Profesor Bastiani
Madmaxista
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Hace unos días un leve movimiento bascular en la entrepierna me hizo sospechar que un engrosamiento inesperado, ajeno a mi entendimiento y comprensión, estaba teniendo lugar en esa zona genital y urinaria. La verdad es que no lo entiendo, porque con los años las cosas tienden a menguar, achatarse y amilanarse. Y sin embargo, en mi caso ha ocurrido todo lo contrario. Toco madera. Imagino que esta singularidad debe ser la excepción que confirma la regla.
La cosa es que en los últimos meses aposté por una ingesta sobrecalórica con el fin de ganar peso. Albergaba la esperanza de que al engordar los kilos de más se repartiesen uniforme y equitativamente a lo largo de mi geografía corporal y, de esta forma, el miembro viril aumentaría en tamaño y contenido al hacerse cargo de la parte alícuota que le correspondiese en el ensanchamiento general y corpóreo. Pero desgraciadamente no fue así y los kilos se concentraron en su totalidad en la barriga, para mi mortificación y castigo por pretender futuribles imposibles y antinaturales.
Y ahora, que abandoné esa dieta que de nada me sirvió y he adelgazado de nuevo, de forma sorpresiva, compruebo, que la perindola ha aumentado de forma tridimensional, es decir, ancho, alto y largo.
No se trata de una cantidad considerable de centímetros, pero, aunque son escasos, ahí están, dispuestos a quedarse y ofreciendo en todo momento un motivo para la esperanza propia y ajena.
No siempre ocurren cosas malas en la vida.
Seguiré informando sobre este inexplicable asunto.
La cosa es que en los últimos meses aposté por una ingesta sobrecalórica con el fin de ganar peso. Albergaba la esperanza de que al engordar los kilos de más se repartiesen uniforme y equitativamente a lo largo de mi geografía corporal y, de esta forma, el miembro viril aumentaría en tamaño y contenido al hacerse cargo de la parte alícuota que le correspondiese en el ensanchamiento general y corpóreo. Pero desgraciadamente no fue así y los kilos se concentraron en su totalidad en la barriga, para mi mortificación y castigo por pretender futuribles imposibles y antinaturales.
Y ahora, que abandoné esa dieta que de nada me sirvió y he adelgazado de nuevo, de forma sorpresiva, compruebo, que la perindola ha aumentado de forma tridimensional, es decir, ancho, alto y largo.
No se trata de una cantidad considerable de centímetros, pero, aunque son escasos, ahí están, dispuestos a quedarse y ofreciendo en todo momento un motivo para la esperanza propia y ajena.
No siempre ocurren cosas malas en la vida.
Seguiré informando sobre este inexplicable asunto.