Fudivarri
EL ESTADO ES TU PEOR ENEMIGO.
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La COP25 de 2019 Chile se ha tenido que celebrar en Madrid. Porque Chile está en llamas por las reivindicaciones sociales. Y no es casual. Chile ha seguido los dictados de la ONU en cuanto a la "emergencia climática", cerrando minas de carbón y centrales térmicas. ¿El resultado? Un encarecimiento de la energía que la hace impagable. Y un aumento de las "tasas ecológicas" que resultan asfixiantes. ¿Y todo por qué? Por nada.
La crisis climática es un fraude. Lo sabe cualquier físico o climatólogo. El CO2 no es la causa del calentamiento del planeta, sino su consecuencia. Está demostrado. La mínima concentración de CO2 en la atmósfera sigue a la radiación solar con un retraso que Al Gore no mencionó en su documental "Una verdad incómoda" . El clima sigue los ciclos radiantes del Sol, ciclos cortos que son de 11 años y largos de algo más de 200 años.
Arriba tenéis dos ciclos superpuestos: de 1600 a 1820 y de 1820 a 2040. Las temperaturas se conocen por las muestras en el hielo antártico. Es ciencia. No lo dudéis.
Desde la antigüedad las manchas solares siempre se han relacionado con un mayor calentamiento de la Tierra. El hombre de ciencia siempre anotó las manchas solares en sus apuntes para predecir el tiempo a años vista. Por eso, a pesar de los funestos pronósticos climáticos actuales, las temperaturas bajaron continuamente a primeros de siglo XXI; descendieron, a pesar de la industrialización a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y su desarrollismo económico; ascendieron a partir de la crisis del petróleo, etcétera. Tocaba, porque el Sol va a su bola, pasa de la ONU y sus designios globales. Ante el descenso de temperaturas de primeros del siglo XXI, la ONU cerró el pico. Pero al siguiente ciclo, que ahora vivimos, fue su gran oportunidad. Y se lanzó a una guerra sin cuartel contra la industrialización y, sobre todo, contra la gente llana, sus vehículos y sus calefacciones.
En 4 o 5 años, el clima cambiará de nuevo, con temperaturas del planeta a la baja. Y con el enfriamiento, vendrá una relativa miseria: pues sin calor no hay vida. Porque mata 20 veces más humanos, animales y plantas el frío que el calor. De hecho, el planeta ha vivido períodos en los que ha estado mucho más caliente que ahora. Y han sido siempre épocas de prosperidad, muy anteriores a la industrialización. Durante la Edad Media, por ejemplo.
La "revuelta contra el cambio climático" es la nueva religión planetaria protagonizada por neuróticos y autistas (Greta la Ecologeta es un ejemplo paradigmático); es parte de la revolución de los que tienen la nevera llena. Bonvivants (y Greta sigue siendo ejemplo, con su buena vida a la sueca, sus catamaranes de diseño millonario y unos padres explotadores de la infancia). Oponerse a la ONU y sus revoltosos con la verdadera Ciencia es ser un hereje. Porque los adeptos al calentamiento global causado por el hombre se comportan como una peligrosa secta. Ser un negacionista del calentamiento global causado por el hombre es igual o peor que negar el Holocausto. Los fenicios no toleran la duda en ninguno de los dos casos, y menos la contestación.
La juventud, siempre petulante (están en su derecho), ni se pregunta cómo es que les dejan manifestarse con tanta libertad, cuando el sistema no se la da cuando se protesta por reivindicaciones sociales. Pero es que esa juventud no reivindica los derechos sociales porque ya vive muy bien. Ni le importa que el objetivo de la ONU, con sus falsificaciones climáticas, sea acabar con el sueño africano de desarrollarse industrialmente(*). Y que sean Occidente y China los que sigan contaminando el planeta. Porque contaminación humana sí que hay: plásticos y emisiones tóxicas a manta. Pero eso no tiene nada que ver con el CO2 ni con el efecto invernadero, que no existe, según han comprobado los satélites y globos sonda.
