Cuando Pilar era Pili: una historia de derroición femenina.

Aretta

Lonchafinista
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Tomad nota de esta historia, hembritas empoderaditas que aún estáis más o menos a tiempo de no acabar convertidas en despojos humanos. Se me ocurrió tras leer este hilo.

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http://www.burbuja.info/inmobiliaria/amistoso-dialogo-entre-hombres-y-mujeres/985286-animorsa-forocoches-8.html
Es algo tocha, pero espero que os guste. Vamos a ello.


Cuando Pilar era Pili
Pili tiene 30 años, acaba de sacar sus oposiciones de auxiliar administrativo del hay-untamiento y esta mañana por fin firmó la deseada hipoteca. Qué suerte, por fin le ha toca un piso de protección oficial. No tiene dudas: ella es un buen partido. Va 2 días a la semana una media horita al gimnasio a darle a la elíptica, pero tampoco muy fuerte, porque no quiere que se le marquen los músculos jijiji. Pili pasa casi una hora arreglándose por las mañanas, maquillando esas incipientes manchas en la piel y patas de gallo que asoman a su rostro; lo tiene bajo control, y además, se arregla para gustarse, no para contentar a ningún hombre.



Pili es una mujer fuerte e independiente, no necesita hombres en su vida, lo sabe después de haberse amado a unas cuantas docenas y de haber tenido unos 16 novios formales desde los 13 años (con relaciones de 3 meses a 3 años). Pili acaba de leer el artículo de Playground titulado "13 razones por las cuales todo el mundo se enamora de las treintañeras" y cierra el portátil satisfecha, segura de sí misma.



Pili sale a la calle con una sonrisa y mira con condescendencia a esa chica de su edad que empuja un carrito de bebé mientras susurra una nana. "Ilusa, no sabe disfrutar de la vida, seguro que se ha ido con el primer pardillo que ha encontrado". Se para frente a un escaparate y decide comprarse ese bolso de Tous que tenía fichado desde hace semanas. "Un día es un día, tengo hipoteca pero al no tener hijos, me puedo permitir un caprichito".



Entra en el Starbucks y pide la bebida más azucarada que hay en la carta. Tras el cristal de la calle, ve entrar en la furgoneta de una empresa de fontanería a un treintañero alopécico, vestido con un mono lleno de hez. "Menudo fracasado, tendrá mi edad pero parece mi padre, y además tiene un trabajo de pringados. Seguro que él no vale para sacarse Trabajo Social y unas oposiciones, como hice yo". Después saca su móvil: en apenas 10 minutos, su selfie con el inmenso vaso del Starfucks y la etiqueta #lavidaeschula ya tiene 47 likes y 23 comentarios, la mitad de ellos llamándola guapetona. Pili se siente una influencer, y mientras se acaba el dulzón brebaje, rebañando la espesa capa del fondo con la pajita, piensa en lo incómoda que la hizo sentir Pedro, su compañero de trabajo, cuando la quiso invitar a tomar algo el viernes pasado. "¿Pero quién se ha creído ese pobrecillo?" Le temblaba la voz, seguro que llevaba meses reuniendo valor para decirle algo. No, a ella le gustan los hombres decididos. Además Pedro es solo un auxiliar administrativo, tiene la cara redonda y de pardillo, mide solo 1,75 (15 cm más que ella) y a sus 35 años ya tiene entradas. A ella le gustan más altos, con rasgos más masculinos y la voz más grave. Como Juan Pablo el jefe de servicio, con su pelazo moteado de canas, sus espaldas anchas y musculosas, su mandíbula cuadrada y el aplomo indiferente con el que trata a sus subordinadas. Juan Pablo sí que está bueno, el otro día comentaba con Pepita en el trabajo lo mucho que les gustaría a ambas llevárselo a la cama. Pero hez, ya está casado y tiene dos hijos. No pasa nada, el mundo está lleno de Juan Pablos deseando seducirla y enamorarla sin que ella tenga que pasar la vergüenza de ir a por ellos a saco, qué vergüenza, eso es de guarras. Mejor sentarse a esperar y como mucho dedicarles a los potenciales pretendientes una mirada cargada de intensos e inequívocos significados ocultos.



Pillar a los 30 un carapadre como Pedro, que sea responsable y buena persona, que sea un 6 físico y tenga la vida encaminada es una tragedia, un fracaso absoluto, ella vale mucho más (es un 6,5-6 y bajando), si se espera todavía pueden pillar un Christian Grey o un Brad Pitt. Jijiji bueno eso es pasarse, pero Pili es una chica humilde y realista, que sabe que algún Juan Pablo seguro que sí puede caer.




