DonJulián
Madmaxista
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Desde hace unos meses he decidido dejarme un poco en cuanto al tema del afeitado y el corte de pelo, y he decidido dejarme crecer el pelo, una media melena y una barbaca Jesucristo estail de lo más chanante. En el pueblo todo el mundo me hace bromas con mi aspecto y me dice que parezco un vagabundo y tal, y a mi me la pela.
La anécdota, o el anecdotón, está en que hace unos días estaba esperando a un hamijo para tomarme algo en la terraza de un bar, que en ese momento estaba bastante despejada, solamente estaba yo, ocupando una de las mesas a la espera del mencionado hamijo. A lo que aparecen un grupo de hembras, que tendrían entre 25 y 30 años, y una de ellas llevaba un carrito con una larva, prácticamente recién nacido. Se sientan en una mesa que está ni muy cerca ni muy lejos de donde me hallaba yo en ese momento. La cuestión es que andaban todas haciéndole carantoñas a la criatura (como diría el mierdo lamecimbeles de Pablo Iglesias), y a mi me llamó la atención el ver a tanta moza sanota y joven manifestando un poderoso instinto maternal, o al menos así me lo pareció. Razón por la cual me quedé mirando la escena detenidamente, a lo que la madre de la larva en cuestión al darse cuenta comenzó a mirarme torciendo el gesto de la cara, como mostrando ardor de estomago o animadversión hacia mi persona, yo que estaba mirando inocentemente la escena, sin ningún ápice de lujuria ni deseo carnal para con las mozas, la verdad. Simplemente me parecía una escena chanante y me llamaba la atención, porque la mayor parte de las mujeres jóvenes de este país hace ascos a la idea de la maternidad, aunque muchas luego acaban teniendo su prole y tal.
Pese a la tensión e incomodidad que le provoqué a la madre por mi mirada insistente, no sé si me tomó por un maníaco o un depredador sensual, no desvié la mirada y seguí mirándolas hasta que llegó mi hamijo. De todos modos he de reconocer que el hecho de que la madre se sintiese intimidada por mi mirada, e incluso el hecho de despertar cierto nerviosismo en ella, me puso algo morcillón. Sin embargo miraba sanamente por lo que comenté con anterioridad, porque me atraía ver a mozas jóvenes, sanas y fértiles babeando ante el neonato, haciéndole carantoñas y tal.
El apunte inicial del aspecto físico viene a cuento de que probablemente ver a un tipo con barbas y pelazo con la mirada fija podía ser un tanto perturbador para la moza.
¿Os ha pasado algo parecido alguna vez?
La anécdota, o el anecdotón, está en que hace unos días estaba esperando a un hamijo para tomarme algo en la terraza de un bar, que en ese momento estaba bastante despejada, solamente estaba yo, ocupando una de las mesas a la espera del mencionado hamijo. A lo que aparecen un grupo de hembras, que tendrían entre 25 y 30 años, y una de ellas llevaba un carrito con una larva, prácticamente recién nacido. Se sientan en una mesa que está ni muy cerca ni muy lejos de donde me hallaba yo en ese momento. La cuestión es que andaban todas haciéndole carantoñas a la criatura (como diría el mierdo lamecimbeles de Pablo Iglesias), y a mi me llamó la atención el ver a tanta moza sanota y joven manifestando un poderoso instinto maternal, o al menos así me lo pareció. Razón por la cual me quedé mirando la escena detenidamente, a lo que la madre de la larva en cuestión al darse cuenta comenzó a mirarme torciendo el gesto de la cara, como mostrando ardor de estomago o animadversión hacia mi persona, yo que estaba mirando inocentemente la escena, sin ningún ápice de lujuria ni deseo carnal para con las mozas, la verdad. Simplemente me parecía una escena chanante y me llamaba la atención, porque la mayor parte de las mujeres jóvenes de este país hace ascos a la idea de la maternidad, aunque muchas luego acaban teniendo su prole y tal.
Pese a la tensión e incomodidad que le provoqué a la madre por mi mirada insistente, no sé si me tomó por un maníaco o un depredador sensual, no desvié la mirada y seguí mirándolas hasta que llegó mi hamijo. De todos modos he de reconocer que el hecho de que la madre se sintiese intimidada por mi mirada, e incluso el hecho de despertar cierto nerviosismo en ella, me puso algo morcillón. Sin embargo miraba sanamente por lo que comenté con anterioridad, porque me atraía ver a mozas jóvenes, sanas y fértiles babeando ante el neonato, haciéndole carantoñas y tal.
El apunte inicial del aspecto físico viene a cuento de que probablemente ver a un tipo con barbas y pelazo con la mirada fija podía ser un tanto perturbador para la moza.
¿Os ha pasado algo parecido alguna vez?