El CO2 no es un gas contaminante. Es el gas de la vida que, absorbido por las plantas, les permite crear cadenas de carbono y crecer. Los humanos, los animales y las plantas somos CO2. Y el CO2 no produce ninguna clase de efecto invernadero. En cambio, sí lo producen las nubes. Pero nadie puede meterse con las nubes, porque queda como un petulante. Las nubes son la reacción más rápida del planeta al calentamiento global. Reacción defensiva porque la radiación solar es reflejada en las nubes y el planeta se autorregula en temperatura superficial. Y entonces llueve mucho, claro. Cuando sumamos calentamiento, CO2 y lluvia, lo que acontece es fertilidad en la Tierra. Inmensas cosechas. Riqueza. Por eso, cuando la ONU comprendió que la temperatura de la Tierra es cíclica y que no iban a aumentar los desiertos, incluyó en el catastrofismo mediático de sus informes de pacotilla los acontecimientos climáticos extremos. O sea, la lluvia en sus manifestaciones más destructivas, que siempre han existido y seguirán existiendo.
Toda religión es letal. Lo fue, aparte del cristianismo, el islamismo, el marxismo, el comunismo y el socialismo internacional. Los mismos que hubieron de abandonar la quimera comunista para el planeta, luchan ahora por la desindustrialización (pero todos con sus móviles, sus wifis y sus lujos). Porque, como bien sabemos, el procedimiento que el socialismo real aplica en sus revoluciones siempre es lograr la igualdad de rentas enrasando por debajo. Provoca siempre un inflación galopante que arruina a los ahorradores y convierte en pobres a todos. Y nos convierte a todos en absolutamente dependientes del estado a través de la cartilla de racionamiento. Lo mismo en la URSS que en Cuba, Corea o Venezuela. Es su sistema de dominación: "Si quieres comer, habrás de serme fiel hasta la muerte". Por supuesto, los miembros del partido viven muy bien en sus dachas en el Caspio o sus casoplones en Galapagar.
El COP25 termina. Dicen que los 30.000 asistentes se han dejado 200 millones en hoteles, restaurantes y casas de pilinguis de Madrid. Esto último sí que ha sido un calentamiento a causa del hombre.
ÁCRATAS
(*) Mensajes en la televisión como ése de "El cambio climático provocará el hambre de 100 millones de personas en los próximos 30 años" son, a su manera, verdad. Se refieren a la dictadura climática y a los jovenlandeses impedidos en su desarrollo. La ONU impedirá el desarrollo africano, mantendrá su chabolismo y ausencia de electricidad, y mantendrá África como un continente suministrador de materias primas y mano de obra barata inmigrante.
La crisis climática es un fraude. Lo sabe cualquier físico o climatólogo. El CO2 no es la causa del calentamiento del planeta, sino su consecuencia. Está demostrado. La mínima concentración de CO2 en la atmósfera sigue a la radiación solar con un retraso que Al Gore no mencionó en su documental "Una verdad incómoda" . El clima sigue los ciclos radiantes del Sol, ciclos cortos que son de 11 años y largos de algo más de 200 años.
Arriba tenéis dos ciclos superpuestos: de 1600 a 1820 y de 1820 a 2040. Las temperaturas se conocen por las muestras en el hielo antártico. Es ciencia. No lo dudéis.
Desde la antigüedad las manchas solares siempre se han relacionado con un mayor calentamiento de la Tierra. El hombre de ciencia siempre anotó las manchas solares en sus apuntes para predecir el tiempo a años vista. Por eso, a pesar de los funestos pronósticos climáticos actuales, las temperaturas bajaron continuamente a primeros de siglo XXI; descendieron, a pesar de la industrialización a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y su desarrollismo económico; ascendieron a partir de la crisis del petróleo, etcétera. Tocaba, porque el Sol va a su bola, pasa de la ONU y sus designios globales. Ante el descenso de temperaturas de primeros del siglo XXI, la ONU cerró el pico. Pero al siguiente ciclo, que ahora vivimos, fue su gran oportunidad. Y se lanzó a una guerra sin cuartel contra la industrialización y, sobre todo, contra la gente llana, sus vehículos y sus calefacciones.
En 4 o 5 años, el clima cambiará de nuevo, con temperaturas del planeta a la baja. Y con el enfriamiento, vendrá una relativa miseria: pues sin calor no hay vida. Porque mata 20 veces más humanos, animales y plantas el frío que el calor. De hecho, el planeta ha vivido períodos en los que ha estado mucho más caliente que ahora. Y han sido siempre épocas de prosperidad, muy anteriores a la industrialización. Durante la Edad Media, por ejemplo.