Sucede que a los 35 Pedro, ese carapadre buenazo y con la vida encarrilada ya se ha ido con Pepita (qué sencilla, seguro que se ha conformado porque últimamente ha ganado bastante peso), y solo se la acercan cuarentones derroídos o treintañeros que son un 4 como ella. Alguno todavía es un tipo con la cabeza medio bien amueblada, pero puajjj qué ardor de estomago, es de los que apenas ha tenido relaciones, algo malo tendrá si otras no le han validado. Es tímido o inocentón, pero en su mente, seguro que se trata de un enfermo mental peligroso, o peor aún, de un cliente. Quita quita, mejor esperar otro poco a ver si vuelven los Pedros betillas de 6 que la entraron cuando ella tenía 30. Total, los 40 son los nuevos 20, lo leyó el otro día en un blog de El País.




A los 37 ya le ha visto las orejas al lobo, ya se sabe avenjetada y en pánico biológico. "Que venga un cuarentón que no esté demasiado derroyed y que se gane la vida honradamente y me haga un bombo YA". Los cuarentones o tíos mediocres pero decentes de 35 que la entraban hace un par de años ya están embarazando a otras tías de su edad, se han buscado otras más jóvenes para darse los últimos homenajes antes de ser padres o se han resignado a la soltería y pasan de mover un dedo por ella. Pero claro, cómo va a tomar la iniciativa, está desesperada y lo sabe, pero sigue siendo una princesa; además ya tiene trienios y solo le queda pagar la hipoteca durante 32 años más, que se pasan volando. Se pone a leer a Osho y El Secreto y espera que le llueva un hombre bueno del cielo gracias a su manejo de la ley espiritual de la atracción universal o alguna magufada por el estilo.



A los 39 ya está en alerta roja y dispuesta a subirse al tren del primer calabacín que no las mire con ardor de estomago. Se va con el primer Mamadou o Mojamé que la hace ojitos en la cola de la frutería. Se embaraza en tiempo record, si tiene la suerte de no tener el útero caducado del todo y tener que pedirle pasta a sus padres para el tratamiento de fertilidad. Lo mantiene unos años hasta que logra legalizar su situación, porque pobre Mamadou, no puede trabajar por culpa del rasismo. Mamadou bebe, le pone los cuernos, alguna vez se le ha ido la mano, pero no es para tanto, no merece la pena contarlo. Todas las parejas tienen sus problemillas.



Cuando Mamadou tiene arreglados los papeles, pide paguita por su cuenta, tras abandonarla con su hijo mestizo. Mamadou es insolvente y no va a pasarle pensión a Pili, y el Estado de España no parece demasiado interesado en hacerle cumplir sus responsabilidades como padre. Al cabo de un tiempo, Mamadou regresa a Senegal con el dinero ahorrado de las paguitas y de los sablazos que le dio a otra Pili. Resulta que tenía dos hijas y una esposa (por el rito Molokobongo, no reconocido por el Estado de Senegal). Mamadou se monta un ciber-frutería en su pueblo natal y se construye una casita más o menos apañada, hay que ver lo que rinden los euros. Pili y su hijo mestizo jamás volverán a verle.



A sus 42 años, Pilar (ya nadie la llama Pili) entra de nuevo en modo pánico, más intenso si cabe que hace unos años. Busca nuevo proveedor, aprovechando los últimos años de tener más o menos formas de mujer reconocibles, y no de bolsa de basura. Le vale cualquiera, literalmente cualquiera que esté dispuesto a tragar, y se abre una cuenta el Badoo ese que antes le parecía una cosa de losers. Pero ya solo la usan como un cubo de esperma los cuatro cincuentones o tardocuarentones adictos al sesso que tienen tragaderas infinitas y talento para el MFH. Algunos de ellos son casados, se la aman unos meses, le dicen que dejarán a su mujer, pero eso no va a suceder jamás.



Con 45 años y totalmente hecha una hez, tras una década de antidepresivos y de sentir en sus carnes el paso del tiempo, la tía llora a diario tras acostar a su niño mulato. "Todos los hombres son unos fulastres". Se corta el pelo y empieza a llenar sus redes sociales de consignas feministas y mensajes nada velados sobre su fortaleza como mujer, a pesar de su mala suerte. Pero ya nadie le da "me gusta", salvo cuatro fracasadas como ella: las otras mujeres la desprecian, para los hombres se ha vuelto invisible (e infollable)





A los 50, su niño mestizo ya es más respondón y travieso de lo deseable para un niño de 10 años. Los abuelos le dejan bien claro que ya tienen una edad y que no pueden seguir cuidándoselo a todas horas. Y siente que ella sola no puede con él, que le falta algo...Pero se consuela pensando que es una luchadora, una mujer fuerte que ha podido con todo, a pesar de los golpes de la vida. Nunca necesitó un hombre para salir adelante y no lo necesita ni necesitará jamás. Ese fue el resultado del test que hizo el otro día en la web de Telva.




