se halla muy próximo de otra pena: las ruinas de lo que queda de lo que en su día fueron uno de los mejores centros comerciales de Alemania: Tacheles, edificio luego utilizado para otros menesteres y últimamente usado como lugar de albergue de talleres de arte; dejado, parcialmente demolido, ya ha sido desahuciado. Incluyo foto porque al lugar le queda muy poco de vida).

Foto_2.jpg


Insisto: pienso que con su arquitectura Berlín ha cometido un tremendo error. Pienso que debería haberse abordado una política de rehabilitación cuidadosa incorporando, evidentemente, las últimas comodidades actuales; y pienso que en los agujeros dejados por las destrucciones deberían haberse construido edificios acordes con el entorno. Lo hecho hasta los 90 (mal) hecho está -y pienso que la responsabilidad en este, a mi modo de ver, pastiche arquitectónico, de la parte occidental es mayor que el de la oriental, precisamente por la existencia de libertad democrática-, pero lo hecho desde la reunificación pienso que no tiene justificación alguna a no ser que sea la mera especulación.

Y a no ser, claro, que Berlín quiera entrar en una dinámica especulativa vinculada al ladrillo a fin de canalizar unos dineros hacia algo de lo que aquí sabemos mucho. Y lo cierto es que no se si no van a intentarlo: de hecho ya hay rumores de que se quieren llevar las cosas por ahí.

Por ello les sugiero que si aún quieren ver -imaginar, más bien- como podía ser Berlín, vayan a la ciudad pertrechados de un buen mapa en el que se halle dibujado el trazado del Muro, cojan el autobús 245 o el 247 hasta Gartenplatz y vayan hacia el Sur siguiendo el perfil y que en muchos lugares se halla marcado en el pavimento con dos líneas de adoquines; que hagan eso mirando a derecha e izquierda; se harán una idea muy aproximada de a lo que me refiero.

Para acabar no podía faltar una referencia al enormemente acusado sentido práctico de Alemania y de los berlineses. Una de las cosas que más sorprende recorriendo Berlín son unas canalizaciones que, a dos o tres metros por encima de la superficie del suelo recorren calles y plazas adaptándose a su trazado y elevándose para salvar cruces tal y como pueden observar en la foto:

Foto_1.jpg


Esta foto la tomé en la zona de Charlottenburg, área exclusivamente residencial, pero estos entramados de tubos pueden verse en distintas zonas de la ciudad; y pueden alcanzar longitudes enormes. ¿Qué conduces esas canalizaciones?, se estarán preguntando, pues esas de tonalidad violeta, agua, pero también las hay azules que suelen enfundar cables, y recientemente se están instalando de acero inoxidable. Evidentemente la pregunta obvia es el motivo de que dichos tubos circulen en superficie, y la respuesta también es obvia: la mucha mayor facilidad de tender dichas conducciones por arriba teniendo en cuenta que en el subsuelo circula en suburbano. ¿Se imaginan áreas residenciales de las ciudades españolas cruzadas por dichas tuberías de tan llamativos colores?.

Si se me ocurre alguna cosa más ya se la contaré.

@sninobecerra
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
 
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