La izquierda dice que todos somos iguales con los mismos derechos y deberes. Lo cual es MENTIRA: no sólo porque dependemos de cómo sea nuestra familia, sino de nuestros genes, de nuestras capacidades y de nuestos talentos. Pero es que además, en España, las "izquierdas" promueven la desigualdad en toda la legislación, con innumerables subvenciones que dependen del sesso, de la raza, o de la nacionalidad, con una legislación autonómica totalmente diferente que nos hace muy desiguales dentro de nuestro propio país.
Ellos, los izquierdistas, convierten a sus familiares en privilegiados, colocándolos en cuanto pueden en puestitos políticos, funcionariales o semi funcionariales (a dedo) en partidos políticos, observatorios de toda las palabras rimbombantes (feminismo, ecologísmo, etc etc), o colocándolos en puestos que dependen de sus amigos y redes clientelares: puestos en universidades públicas y otros organismos públicos. Así que todos son iguales menos ellos y sus familiares y allegados que están por encima.
El gran horror de España es pagar lo mismo por tener el mismo puesto laboral, a gente que tiene muy diferentes capacidades y que contribuyen de manera muy diferente a un organismo público o privado. Esto lleva a la ley del mínimo esfuerzo: si voy a cobrar lo mismo me esfuerce mucho o poco, me esforzaré poco. Y si no puedo poco, pues al menos me esforzaré menos de lo que puedo.
El resultado es el desastre como sociedad. Sólo las empresas que reconocen el esfuerzo, el trabajo bien hecho, y los ingresos generados por un trabajador puede prosperar y ser grande.
El comunismo MATA el afán de progreso, de prosperidad, de mejorar. La gente sobresaliente es la que hace progresar a las empresas, las entidades, los organismo públicos o privados, la que genera riqueza y la que ofrece servicios y productos de calidad. Eso el comunismo JAMÁS lo hará. Porque la excelencia hay que pagarla. Pero el comunista dice que no, que todos iguales.
Cuan la antigua URSS tenía armas y desarrollos industriales decentes para competir con el enemigo capitalista, era porque a sus investigadores e industriales les pagaba lo más parecido posible a un capitalista y, además, los tenía prohibido salir del país, para que no se vendieran a otro mejor postor.