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Madmaxista
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(Pido perdón por anticipado por el tocho.)
El procés es el paradigma de la ingeniería social. Sé que es de perogrullo, pero hay que recordarlo de vez en cuando y ponerlo neցro sobre blanco. Sobre todo en los momentos actuales, cuando Mas, Junqueras y Forcadell han puesto la quinta velocidad y avanzan hacia el choque de trenes, choque contra un muro, salto al vacío o cualquier metáfora de algo poco deseable.
El cacareado procés es artificial, inducido. Es la pretendida fase final de un proceso de ingeniería social que comenzó con el encumbramiento de Pujol a la Generalitat en 1980. Desde entonces, sin prisa pero sin pausa, se han utilizado sin contemplaciones todos los resortes al alcance, pero principalmente el sistema educativo y los medios de comunicación, para adoctrinar a los nuevos ciudadanos en una conciencia nacional excluyente donde España y lo español son algo ajeno; inculcándoles en la escuela una Historia como mínimo sesgada, y arrinconando el castellano hasta donde le permite el imperativo legal y más allá; reforzando después esta doctrina de forma continuada desde los medios de comunicación, hasta los extremos caricaturescos de estas últimas legislaturas, como quien vea TV3 podrá corroborar.
Compárese con la educación del resto de España, donde en el mismo periodo de tiempo, y en contraposición al adoctrinamiento del franquismo, las nuevas generaciones han sido prácticamente desideologizadas, inculcándoseles una historia superficial, aséptica, con énfasis en la historia de cada Comunidad Autónoma, y en las antípodas de la creación de una conciencia nacional. Otra cosa no, pero lo indiscutible es que no han sido adoctrinados en el nacionalismo español; aunque el nacionalista catalán, desde su prisma maniqueo, no lo pueda concebir. La consecuencia de todo esto es unas generaciones cuyo sentimiento nacional está entre la indiferencia, el desprecio y el complejo de inferioridad a causa del franquismo.
Esta ambivalencia en el sentimiento nacional, reflejado en la política a todos los niveles (apropiación e instrumentalización de la idea de España y sus símbolos por parte de la derecha / repudio y rechazo de lo mismo por parte de la izquierda) ha sido aprovechado por el nacionalismo durante todo el periodo constitucional en las negociaciones con todos los gobiernos de Madrid. Mientras, en su feudo, ellos sí contaban en sus filas con un contingente “bien educado” y en espera de movilizar.
En 2010, al rechazar el TC el Estatut, se produce la primera reacción significativa de este contingente. Reacciones enérgicas a la sentencia desde la Generalitat, una editorial conjunta de todos los diarios con sede en Cataluña (la pluralidad de l’oasi, y tal) y la primera manifestación multitudinaria promovida y apadrinada por Govern, partidos y el conglomerado de asociaciones afines y subvencionadas, con Òmnium a la cabeza. Todo muy espontáneo, muy en su línea.
En mayo de 2011, con motivo de las municipales, surge el movimiento 15M, que invade las plazas de la mayoría de ciudades de España, Cataluña incluida. Pese a los intentos de instrumentalizarlas por parte de los “comisarios políticos” nacionalistas infiltrados, las reivindicaciones de las asambleas se ciñen a los temas que realmente preocupan a los ciudadanos indignados: corrupción, recortes, retroceso del estado del bienestar, etc.
Un mes más tarde, 15 de junio, muchos de esos indignados de Barcelona rodean el Parlament, con las escenas que todos recordamos -“Auxili!!!”, el President llegando en helicóptero, Alfons López Tena negándose a contestar a los periodistas en castellano “porque es el idioma de los que me insultaban ahí fuera” (sic)-, marcándose el punto de mayor distanciamiento con los políticos.
En marzo de 2012, poco más de medio año después, mientras el 15M desaparece progresivamente de los focos, se constituye la Asamblea Nacional Catalana. La maquinaria de agitprop pone una velocidad más, y la masa empieza a cerrar filas alrededor de sus dirigentes (quien lo hubiera dicho medio año antes), llegando a jalear a Mas cuando vuelve de Madrid con el regazo entre las piernas tras proponer el pacto fiscal “debido al clamor del pueblo catalán en la Diada”. Desde su constitución, la ANC, convertida de facto en Ministerio de Propaganda, se encarga de organizar las demostraciones de fuerza del catalanismo en ocasiones señaladas y de planear sobre el Govern como un poder fáctico al que nadie ha elegido (de hecho, en realidad, Govern y ANC son las dos caras de una misma moneda).
