Otra tonteoría feminista desmontada: "Cien años de la mujer en la Universidad"

Igualdad 7-2521

Madmaxista
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Sí, yo también he mirado la wikipedia.

---------- Post added 07-jul-2013 at 13:29 ----------

es decir, sin Estado, las escuelas politécnicas no existirían excepto en Inglaterra, que ahí era más cosa de cuáqueros, puritanos y demás gente de mal vivir. Para eso que ha escrito llevarse el tiro por la culata, mejor callarse.
Ni capitalismo en ninguna parte, siguiendo esa lógica.
 

Sr. Pérez

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Para poder citar normativas es necesario que dichas normativas sean escritas, se hayan conservado hasta hoy y que el autor esté en disposición de consultarlas. No es el caso.
Y por eso existe una diferencia entre lo que cualquiera puede decir en voz alta acodado en la barra de un bar cualquiera y aquello que tiene cierta base histórica apoyada en el rigor de la investigación exhaustiva de las fuentes disponibles. Pero vamos, que no es el caso.

Por ejemplo, yo podría entrar aquí y decir que la última vez que se me ocurrió consultar los archivos de la Universidad de Santiago de Compostela (poco sospechosa de jacobina y mucho menos de rusoniana) correspondientes al periodo 1780-1808 buscando rastro de los que luego formarian el Batallón Literario no vi, mire usted, ni un sólo nombre de señora en la lista de expedientes personales (del de estudiantes, obviamente, en la nómina del Batallón dificilmente los habría)... ¿Pero qué crédito tendría?

Si el autor no se ha molestado en consultar las normativas, que existen y se conservan, pues poco crédito me va a merecer cualquiera de sus afirmaciones.

PS: Por definición, una "normativa" es escrita. O no es, como dicen aquellas.
 

Da Grappla Reloaded

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Sí, yo también he mirado la wikipedia.
¿También?

Yo no la miré...y el autor tampoco :D

---------- Post added 07-jul-2013 at 13:50 ----------

Y por eso existe una diferencia entre lo que cualquiera puede decir en voz alta acodado en la barra de un bar cualquiera y aquello que tiene cierta base histórica apoyada en el rigor de la investigación exhaustiva de las fuentes disponibles. Pero vamos, que no es el caso.

Por ejemplo, yo podría entrar aquí y decir que la última vez que se me ocurrió consultar los archivos de la Universidad de Santiago de Compostela (poco sospechosa de jacobina y mucho menos de rusoniana) correspondientes al periodo 1780-1808 buscando rastro de los que luego formarian el Batallón Literario no vi, mire usted, ni un sólo nombre de señora en la lista de expedientes personales (del de estudiantes, obviamente, en la nómina del Batallón dificilmente los habría)... ¿Pero qué crédito tendría?

Si el autor no se ha molestado en consultar las normativas, que existen y se conservan, pues poco crédito me va a merecer cualquiera de sus afirmaciones.

PS: Por definición, una "normativa" es escrita. O no es, como dicen aquellas.
Es el método de investigación tradicionalista...si no me lo sé, me lo invento.

Va a ser verdad que son la "Verdadera España" porque poco más español que eso.
 

Sr. Pérez

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Va a ser verdad que son la "Verdadera España" porque poco más español que eso.
En eso no entro, pero me hace gracia que el "tradicionalismo" (vamos a llamarlo así) quiera ahora ser más feminista que las feministas.

Supongo que será un movimiento estratégico, como todo. Despues de todo, las señoras siempre han sido su público más fiel y combativo (por eso y no por otra cosa aquellas dudas de los gente de izquierdas quemaconventos por si dejar votar o no a las señoras). Ahora que hasta las de misa diaria y pata quebrada se han puesto algo en valor, supongo que toca dorarles esa píldora y ponerse de tradicionales adalides de la libertad femenina (se lo cuenten a las niñas atadas de por vida con 14 años por elección de sus familias gracias al inviolable sacramento).

La pirueta más rebuscada lo de que fuera la Pepa la que las echara de las universidades. Eso me ha sorprendido, lo admito. Si está claro que todo se torció en Cadiz...
 

Da Grappla Reloaded

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En eso no entro, pero me hace gracia que el "tradicionalismo" (vamos a llamarlo así) quiera ahora ser más feminista que las feministas.

