No sé quién empezaría esa modita, pero todos los santos días hay millones de señoras mayores enviando piolines de imitación que te dan los buenos días
A veces son bebés
O gatitos supermonos
Incluso imágenes religiosas lisérgicas
Hará cosa de un par de años, mi madre cayó definitivamente en las garras de esta modita. Empezó reenviando de vez en cuando alguna cosa que le hacía especial gracia, poco a poco cada vez era más frecuente, hasta que empezó a suceder a diario. En principio reenviaba lo mismo a sus 4 o 5 personas más cercanas de su edad (hermanas, cuñadas), con el tiempo se ha puesto más intensa la cosa. Ahora mismo se manda imágenes de buenos días a lo mejor con 20 personas todos los días. Desayuna y después se tira un buen rato revisando, reenviando esto que me mandó la Yoli a la Paqui, lo de la Paqui a la Puri, da igual que sea la prima que vive en Bilbao o la vecina a la que se va a encontrar cuarto de hora después en la panadería. O coge 5 imágenes distintas y se las manda cada una a 4 contactos. Ha aprendido a usar "el gogle" para buscar fotos, también a poner "buenos días" sobre las fotos de los geranios en flor o de su escapadita a Galicia y ya no hay quien la pare, está hecha una alfota tecnológica en el vecindario. Sale con las vecinas a sentarse a la fresca y todas diciendo que vaya imágenes más chulas. Aparte de los buenos días, tienen un mercadeo curioso de oraciones, recetas, fotos de los nietos, memes del casoplón de Iglesias, etc.
Realmente no es que lo censure, pero me hace bastante gracia el modo en que las nuevas tecnologías son asimiladas por gente ya de una edad y que hasta hace 7 u 8 años lo más parecido a un ordenador que habían tocado era el cajero automático. Veo un punto positivo en todo esto, y es que cada mañana señoras como mi madre tienen aunque sea unos segundos para acordarse de la gente que es importante en su vida.
Pero también hay un punto absurdo en esta dinámica de los buenos días. Mi hermano por ejemplo vive a 3 calles de mi madre y se ven todos los días, lleva dos años respondiendo diversas variantes de "buenos días, un beso". Cuando voy al pueblo y duermo en casa de mis padres, ella me sigue mandando las imágenes estas. A ver, que tampoco soy el típico pimpollo que nunca llama a los padres, hablo con ellos 3 o 4 veces por semana, a diario cuando pasa algo y no puedo estar en el pueblo. Aparte que voy bastante a visitarlos, mínimo 2 fines de semana al mes y las vacaciones casi enteras, ahora con el teletrabajo casi me paso la mitad del tiempo allí.
Hace un año o así me reprochó que no le respondía a los buenos días y ya le expliqué que a mí estas cosas no me gustan, que se acaba convirtiendo en una rutina obligatoria y que no me gusta estar pendiente del móvil más tiempo de lo imprescindible. No sé si la convencí de mis razones, porque me sigue mandando todos los días, aunque no me ha vuelto a reprochar nada. Hay veces que lo leo pronto y respondo, otras veces ni miro el móvil personal antes de mediodía y paso de contestar. Si veo que se ha currado una foto del jardín con los buenos días sí que suelo decirle algo, aunque sea tarde.
De vez en cuando mi tía o alguna prima mayor me mandan cosas de estas y suelo contestar, porque bueno, es gente que no hablo tanto con ella y ya aprovecho para preguntarles cómo les va. Pero lo que me dejó el trastero torcido fue un ligue de 25 años que tras unos días enfolliscados empezó a mandarme estas historias, se rompió toda la magia, sentí que me estaba intentando tener controlado desde el minuto 1 y al cabo de un par de sesiones de folleteo me escabullí.
A veces son bebés
O gatitos supermonos
Incluso imágenes religiosas lisérgicas
Hará cosa de un par de años, mi madre cayó definitivamente en las garras de esta modita. Empezó reenviando de vez en cuando alguna cosa que le hacía especial gracia, poco a poco cada vez era más frecuente, hasta que empezó a suceder a diario. En principio reenviaba lo mismo a sus 4 o 5 personas más cercanas de su edad (hermanas, cuñadas), con el tiempo se ha puesto más intensa la cosa. Ahora mismo se manda imágenes de buenos días a lo mejor con 20 personas todos los días. Desayuna y después se tira un buen rato revisando, reenviando esto que me mandó la Yoli a la Paqui, lo de la Paqui a la Puri, da igual que sea la prima que vive en Bilbao o la vecina a la que se va a encontrar cuarto de hora después en la panadería. O coge 5 imágenes distintas y se las manda cada una a 4 contactos. Ha aprendido a usar "el gogle" para buscar fotos, también a poner "buenos días" sobre las fotos de los geranios en flor o de su escapadita a Galicia y ya no hay quien la pare, está hecha una alfota tecnológica en el vecindario. Sale con las vecinas a sentarse a la fresca y todas diciendo que vaya imágenes más chulas. Aparte de los buenos días, tienen un mercadeo curioso de oraciones, recetas, fotos de los nietos, memes del casoplón de Iglesias, etc.
Realmente no es que lo censure, pero me hace bastante gracia el modo en que las nuevas tecnologías son asimiladas por gente ya de una edad y que hasta hace 7 u 8 años lo más parecido a un ordenador que habían tocado era el cajero automático. Veo un punto positivo en todo esto, y es que cada mañana señoras como mi madre tienen aunque sea unos segundos para acordarse de la gente que es importante en su vida.
Pero también hay un punto absurdo en esta dinámica de los buenos días. Mi hermano por ejemplo vive a 3 calles de mi madre y se ven todos los días, lleva dos años respondiendo diversas variantes de "buenos días, un beso". Cuando voy al pueblo y duermo en casa de mis padres, ella me sigue mandando las imágenes estas. A ver, que tampoco soy el típico pimpollo que nunca llama a los padres, hablo con ellos 3 o 4 veces por semana, a diario cuando pasa algo y no puedo estar en el pueblo. Aparte que voy bastante a visitarlos, mínimo 2 fines de semana al mes y las vacaciones casi enteras, ahora con el teletrabajo casi me paso la mitad del tiempo allí.
Hace un año o así me reprochó que no le respondía a los buenos días y ya le expliqué que a mí estas cosas no me gustan, que se acaba convirtiendo en una rutina obligatoria y que no me gusta estar pendiente del móvil más tiempo de lo imprescindible. No sé si la convencí de mis razones, porque me sigue mandando todos los días, aunque no me ha vuelto a reprochar nada. Hay veces que lo leo pronto y respondo, otras veces ni miro el móvil personal antes de mediodía y paso de contestar. Si veo que se ha currado una foto del jardín con los buenos días sí que suelo decirle algo, aunque sea tarde.
De vez en cuando mi tía o alguna prima mayor me mandan cosas de estas y suelo contestar, porque bueno, es gente que no hablo tanto con ella y ya aprovecho para preguntarles cómo les va. Pero lo que me dejó el trastero torcido fue un ligue de 25 años que tras unos días enfolliscados empezó a mandarme estas historias, se rompió toda la magia, sentí que me estaba intentando tener controlado desde el minuto 1 y al cabo de un par de sesiones de folleteo me escabullí.