Desde entonces, el resto lo tenemos cada día en nuestras pantallas. El proceso funciona a base de tener al contingente nacionalista en un estado de movilización y agitación continua. Quien más quien menos, recuerda su época, más cercana o lejana, de asistir a manifestaciones y asambleas, y recuerda aquel estado de efervescencia, de querer cambiar el mundo, o comérselo. Ese ímpetu, un punto revolucionario, un punto crispado... hasta que la espuma va bajando y los ánimos se relajan, del todo o en parte. Pues bien, para los independentistas, todo esto es igual, pero sostenido en el tiempo, porque todos los días los media les bombardean con su dosis de consignas. Hay que mantener despierta a la tropa, es necesario que estén en crispación permanente (ay, aquel “català emprenyat”).
Como se explica que en un momento en que la prensa está amenazada y herida de fin, en que cabeceras como “El País” y “El Mundo” cambian de manos y peligran por su poca viabilidad… gran parte de la prensa y emisoras catalanas vivan una edad de oro? Subvenciones, obviamente. Porque los media son otra de las patas del proceso. El cuarto poder. Misión: agitprop, fieles a los Principios de Propaganda de Goebbels (y antes de que se me acuse de banalización del nazismo, puntualizaré que menciono a Paul Joseph no por nancy, sino porque es el pionero y nº1 en lo suyo, la propaganda política. Y de esto, aquí sabemos un rato... hay que aprender de los mejores).
El independentismo actual se reduce a una serie de memes, una nube de tags, que todos conocemos, a fuerza de repetirse en los media. Consignas simples e inmediatas, que hacen saltar al individuo como si estuvieran dirigidas a un subconsciente previamente moldeado. Sin embargo, la mayoría de su público objetivo sería incapaz de desarrollar una argumentación o afrontar una discusión en torno a cualquiera de esos memes. Hablemos del expolio, póngale cifras, hábleme de los sistemas de las balanzas fiscales y cómo funcionan. Hablemos de historia, puede explicar exactamente por qué la Guerra de Sucesión fue una guerra de España contra Cataluña? Y la guerra civil, más de lo mismo? Por qué se llamaba así la Corona Catalanoaragonesa, y no Corona de Aragón? O acaso le dice algo la expresión “primus inter pares”? El Estatut: qué artículos fueron impugnados? En base a qué? Cuál fue la participación en aquel referéndum? Escocia: diferencias entre el vínculo que une Escocia y el UK, y el que une Cataluña con el conjunto de España? Qué dice la Constitución británica sobre la consulta de Escocia? Y así hasta el infinito y más allá.
No es plan de desmontar uno a uno todos los memes, pero sí detenerse en uno de los más aberrantes y además, alrededor del cual gira el proceso; ya saben, aquel de “el proceso va de abajo hacia arriba”, falaz pero inclusivo, que busca fomentar en el creyente la sensación de ser actor protagonista (reivindicando sus irrefrenables ansias independentistas y provocando que los políticos tengan que convocar la consulta para satisfacer ese “clam”), cuando en realidad solo es otro galeote más, pastoreado por el Ministerio de Propaganda más conocido como ANC. La cuestión es que se vende como algo muy “horizontal” todo el proceso, pero ni lo es tanto, ni es siquiera novedoso: el invento se llama astroturfing, y viene a ser una campaña (en origen publicitaria) destinada a disfrazar las acciones de una empresa –o iniciativa política, en este caso- como la reacción pública espontánea e independiente de la gente. Nos suena de algo?
La prueba de que todo este proceso no es más que una gran operación de ingeniería social es que, si por un deus ex machina (un improbable acuerdo con Madrit -pacto fiscal y otras concesiones a cambio de desactivar el proceso- o cualquier otro suceso imprevisto), se consiguiera "desconectar el interruptor", es decir, conseguir que los medios públicos y subvencionados al servicio del secesionismo dejaran de azuzar día y noche a las masas, el proceso se desactivaría, porque se haría invisible de facto. Aunque siguiera habiendo gente partidaria y se organizaran manifestaciones y acciones, todos sabemos que si desaparecen del foco mediático, la gente se desincentivaría rápidamente, por el mismo mecanismo que ahora se suben al carro: así como ahora la gente se apunta a caballo ganador porque los media dan a entender que todo el mundo está ahí metido, y la gente dice “yo también voy, vienes?”, si dejara de salir en la tele se bajaría del burro porque esa sensación desaparecería, y la desmovilización se retroalimentaría. Psicología de masas.
Para terminar, no perdamos de vista el reverso de toda esta agitación inducida a la que venimos asistiendo: el establishment ha inflado el suflé con entusiasmo, pero gestionar la frustración que puede generar el choque con la realidad o con los diferentes obstáculos que puedan aparecer, o el llegar a una vía muerta en algún momento, es algo que dudo que tengan previsto, y les puede explotar en la cara... Tal vez cuatro años más tarde, asistamos a otro asedio al Parlament, y esta vez no se podrán sacar de la manga otra cortina de humo tan efectiva como ésta.