Supongo que será un movimiento estratégico, como todo. Despues de todo, las señoras siempre han sido su público más fiel y combativo (por eso y no por otra cosa aquellas dudas de los gente de izquierdas quemaconventos por si dejar votar o no a las señoras). Ahora que hasta las de misa diaria y pata quebrada se han puesto algo en valor, supongo que toca dorarles esa píldora y ponerse de tradicionales adalides de la libertad femenina (se lo cuenten a las niñas atadas de por vida con 14 años por elección de sus familias gracias al inviolable sacramento).

La pirueta más rebuscada lo de que fuera la Pepa la que las echara de las universidades. Eso me ha sorprendido, lo admito. Si está claro que todo se torció en Cadiz...
Tienen una empanada mental bastante grande y sobre todo, son muy mentirosos pero no de los de hacerlo a mala baba, sino de tener las gafas mal graduadas y creerse lo que dicen.

Pero si te das cuenta, con el hecho de que pidieran el voto femenino, les das la razón...todo se hace por interés y a ellos eso le interesó antes.
 
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Ahora que hasta las de misa diaria y pata quebrada se han puesto algo en valor...
Lo de la "pata quebrada" será tradición de su familia (no sé si será "genético", usted sabrá), no generalice. En mi Familia la tradición es el amor, respeto mutuo, y complementarse dentro de una Familia cristiana (desde el respeto, del que usted carece).

Son ustedes quienes nos han robado la valoración social, son ustedes los "machistas", quienes desprecian la naturaleza femenina y nos imponen imitar la del varón para merecer su respeto y valoración social. Ya que según su discurso, la naturaleza femenina es inferior a la masculina, ergo, la mujer lo es al varón... y solo imitando a éste podremos salir de "arrollo"· en el que según ustedes, vivíamos. Un saludo.

Catholic.net - "Feminismo" catlico

El gran fraude del Feminismo.

Por "Feminismo" se entiende un movimiento social y político que postula la igualdad de los derechos de las mujeres y los hombres.

Comenzó con las sufragistas inglesas del siglo XIX, continuó defendiendo una educación equiparable a la que recibían los muchachos, un trabajo, un sueldo... En sí mismas, estas primeras aspiraciones no eran directamente contrarias a la fe ni a la moral católica. ¿Cómo es posible que hayan acabado pidiendo aberraciones tales como el derecho al aborto o a la esterilización?.

Desde el principio, todas las reivindicaciones tomaban como barómetro o punto de referencia los derechos del hombre: ¡Pedimos el derecho al voto como los hombres!, ¡un trabajo remunerado como el de los hombres!, etc. Según se iban logrando objetivos, se pedía más y más, hasta que se ha llegado a un punto en el que se entra en conflicto con la diferenciación sensual más obvia. La mujer rechaza la carga de la maternidad porque los hombres no la tienen. Reivindica su derecho a un embarazo optativo, a "ser dueña de su cuerpo" , a desarrollar su personalidad y sus aspiraciones sociales y económicas, "a realizarse" como dicen, antes de ser madre. El movimiento feminista ha terminado por rechazar lo más característicamente femenino y por frustrar la vocación natural de la mujer.

De esta manera el "Feminismo" ha terminado por defender una doctrina mucho más machista que cualquiera de las culturas y sistemas ideados por los hombres. Así es, pues no existe mayor elogio que la imitación. Si una persona admira tanto a otra que trabaja y se esfuerza para llegar a parecerse a ella, y se hace violencia a sí misma para conseguir ponerse a la altura de su modelo, ¿no está dando la mayor prueba de admiración que existe?.


La mujer es diferente del hombre.


En esta discusión se ha llegado a una confusión tal que es necesario empezar por establecer la definición de los términos.

El ser humano, en sentido general, se define como animal racional. Animal porque posee un cuerpo con necesidades materiales; racional porque posee un principio vital de numerosas facultades, que están o debieran estar subordinadas al más perfecto modo de conocimiento que tienen los seres materiales, el conocimiento racional.

Ahora bien, el ser humano como tal no existe, no es más que el nombre de la especie, que se singulariza o materializa de múltiples maneras, ninguna de las cuales constituye en su esencia al hombre. Una de esas concreciones accidentales es el sesso. Ya Aristóteles se preguntaba cuál es la importancia de esta característica para el ser humano. La respuesta que da en su Metafísica no puede ser más clara:

Las contrariedades que están en el concepto producen diferencia específica, pero las que están en el compuesto con la materia no la producen. Por eso del hombre no la produce la blancura y la negrura, y no hay diferencia específica entre hombre blanco y hombre oscuro... El ser macho y el ser hembra son ciertamente afecciones propias del animal, pero no en cuanto a su substancia, sino en la materia y en el cuerpo.

