En los nueve años que viví en Madrid lo hice en zulos, rodeado de pagapensiones. Uno tenía 30 metros y apenas entraba la luz; otro diez, sí, diez, tan pocos que no me querían empadronar porque decían que era imposible; había sido un desván y lo habilitaron como vivienda. Viví allí del 87 al 93, pagaba veinte mil pesetas, 120 euros; hoy será el triple o más. Lo dejé porque me eché novia y no era plan de estar tocándonos sin querer.
Vivir hacinado en un país que tiene muchas virtudes pero también muchos defectos, entre ellos la falta de respeto y el ruido constante, tiene que ser muy difícil de llevar en una vida de confinamiento. La guandoca es mejor, al menos existen guardias y no se puede hacer en la celda lo que te dé la gana. Espero que esto sirva para que la policía ponga orden de una vez por todas ante el incivismo, sobre todo el ruido, y los conflictos que este tipo de gente ocasiona. Eso lo vamos a ver con frecuencia si esto se prolonga. Trabajé en barcos y es lo mismo, una aldea flotante llena de ruido, chismes y mala baba.
Ahora vivo de lujo, muy pobremente, es verdad, pero a eso estoy acostumbrado (un día escribiré un manual de cómo vivir con cinco euros diarios, y estuve así mucho tiempo), y creo que no sabría vivir de otra manera. Si fuera rico haría la misma vida que ahora; tendría coche y no la palangana que conduzco, viajaría de vez en cuando y poco más; no lo necesito.
Aquí, rodeado de campo, no sé lo que es el confinamiento. Cada vez que me apetece estirar las piernas paseo por el camino vecinal, sin salida, de unos 150 metros (somos cuatro vecinos solamente); a veces salto los muros de piedra, de pared seca, y camino entre acebuches, donde sólo merodean algunos cerdos y ovejas, a veces el campesino y su hija; charlamos un rato, luego me vuelvo. Es imposible salir a comprar sin que te pare la policía o la guardia civil, a mis vecinos ya les ha pasado varias veces, y cada día son más estrictos. Ya no se puede ir al pueblo de al lado, al Mercadona. De momento no me han dado el alto; me desplazaba por carreteras locales, pero incluso ahí han puesto controles. Llevo la ITV caducada desde finales de febrero y no pienso renovarla, no merece la pena. Pensaba comprar un coche de ocasión hace tiempo, incluso tenía alguno ojeado, pero viendo el panorama se impone la austeridad extrema. Doscientos euros de multa si te pillan; prefiero arriesgarme. Acabaré yendo a comprar con una mochila; dos kilómetros hasta el supermercado del polígono, y tampoco me viene mal caminar. Tengo otro más cerca; ahí compro la carne, excelente y a buen precio, pero lo demás muy caro, para ricos.
Os lo cuento para que sepáis que sé perfectamente lo mal que se puede llegar a pasar precisamente porque tuve que vivir hacinado, pero no las veinticuatro horas, y esto acaba de empezar.
Ahora tenéis tiempo, pensad en iros a vivir fuera de la ciudad, porque nunca hubo mejor ocasión que ahora. El mundo rural está en saldo y sin embargo tan comunicado como una ciudad, existe televisión, radio, teléfono e internet; no hay atascos, ruidos, prisas, empujones; un sitio alejado donde refugiaros de la vida urbanita, o huir de ella; y jamás compréis, no invirtáis, que la gente de campo no es mejor ni peor que la de ciudad, y si os tocan vecinos porculeros pueden ser peor que los urbanitas. Si compráis, antes pensadlo bien, mucho, detenidamente.
Las ciudades pueden convertirse en infiernos; me fui de Madrid en el año 96 precisamente porque me parecía una estafa tener que trabajar exclusivamente para pagar una vivienda de mala muerte y comer; me imagino lo que debe de ser ahora.
"Huid, que esta tierra está enferma y no esperes mañana lo que no te dio ayer", cantaba Serrat en Pueblo blanco. Eso tenéis que hacer si las ciudades os agobian. Si alguna vez se pudo idealizar la vida en el campo es ahora; nada que ver con escupir en los callos para agarrar el azadón ni la vida asfixiante de comunidad obligatoria; al que le guste puede encontrarla, y el que la deplore, también hallará su sitio.
No, ya no es así:
Pensadlo, que ahora tenéis, tenemos tiempo de sobra.
Un cordial saludo