La cosa irá a peor en los años siguientes, cuando la edad del pavo (14-16) se junte con los labios partidos por peleas, el olor a marihuana de su cuarto y los librillos de OCB que encuentra en sus pantalones cuando revisa los bolsillos antes de echarlos a la lavadora.



A los 58, su niño con la mayoría de edad recién cumplida le robará el dinero y las joyas que tenga para marcharse de casa. Volverá una y otra vez, Pilar le dará dinero para que no le vuelva a robar, pero aún así le seguirán faltando objetos de valor. Tendrá que acompañarle a varios juicios, hasta que al final acabe en la guandoca por culpa de un malvado juez que no sabe lo que sufre una madre cuando su hijo se descarría; un horrendo juez machista que no le dará su decimonovena oportunidad únicamente porque su hijo es mulato, clavadito a Mamadou pero con la piel más clara.



A los 62, Pilar encadenará una baja por depresión tras otra hasta la jubilación prematura, su médico le irá subiendo la dosis de antidepresivos, incluyendo nuevas pastillitas para controlar su insomnio y su bipolaridad. Estas pastillas se sumarán a las que ya toma para la tensión y otras mil movidas, porque claro, no está de humor para comer sano y salir a andar, la vida ha sido tan mala con ella que ya solo quiere sentarse a ver la televisión. Su hijo se ha marchado a Madrid y lleva dos años sin hablar con ella, desde aquella vez en que tuvo que llamar a la policía porque le estaba destrozando el piso. Alguien le dijo a Pilar que el muchacho estaba metido en temas muy dolidos y muy poco legales, pero prefiere no pensar demasiado en ello. Son solo rumores. Volverá algún día, reformado y a salvo, para dejar que ella ayude a su nuera en el cuidado de los nietos.

Con 65 años, una fría noche otoñal de sábado, Pilar llegará a las 5 de la mañana sin haber podido dormirse, a pesar de haberse visto por vigesimonovena vez Pretty Woman y Los Puentes de Madison en su home cinema, pese a haberse comido 5 cupcakes de frambuesa y queso fresco, pese a haberse tomado 3 orfidales con un whiskito como hizo la última vez que se sintió tan vacía (el domingo anterior). En mitad de extraños pensamientos alucinatorios, probará como último recurso encerrar a Misifú en la cocina y echar mano de su fiel amigo Black Mamba 4000.

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Por fin su mente consigue alumbrar algo parecido a la felicidad, recordando aquel momento en que un alfita rubio de ojos verdes la desvirgó en un prado del pueblo de sus abuelos mientras, a lo lejos, retumbaban los ecos una mediocre orquesta rural. El olor del Vaginesil la relaja, con el tiempo ha aprendido a disfrutarlo, aunque antes le parecía horroroso. De repente, el recuerdo de Mamadou se aparecerá en su mente, ¿qué habrá sido de él? Era un cerdo, pero menuda berenjena tenía, cómo la amaba a cuatro patas agarrándola del pelo. Se sentirá tan excitada que se untará el trastero con el Vaginesil y pondrá el Black Mamba 4000 en modo máxima velocidad, mientras se pellizca los descolgados y arrugados pezones, a ver si así logra por fin olvidarse de ese extraño pinchazo en pecho y ese hormigueo en el brazo izquierdo. Cerrará los ojos para concentrarse en sus recuerdos, pero ya no volverá a abrirlos.

A los dos días su ex compañera del ayuntamiento, Pepita, que vive en el edificio de enfrente con su marido Pedro y su segundo hijo (el casapapi de ventimuchos) empezará a llamarla por teléfono, extrañada al ver cómo no mueve las persianas y tiene las luces encendidas todo el rato. Al no obtener respuesta, irá a su casa, llamará al timbre, pero la única respuesta que reciba serán los maullidos desesperados de Misifú, todavía encerrado en la cocina. Temiendo lo peor, avisará a la policía, que tras forzar la puerta, se encontrará el cadáver de Pilar con incipientes signos de deterioro y putrefacción, con el Anal Inthruder 4000 aún funcionando y vibrando insertado en su ano muerto (sí que duran las pilas del cacharro, el lgtb del sex shop no mitió). Junto al sofá, una caja vacía de Orfidal, y un vaso a medias con whiski aguado.


En el triste y casi solitario entierro, sus primos comentarán que la pobre tuvo muy mala suerte en la vida, y también en la muerte. Tan mala suerte que la tierra cubrió su ataúd a los pocos meses de jubilarse y acabar de pagar su hipoteca. Pero en el ambiente flotará la inconfesable verdad de que Pilar, Pili, se pasó más de 40 años persiguiendo esa mala suerte con todas sus fuerzas. Los asistentes al entierro volverán a casa con sus familias y de Pilar, la pobre Pili, esa mujer tan especial, nadie volverá a acordarse.
Madre de Dios... Ahora mismo me meto en el meetic y le pido matrimonio al primer paco alopécico y barrigudo que me hable