En otras palabras los sexos, como el color de la piel, son para él algo de la materia, no de la forma o de la esencia del hombre. Hombre y mujer cuentan con los dos elementos, cuerpo y razón, que los definen como seres humanos.

Sin embargo, al estar alma y cuerpo substancialmente unidos, nada tiene de extraño que el ser mujer u hombre conlleve diferencias accidentales en ambos elementos: la anatomía -y la simple evidencia- enseña que el cuerpo del hombre no es igual al de la mujer y que cada uno está capacitado para funciones muy distintas. Por su parte, de manera mucho menos probatoria y clara, basándose sólo en la estadística, la psiquiatría explica que los procesos mentales de la mujer y del hombre difieren, pero que ambos pueden llegar a las mismas conclusiones y desarrollo, pues aunque sean distintos sus métodos, poseen la misma capacidad.

El último término de esta controversia es la palabra "diferente". Quiere decir desigualdad, disparidad entre dos o más elementos. Pero no implica que uno sea mejor que otro. Es un adjetivo relativo, no cualitativo; sólo designa la no identidad de algunos aspectos accidentales entre hombre y mujer, pero no conlleva un juicio de valor sobre el sustantivo al que acompaña. Además, expresa una relación recíproca entre los dos términos: si uno es diferente de otro, éste será también diferente de aquél. En cambio, si uno fuera inferior a otro, éste no sería inferior a aquél.

Entender que la proposición "la mujer es diferente del hombre" es lo mismo que "la mujer es inferior al hombre" constituye un salto sofístico sin fundamento lógico. Este error que comete el "Feminismo" moderno, debiera llevarnos a dudar de la bondad de su fundamento.

Admitida, pues, la esencial identidad de hombre y mujer se entiende también la identidad de su fin o destino, que no es otro que la salvación. Este punto es fundamental para entender la postura de la Iglesia Católica en esta cuestión que, por su virulencia, ha dado en llamarse "la guerra de los sexos". Los Mandamientos de la Ley de Dios son comunes para todos los seres humanos, no existen los Diez Mandamientos del Hombre ni los Diez Mandamientos de la Mujer; son los mismos y han de obedecerse cada uno en su estado y condición. Las Bienaventuranzas, las Virtudes y los Vicios, el Cielo y el Infierno son los mismos para ambos sexos. Ante el Juicio de Dios, los hombres y las mujeres son iguales.

Deber de estado.


Sin embargo, cada uno debe perseguir el mismo fin útimo según su vocación y según las condiciones que Dios le ha dado. En otras palabras, cada cual tiene que atender a su deber de estado. ¿Qué tiene que ver con esto la diferencia sensual? Si no me equivoco, tal disparidad, desde el punto de vista de la doctrina católica estricta, sólo tiene que ver con la vocación religiosa y con el matrimonio. En lo demás la Iglesia no parece meterse: que una mujer quiere ser general de carabineros, albañil de primera o levantadora de pesos en una feria, allá ella. Con tal de que se guarde la decencia necesaria no pone más inconvenientes la doctrina cristiana más inconvenientes que los que ofrecerá la propia naturaleza.

El auténtico problema reside en el matrimonio y en la familia que es donde se plantea con toda su crudeza la llamada "guerra de los sexos". Ahí es donde se confluyen todos los factores arriba enumerados, hasta que por remota influencia marxista se ha acabado por concebir la complementariedad matrimonial como enfrentamiento similar a la lucha de clases.

Y para concebir adecuadamente el problema que a diario viven los matrimonios, entre el trabajo de los cónyuges, o de uno de los dos, fuera de casa y las tareas domésticas, creo que basta con enunciar el principio fundamental al respecto: nadie está obligado al matrimonio, pero una vez casados su obligación de estado ya no es la de la profesión, sino la que se sigue de su condición de casados (a no ser que un bien mayor exija otra cosa).

Esto se complementa con otra idea muy contraria al espíritu moderno: el éxito personal entendido como reconocimiento público de la labor individual es ilícito perseguirlo por sí mismo, y más aún en el caso de que ello perturbe el fin de los casados.

Para entender esta doctrina, que podría servir de fundamento a un "Feminismo" cristiano, no es malo recordar por qué, con independencia de las corrientes hoy jaleadas por los medios de comunicación, la familia y dentro de ella las tareas de procreación y educación de la prole deben prevalecer sobre los intereses individuales de los cónyuges.

La familia, célula de la sociedad.