Gracias por haber aguantado hasta el final.
El procés es el paradigma de la ingeniería social. Sé que es de perogrullo, pero hay que recordarlo de vez en cuando y ponerlo neցro sobre blanco. Sobre todo en los momentos actuales, cuando Mas, Junqueras y Forcadell han puesto la quinta velocidad y avanzan hacia el choque de trenes, choque contra un muro, salto al vacío o cualquier metáfora de algo poco deseable.
El cacareado procés es artificial, inducido. Es la pretendida fase final de un proceso de ingeniería social que comenzó con el encumbramiento de Pujol a la Generalitat en 1980. Desde entonces, sin prisa pero sin pausa, se han utilizado sin contemplaciones todos los resortes al alcance, pero principalmente el sistema educativo y los medios de comunicación, para adoctrinar a los nuevos ciudadanos en una conciencia nacional excluyente donde España y lo español son algo ajeno; inculcándoles en la escuela una Historia como mínimo sesgada, y arrinconando el castellano hasta donde le permite el imperativo legal y más allá; reforzando después esta doctrina de forma continuada desde los medios de comunicación, hasta los extremos caricaturescos de estas últimas legislaturas, como quien vea TV3 podrá corroborar.
Compárese con la educación del resto de España, donde en el mismo periodo de tiempo, y en contraposición al adoctrinamiento del franquismo, las nuevas generaciones han sido prácticamente desideologizadas, inculcándoseles una historia superficial, aséptica, con énfasis en la historia de cada Comunidad Autónoma, y en las antípodas de la creación de una conciencia nacional. Otra cosa no, pero lo indiscutible es que no han sido adoctrinados en el nacionalismo español; aunque el nacionalista catalán, desde su prisma maniqueo, no lo pueda concebir. La consecuencia de todo esto es unas generaciones cuyo sentimiento nacional está entre la indiferencia, el desprecio y el complejo de inferioridad a causa del franquismo.
Esta ambivalencia en el sentimiento nacional, reflejado en la política a todos los niveles (apropiación e instrumentalización de la idea de España y sus símbolos por parte de la derecha / repudio y rechazo de lo mismo por parte de la izquierda) ha sido aprovechado por el nacionalismo durante todo el periodo constitucional en las negociaciones con todos los gobiernos de Madrid. Mientras, en su feudo, ellos sí contaban en sus filas con un contingente “bien educado” y en espera de movilizar.
En 2010, al rechazar el TC el Estatut, se produce la primera reacción significativa de este contingente. Reacciones enérgicas a la sentencia desde la Generalitat, una editorial conjunta de todos los diarios con sede en Cataluña (la pluralidad de l’oasi, y tal) y la primera manifestación multitudinaria promovida y apadrinada por Govern, partidos y el conglomerado de asociaciones afines y subvencionadas, con Òmnium a la cabeza. Todo muy espontáneo, muy en su línea.
En mayo de 2011, con motivo de las municipales, surge el movimiento 15M, que invade las plazas de la mayoría de ciudades de España, Cataluña incluida. Pese a los intentos de instrumentalizarlas por parte de los “comisarios políticos” nacionalistas infiltrados, las reivindicaciones de las asambleas se ciñen a los temas que realmente preocupan a los ciudadanos indignados: corrupción, recortes, retroceso del estado del bienestar, etc.
Un mes más tarde, 15 de junio, muchos de esos indignados de Barcelona rodean el Parlament, con las escenas que todos recordamos -“Auxili!!!”, el President llegando en helicóptero, Alfons López Tena negándose a contestar a los periodistas en castellano “porque es el idioma de los que me insultaban ahí fuera” (sic)-, marcándose el punto de mayor distanciamiento con los políticos.
En marzo de 2012, poco más de medio año después, mientras el 15M desaparece progresivamente de los focos, se constituye la Asamblea Nacional Catalana. La maquinaria de agitprop pone una velocidad más, y la masa empieza a cerrar filas alrededor de sus dirigentes (quien lo hubiera dicho medio año antes), llegando a jalear a Mas cuando vuelve de Madrid con el regazo entre las piernas tras proponer el pacto fiscal “debido al clamor del pueblo catalán en la Diada”. Desde su constitución, la ANC, convertida de facto en Ministerio de Propaganda, se encarga de organizar las demostraciones de fuerza del catalanismo en ocasiones señaladas y de planear sobre el Govern como un poder fáctico al que nadie ha elegido (de hecho, en realidad, Govern y ANC son las dos caras de una misma moneda).