La "revuelta contra el cambio climático" es la nueva religión planetaria protagonizada por neuróticos y autistas (Greta la Ecologeta es un ejemplo paradigmático); es parte de la revolución de los que tienen la nevera llena. Bonvivants (y Greta sigue siendo ejemplo, con su buena vida a la sueca, sus catamaranes de diseño millonario y unos padres explotadores de la infancia). Oponerse a la ONU y sus revoltosos con la verdadera Ciencia es ser un hereje. Porque los adeptos al calentamiento global causado por el hombre se comportan como una peligrosa secta. Ser un negacionista del calentamiento global causado por el hombre es igual o peor que negar el Holocausto. Los fenicios no toleran la duda en ninguno de los dos casos, y menos la contestación.
La juventud, siempre petulante (están en su derecho), ni se pregunta cómo es que les dejan manifestarse con tanta libertad, cuando el sistema no se la da cuando se protesta por reivindicaciones sociales. Pero es que esa juventud no reivindica los derechos sociales porque ya vive muy bien. Ni le importa que el objetivo de la ONU, con sus falsificaciones climáticas, sea acabar con el sueño africano de desarrollarse industrialmente(*). Y que sean Occidente y China los que sigan contaminando el planeta. Porque contaminación humana sí que hay: plásticos y emisiones tóxicas a manta. Pero eso no tiene nada que ver con el CO2 ni con el efecto invernadero, que no existe, según han comprobado los satélites y globos sonda.
El CO2 no es un gas contaminante. Es el gas de la vida que, absorbido por las plantas, les permite crear cadenas de carbono y crecer. Los humanos, los animales y las plantas somos CO2. Y el CO2 no produce ninguna clase de efecto invernadero. En cambio, sí lo producen las nubes. Pero nadie puede meterse con las nubes, porque queda como un petulante. Las nubes son la reacción más rápida del planeta al calentamiento global. Reacción defensiva porque la radiación solar es reflejada en las nubes y el planeta se autorregula en temperatura superficial. Y entonces llueve mucho, claro. Cuando sumamos calentamiento, CO2 y lluvia, lo que acontece es fertilidad en la Tierra. Inmensas cosechas. Riqueza. Por eso, cuando la ONU comprendió que la temperatura de la Tierra es cíclica y que no iban a aumentar los desiertos, incluyó en el catastrofismo mediático de sus informes de pacotilla los acontecimientos climáticos extremos. O sea, la lluvia en sus manifestaciones más destructivas, que siempre han existido y seguirán existiendo.
Toda religión es letal. Lo fue, aparte del cristianismo, el islamismo, el marxismo, el comunismo y el socialismo internacional. Los mismos que hubieron de abandonar la quimera comunista para el planeta, luchan ahora por la desindustrialización (pero todos con sus móviles, sus wifis y sus lujos). Porque, como bien sabemos, el procedimiento que el socialismo real aplica en sus revoluciones siempre es lograr la igualdad de rentas enrasando por debajo. Provoca siempre un inflación galopante que arruina a los ahorradores y convierte en pobres a todos. Y nos convierte a todos en absolutamente dependientes del estado a través de la cartilla de racionamiento. Lo mismo en la URSS que en Cuba, Corea o Venezuela. Es su sistema de dominación: "Si quieres comer, habrás de serme fiel hasta la muerte". Por supuesto, los miembros del partido viven muy bien en sus dachas en el Caspio o sus casoplones en Galapagar.
El COP25 termina. Dicen que los 30.000 asistentes se han dejado 200 millones en hoteles, restaurantes y casas de pilinguis de Madrid. Esto último sí que ha sido un calentamiento a causa del hombre.
ÁCRATAS
(*) Mensajes en la televisión como ése de "El cambio climático provocará el hambre de 100 millones de personas en los próximos 30 años" son, a su manera, verdad. Se refieren a la dictadura climática y a los jovenlandeses impedidos en su desarrollo. La ONU impedirá el desarrollo africano, mantendrá su chabolismo y ausencia de electricidad, y mantendrá África como un continente suministrador de materias primas y mano de obra barata inmigrante.