Uno de los principios fundamentales de la doctrina tradicional es el de defender la supremacía de la sociedad sobre el Estado que suele resumirse en el conocido lema "Más Sociedad y menos Estado". El Estado no es más que la organización de la sociedad y debe servirla, no al revés. Queda así reconocida la primacía natural del hombre sobre el Estado.

A su vez, el hombre, que es un ser sociable, ordena sus relaciones en varios órganos o cuerpos intermedios a partir de la familia. Es en la familia donde se forman los individuos que integran la sociedad y el Estado. Es decir, la familia es la base de la sociedad y de toda su organización, incluyendo, en último término, al Estado.

Si la familia juega ese papel fundamental en la sociedad, entonces, siguiendo el orden natural establecido por Dios, la doctrina tradicional reconoce la importancia de la mujer. Por obvias necesidades primarias es la madre la que está más cerca del hijo en los primeros años de vida. Y todos los psiquiatras, psicólogos y pedagogos coinciden en afirmar que estos primeros años son decisivos en la vida de cada persona. Es el período en que se adquieren las nociones generales del mundo en el que han de vivir, cuando se aprenden unos principios morales básicos según los cuales se ordenará la educación y se adquieren unos primeros hábitos con los que se conformará la personalidad del hijo.

Durante estos primeros años que se pasan en el hogar se ponen los fundamentos de toda educación de cada individuo que el día de mañana integrará la sociedad y el Estado. Los niños de hoy son el futuro de cada nación. Es decir, la educación es una cuestión fundamental para la sociedad y el estado. Así lo afirma cualquiera al que se le pregunte, y de hecho, ésta es la razón de que los programas educativos sean uno de los puntos de debate constantes en los programas políticos.

Falta de valoración social.

Sin embargo, el educador, el responsable de esa importante tarea, no recibe esa consideración. Los mismos que reconocen la importancia de la educación afirman poco después que la mujer debe ser rescatada de la esclavitud que supone ocuparse de la formación de sus hijos. No se dan cuenta de que caen en una flagrante contradicción: la educación y formación es una labor necesaria y excelsa pero la mujeres que se dedican a ello son despreciadas por la sociedad. Algo tan absurdo como si pretendiéramos llegar justo a tiempo de salvar a un príncipe de ser rey o a un obispo de ser Papa.

¿Por qué es valorada una profesora que enseña un área especializada de conocimiento a muchos alumnos unas horas a la semana y en cambio, esa misma mujer cuando dedica muchas más horas a la formación integral de su hijo sobre todos los aspectos de la vida sólo recibe desprecio, más o menos velado? Y no digamos en el caso de las madres que no trabajan fuera de casa.

El criterio nace en parte de razones económicas, pero sobre todo en la búsqueda del éxito: la mujer que tiene una profesión fuera de casa recibe un salario y cómo tal, es tomada en consideración por la sociedad. En cambio, las horas que dedica a su familia no las remunera nadie y no cotizan en la Seguridad Social, por tanto la sociedad no las valora. Y lo grave es que no sólo la sociedad, sino ella misma sólo se "siente realizada" cuando desempeña su profesión y todo el tiempo que emplea en sus obligaciones como madre y esposa y ama de casa le parecen horas robadas a su verdadera función.

Las causas de esta alteración de valores son múltiples: entre ellas, la ñoña conciencia romántica que en el siglo XIX (del que nada bueno ha salido) hizo de la mujer un objeto débil, decorativo y algo simple. A ello se unió en esa misma época la transformación social que produjo la concepción política que centralizó todo el poder en manos de un todopoderoso Estado. La educación estatalizada llevada a cabo contra la Iglesia y las prerrogativas de los padres, el trabajo asalariado propio del capitalismo, la valoración suprema del éxito individual nacida de la sociedad protestante; todo ello contribuyó a despreciar las tareas propias del hogar y a la vocación familiar.

De todas estas obligaciones el hombre se liberó creyendo que con traer el salario a casa y mantener económicamente a la familia ya cumplía con sus deberes de estado. Además, todo el tiempo que no dedicaba a su profesión, procuraba emplearlo en cultivar una vida social completamente ajena al entorno familiar.

Quizá el ejemplo más expresivo sean los Clubes ingleses del XIX... No es simple casualidad que precisamente en la Inglaterra del XIX donde triunfó el movimiento Feminista, que utilizó como pretexto el derecho al voto de las mujeres. Si el hombre había podido liberarse de todas esas tareas que él mismo había conceptuado de denigrantes, la mujer reclamaba el mismo derecho: los hijos quedaban a cargo de institutrices o de internados, la casa la atendía el servicio –naturalmente, esta "liberación" sólo podían conseguirla los que tenían recursos económicos suficientes- y los cónyuges quedaban libres para "realizarse" y cultivar sus intereses, cada uno por su lado. La sociedad se horrorizó de los resultados de su propia actitud: el desprecio de las obligaciones que conlleva el matrimonio conducía irremediablemente a la destrucción de la familia. De ahí la reacción airada de los políticos y de los prohombres de la Inglaterra del XIX.