Desde entonces, el resto lo tenemos cada día en nuestras pantallas. El proceso funciona a base de tener al contingente nacionalista en un estado de movilización y agitación continua. Quien más quien menos, recuerda su época, más cercana o lejana, de asistir a manifestaciones y asambleas, y recuerda aquel estado de efervescencia, de querer cambiar el mundo, o comérselo. Ese ímpetu, un punto revolucionario, un punto crispado... hasta que la espuma va bajando y los ánimos se relajan, del todo o en parte. Pues bien, para los independentistas, todo esto es igual, pero sostenido en el tiempo, porque todos los días los media les bombardean con su dosis de consignas. Hay que mantener despierta a la tropa, es necesario que estén en crispación permanente (ay, aquel “català emprenyat”).
Como se explica que en un momento en que la prensa está amenazada y herida de fin, en que cabeceras como “El País” y “El Mundo” cambian de manos y peligran por su poca viabilidad… gran parte de la prensa y emisoras catalanas vivan una edad de oro? Subvenciones, obviamente. Porque los media son otra de las patas del proceso. El cuarto poder. Misión: agitprop, fieles a los Principios de Propaganda de Goebbels (y antes de que se me acuse de banalización del nazismo, puntualizaré que menciono a Paul Joseph no por nancy, sino porque es el pionero y nº1 en lo suyo, la propaganda política. Y de esto, aquí sabemos un rato... hay que aprender de los mejores).
El independentismo actual se reduce a una serie de memes, una nube de tags, que todos conocemos, a fuerza de repetirse en los media. Consignas simples e inmediatas, que hacen saltar al individuo como si estuvieran dirigidas a un subconsciente previamente moldeado. Sin embargo, la mayoría de su público objetivo sería incapaz de desarrollar una argumentación o afrontar una discusión en torno a cualquiera de esos memes. Hablemos del expolio, póngale cifras, hábleme de los sistemas de las balanzas fiscales y cómo funcionan. Hablemos de historia, puede explicar exactamente por qué la Guerra de Sucesión fue una guerra de España contra Cataluña? Y la guerra civil, más de lo mismo? Por qué se llamaba así la Corona Catalanoaragonesa, y no Corona de Aragón? O acaso le dice algo la expresión “primus inter pares”? El Estatut: qué artículos fueron impugnados? En base a qué? Cuál fue la participación en aquel referéndum? Escocia: diferencias entre el vínculo que une Escocia y el UK, y el que une Cataluña con el conjunto de España? Qué dice la Constitución británica sobre la consulta de Escocia? Y así hasta el infinito y más allá.
No es plan de desmontar uno a uno todos los memes, pero sí detenerse en uno de los más aberrantes y además, alrededor del cual gira el proceso; ya saben, aquel de “el proceso va de abajo hacia arriba”, falaz pero inclusivo, que busca fomentar en el creyente la sensación de ser actor protagonista (reivindicando sus irrefrenables ansias independentistas y provocando que los políticos tengan que convocar la consulta para satisfacer ese “clam”), cuando en realidad solo es otro galeote más, pastoreado por el Ministerio de Propaganda más conocido como ANC. La cuestión es que se vende como algo muy “horizontal” todo el proceso, pero ni lo es tanto, ni es siquiera novedoso: el invento se llama astroturfing, y viene a ser una campaña (en origen publicitaria) destinada a disfrazar las acciones de una empresa –o iniciativa política, en este caso- como la reacción pública espontánea e independiente de la gente. Nos suena de algo?
La prueba de que todo este proceso no es más que una gran operación de ingeniería social es que, si por un deus ex machina (un improbable acuerdo con Madrit -pacto fiscal y otras concesiones a cambio de desactivar el proceso- o cualquier otro suceso imprevisto), se consiguiera "desconectar el interruptor", es decir, conseguir que los medios públicos y subvencionados al servicio del secesionismo dejaran de azuzar día y noche a las masas, el proceso se desactivaría, porque se haría invisible de facto. Aunque siguiera habiendo gente partidaria y se organizaran manifestaciones y acciones, todos sabemos que si desaparecen del foco mediático, la gente se desincentivaría rápidamente, por el mismo mecanismo que ahora se suben al carro: así como ahora la gente se apunta a caballo ganador porque los media dan a entender que todo el mundo está ahí metido, y la gente dice “yo también voy, vienes?”, si dejara de salir en la tele se bajaría del burro porque esa sensación desaparecería, y la desmovilización se retroalimentaría. Psicología de masas.
Para terminar, no perdamos de vista el reverso de toda esta agitación inducida a la que venimos asistiendo: el establishment ha inflado el suflé con entusiasmo, pero gestionar la frustración que puede generar el choque con la realidad o con los diferentes obstáculos que puedan aparecer, o el llegar a una vía muerta en algún momento, es algo que dudo que tengan previsto, y les puede explotar en la cara... Tal vez cuatro años más tarde, asistamos a otro asedio al Parlament, y esta vez no se podrán sacar de la manga otra cortina de humo tan efectiva como ésta.
Gracias por haber aguantado hasta el final.