"Feminismo" católico.

Contra estos valores y usos sociales erróneos, el "Feminismo" se propuso como la solución.

Desgraciadamente el término feminista está tan corrompido que todo el mundo lo asocia con esas reivindicaciones antinaturales y contrarias a la moral que terminan necesariamente en el rebajamiento de todo aquello que es característico de la mujer. Es decir, la solución es peor que el problema.

Todos los que no están de acuerdo con exigencias tales como el aborto, rechazan esa postura extrema, pero se contentan con un "Feminismo" aguado, sin base doctrinal definida. Es ese "Feminismo" vergonzante, pues ni siquiera admiten la etiqueta de "Feminismo", que se limita a celebrar el "Día de la Mujer trabajadora" -el 8 de Marzo- o exigir un porcentaje de candidatas femeninas en las listas de los partidos -lo cual en realidad es denigrante, pues ocupan esos puestos por ser mujeres, no porque sean capaces de desempeñarlo: un recurso propagandístico más - y que contabiliza como éxito importante el lanzar una campaña de carteles con el lema "A partes iguales".

Estas dos versiones del "Feminismo" son incorrectas, aunque en distinto grado, pues la extrema es activa, la intermedia es pasiva.

Pero debe existir una respuesta correcta a este problema. Y es una tercera postura, que aún no está articulada como tal, incluso ni siquiera tiene nombre y que, provisionalmente, podría llamarse "Feminismo" católico o tradicional.

Este "Feminismo" Católico consiste en aplicar el principio cristiano de igualdad entre ambos sexos a la sociedad, poner en práctica la doctrina de la Iglesia Católica. Debe centrarse en defender a la familia, pues ha sido el objeto principal de los ataques, tanto por parte del desprecio de una sociedad individualista y economicista, como por parte del "Feminismo" extremo que rechaza la maternidad y las obligaciones que conlleva, porque precisamente ésa es la característica que diferencia a la mujer del hombre.

Por tanto, es necesario desterrar todo ese desprecio social, comenzando por los complejos inconfesados de las propias mujeres. Dos caminos deben seguirse: el primero consiste en reivindicar y difundir la valoración positiva de la maternidad, la dedicación a la formación los hijos y las tareas del ama de casa en la sociedad actual; y el segundo, en transmitir estos mismos valores católicos a los niños y jóvenes de hoy, que serán la sociedad del mañana .

La relevancia de esta defensa sólo se calibra adecuadamente si se tiene en cuenta que la consecuencia inmediata de la denigración de la institución familiar es la
desaparición del orden social católico.
 

Sr. Pérez

Madmaxista
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Tienen una empanada mental bastante grande y sobre todo, son muy mentirosos pero no de los de hacerlo a mala baba, sino de tener las gafas mal graduadas y creerse lo que dicen.
Hombre... es que ese es problema, venga de donde venga. A un malo se le nota, pero a un simple... cuidado con un simple, porque son infinitamente más peligrosos.

Quien dice un simple dice un ingenuo o un empanao, creo que me explico.

Pero si te das cuenta, con el hecho de que pidieran el voto femenino, les das la razón...todo se hace por interés y a ellos eso le interesó antes.
Si yo no digo lo contrario. De todas maneras, tampoco abuse usted, maese DaGrappla del "y tú más". Hay una diferencia entre el motivo del interés de unos y el de otros. Después de todo, la iglesia católica se interesó por ganarse a las mujeres, pero no precisamente por mejorar sus condiciones de vida.

A lo que voy es a que una cosa es que te convenzan de lo bien que se está siendo esclava del señor de la casa, que dios lo quiere y así se gana el cielo, y otra muy diferente decir mejor las meapilas que no voten hasta que no sean dueñas de sí mismas. Parece igual, pero hay una sutil diferencia. Y unos cuantos siglos, pues también.

Con el voto femenino me pasa una cosa muy curiosa, igual que con todo lo relacionado con la "liberación" de la mujer. Hay días que me pongo a pensarlo y acaban saliéndome entre dos y 5 grupos/intereses/fuerzas vivas/superestructuras de esas que se han beneficiado más de ello que no las mujeres en general.

Y no digo por eso que no tengan que votar, o amarse a quien les apetezca, trabajar o estudiar aquello que las haga felices, o casarse con quien les salga del toto, ojo.

Los personas de color de América también están mejor ahora que en tiempos de la plantación y la colonia, que no era precisamente una idílica arcadia paternalista donde un amoroso massa se cuidaba de que nada les faltara en la vejez.

---------- Post added 10-jul-2013 at 13:37 ----------

Lo de la "pata quebrada" será tradición de su familia (no sé si será "genético", usted sabrá), no generalice. En mi Familia la tradición es el amor, respeto mutuo, y complementarse dentro de una Familia cristiana
De lo que ha significado en la mía no voy a dar detalles en un foro como este. Imagine usted la antípoda de ese remansito de paz católico, sume dos o tres millones de kilómetros y, quizás, esté usted cerca.

Y, lo que es peor, y más al hilo de lo que se debate, me consta que situaciones como la mía no son precisamente la excepción, sino más corrientes de lo que bastaría para clasificar cualquier otra costumbre, idea, creencia o práctica de aberrante y buena para el basurero de la historia.

Así que, con su permiso, voy a generalizar igual que lo hace usted al pretender hacerme creer que ese feudo de amor y respeto cristianos han sido el resultado cotidiano durante siglos de la política "femenina" (que no feminista) de la iglesia católica y no una plantillita ideal por la que hacer pasar siglos de atropellos, abusos de poder y condescendencia "machista".

Que ahora la iglesia, en su parte más carpetovetónica y oscurantista, haya querido encontrar un filón en apuntarse al carro de los tiempos y quiera hacernos creer que fue siempre valladar contra el atropello masculino en el hogar y la sociedad, señora mía, es, de todo punto, un dislate (empleada la palabra además con su segunda acepción según la RAE).

Si tan bien les iban las cosas a ustedes las señoras, cabe preguntarse, ¿por qué diablos se dieron condiciones para la aparición de movimientos - por no decir, como harían algunos de sus correligionarios más lenguaraces, plagas bíblicas- como el mal llamado, al parecer, "de liberación" de la mujer?

(desde el respeto, del que usted carece).
Otro tanto le digo si cree usted que llevarle la contraria es una falta de respeto. Menos respetuoso me parece abrir una interpelación suponiendo en el seno de mi familia desgracias y situaciones que usted, según los preceptos de su propia religión, no desearía para la suya.

Y sin embargo, mire usted señora mía, yo no se lo tengo en cuenta porque hace rato que aprendí que, en ciertos antros de la red, verbigracia este que nos acoge, no tiene caso entrar con piel muy fina o susceptibilidad muy aguda. Especialmente por las formas.

Son ustedes quienes nos han robado la valoración social, son ustedes los "machistas", quienes desprecian la naturaleza femenina y nos imponen imitar la del varón para merecer su respeto y valoración social.
Como está por ver, me gustaría que se molestara usted en decirme, si es tan amable, en qué me ha notado usted lo de "machista".

Que me han llamado cosas peores vamos, pero siempre me hace gracia el epíteto.

Ya que según su discurso, la naturaleza femenina es inferior a la masculina, ergo, la mujer lo es al varón... y solo imitando a éste podremos salir de "arrollo"· en el que según ustedes, vivíamos. Un saludo.
Un poco lo de arriba. ¿De donde se saca que piense que una mujer es inferior a un hombre?


Del cuadernillo catecúmeno de la escuela de señoritas me quedo con este párrafo, delicioso:

Comenzó con las sufragistas inglesas del siglo XIX, continuó defendiendo una educación equiparable a la que recibían los muchachos, un trabajo, un sueldo... En sí mismas, estas primeras aspiraciones no eran directamente contrarias a la fe ni a la moral católica. ¿Cómo es posible que hayan acabado pidiendo aberraciones tales como el derecho al aborto o a la esterilización?.
Me quito el sombrero, tiempo hacía que no veía un ejemplo más claro del "libertad, que no libertinaje".

Atentamente.
 
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Nierpi

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A este post le faltan algunos datos... creo yo.

Lucia de Medrano
:

Luisa de Medrano, mencionada a veces con el nombre de Lucía, nació en Atienza el 9 de agosto de 1484 en el seno de una familia de nobles vinculada a la corte de Isabel la Católica. Su padre se llamaba Diego López de Medrano y su madre Magdalena Bravo de Lagunas, quienes habían contraído matrimonio en el año 1476 y tuvieron cuatro hijos y cinco hijas. Después de la muerte de su esposo, y habiendo quedado viuda con nueve hijos, el último de corta edad, doña Magdalena pasó a palacio en calidad de dueña o dama. No llevó con ella nada más que a su hija mayor, Catalina, quien se halla citada muchas veces en los documentos de palacio como acompañante en la comitiva de los reyes.

Al no ser costumbre, en general, que las damas jóvenes acudieran a lugares públicos a recibir enseñanzas, tipo Colegio Mayor o Menor, probablemente Luisa de Medrano recibió enseñanzas de modalidad privada o particular. Al no hallar su nombre entre las damas de la corte de Isabel la Católica, como figura su hermana Catalina, no podemos añadirlo al de las señoras que acudían a la escuela que la reina protegía, es decir, que tuvo un tutor o tutores en casa. Doña Isabel escribió a doña Magdalena anunciándole sus intenciones de proteger a su familia. Entonces, bien pudo ser que la reina hubiera educado a sus expensas a Luisa de Medrano, cuya madre estaba en la corte y de cuya hermana se ocupó personalmente, aunque ella no estudiase en la corte.

Por otro lado, Luisa tenía un hermano de nombre Luis, del cual se sabe positivamente que fue rector de la Universidad de Salamanca, es decir, que este joven debió de haber recibido educación suficiente, tanto que le permitió ascender a lo más alto: rector de Salamanca. Es posible que ambos hermanos tuviesen el mismo o los mismos tutores, ya que eran de una edad afín y estudiaron lo mismo.

Según testimonios, en 1508 Luisa de Medrano ocupaba una cátedra de Latín en la Universidad de Salamanca.

Pero no se dice que estudiara en la Universidad


Beatriz Galindo:
Nació en una familia de hidalgos de origen zamorano, anteriormente acaudalada, venida a menos. De entre sus hermanas, fue elegida para ser monja, para lo que sus padres decidieron que tomase clases de Gramática en una de las instituciones dependientes de la Universidad de Salamanca. Mostró grandes dotes para el latín, no sólo en la traducción y lectura de los textos clásicos latinos, sino que también era capaz, a los quince años, de hablar con gran corrección en latín. Su fama se extendió primero por Salamanca y después por todo el reino y empezó a ser conocida como «La Latina». Le atraía especialmente Aristóteles. En 1486, cuando se estaba preparando para ingresar en el convento como monja, fue llamada por la reina Isabel la Católica a la Corte como preceptora y consejera.

Tampoco queda claro que estudiara en la Universidad


María Isidra de Guzmán y de la lechona:
Hija de dos grandes de España, Don Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba, marqués de Aguilar de Campoo, conde de Oñate y marqués de Montealegre y Doña María Isidra de la lechona, duquesa de Nájera, condesa de Paredes de Nava, emuló en su amor a las letras a su abuela, Condesa de Paredes, autora de los seis volúmenes del Año cristiano impresos en Madrid en 1654 y, educada por un buen preceptor como Antonio Almarza, alcanzó una instrucción poco común.
Con autorización del rey Carlos III de España, el 6 de junio de 1785, contando 16 años, recibió en la Universidad de Alcalá, el grado de doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, además de ser investida con los títulos de Catedrática de Filosofía conciliadora y Examinadora.

¿Universitaria?


Pero al margen de matizaciones varias:

"Hace cien años, el 8 de marzo de 1910, la Gaceta de Madrid publicó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía entonces el Conde de Romanones, permitiendo por primera vez la matriculación de alumnas en todos los establecimientos docentes. Esta orden derogaba otra Real Orden, del 11 de junio de 1888, que admitía la entrada de mujeres en la universidad como estudiantes privados, pero requería la autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales"

Cien años con mujeres en la universidad | Sociedad | EL PAÍS



Otra cosa es que haga 3 años que se esté celebrando lo mismo.
 

Da Grappla Reloaded

Madmaxista
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Hombre... es que ese es problema, venga de donde venga. A un malo se le nota, pero a un simple... cuidado con un simple, porque son infinitamente más peligrosos.

Quien dice un simple dice un ingenuo o un empanao, creo que me explico.

Prefiero no malpensar, eso sí, de honestidad intelectual van faltos. No aparece nadie a recoger el owned. No hay ganas.

Si yo no digo lo contrario. De todas maneras, tampoco abuse usted, maese DaGrappla del "y tú más". Hay una diferencia entre el motivo del interés de unos y el de otros. Después de todo, la iglesia católica se interesó por ganarse a las mujeres, pero no precisamente por mejorar sus condiciones de vida.

A lo que voy es a que una cosa es que te convenzan de lo bien que se está siendo esclava del señor de la casa, que dios lo quiere y así se gana el cielo, y otra muy diferente decir mejor las meapilas que no voten hasta que no sean dueñas de sí mismas. Parece igual, pero hay una sutil diferencia. Y unos cuantos siglos, pues también.

Con el voto femenino me pasa una cosa muy curiosa, igual que con todo lo relacionado con la "liberación" de la mujer. Hay días que me pongo a pensarlo y acaban saliéndome entre dos y 5 grupos/intereses/fuerzas vivas/superestructuras de esas que se han beneficiado más de ello que no las mujeres en general.

Y no digo por eso que no tengan que votar, o amarse a quien les apetezca, trabajar o estudiar aquello que las haga felices, o casarse con quien les salga del toto, ojo.

Los personas de color de América también están mejor ahora que en tiempos de la plantación y la colonia, que no era precisamente una idílica arcadia paternalista donde un amoroso massa se cuidaba de que nada les faltara en la vejez.
De no ser ácrata convencido, y siendo plenipotenciario (solamente dos condiciones, oiga) poquitas mujeres iban a poder votar y casi que la mayoría de los hombres tampoco.

Ya plantearía yo unas pruebas rigurosas para demostrar ese ser "dueño de uno mismo".

A este post le faltan algunos datos... creo yo.

Lucia de Medrano
:

Luisa de Medrano, mencionada a veces con el nombre de Lucía, nació en Atienza el 9 de agosto de 1484 en el seno de una familia de nobles vinculada a la corte de Isabel la Católica. Su padre se llamaba Diego López de Medrano y su madre Magdalena Bravo de Lagunas, quienes habían contraído matrimonio en el año 1476 y tuvieron cuatro hijos y cinco hijas. Después de la muerte de su esposo, y habiendo quedado viuda con nueve hijos, el último de corta edad, doña Magdalena pasó a palacio en calidad de dueña o dama. No llevó con ella nada más que a su hija mayor, Catalina, quien se halla citada muchas veces en los documentos de palacio como acompañante en la comitiva de los reyes.

Al no ser costumbre, en general, que las damas jóvenes acudieran a lugares públicos a recibir enseñanzas, tipo Colegio Mayor o Menor, probablemente Luisa de Medrano recibió enseñanzas de modalidad privada o particular. Al no hallar su nombre entre las damas de la corte de Isabel la Católica, como figura su hermana Catalina, no podemos añadirlo al de las señoras que acudían a la escuela que la reina protegía, es decir, que tuvo un tutor o tutores en casa. Doña Isabel escribió a doña Magdalena anunciándole sus intenciones de proteger a su familia. Entonces, bien pudo ser que la reina hubiera educado a sus expensas a Luisa de Medrano, cuya madre estaba en la corte y de cuya hermana se ocupó personalmente, aunque ella no estudiase en la corte.

Por otro lado, Luisa tenía un hermano de nombre Luis, del cual se sabe positivamente que fue rector de la Universidad de Salamanca, es decir, que este joven debió de haber recibido educación suficiente, tanto que le permitió ascender a lo más alto: rector de Salamanca. Es posible que ambos hermanos tuviesen el mismo o los mismos tutores, ya que eran de una edad afín y estudiaron lo mismo.

Según testimonios, en 1508 Luisa de Medrano ocupaba una cátedra de Latín en la Universidad de Salamanca.

Pero no se dice que estudiara en la Universidad


Beatriz Galindo:
Nació en una familia de hidalgos de origen zamorano, anteriormente acaudalada, venida a menos. De entre sus hermanas, fue elegida para ser monja, para lo que sus padres decidieron que tomase clases de Gramática en una de las instituciones dependientes de la Universidad de Salamanca. Mostró grandes dotes para el latín, no sólo en la traducción y lectura de los textos clásicos latinos, sino que también era capaz, a los quince años, de hablar con gran corrección en latín. Su fama se extendió primero por Salamanca y después por todo el reino y empezó a ser conocida como «La Latina». Le atraía especialmente Aristóteles. En 1486, cuando se estaba preparando para ingresar en el convento como monja, fue llamada por la reina Isabel la Católica a la Corte como preceptora y consejera.

Tampoco queda claro que estudiara en la Universidad


María Isidra de Guzmán y de la lechona:
Hija de dos grandes de España, Don Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba, marqués de Aguilar de Campoo, conde de Oñate y marqués de Montealegre y Doña María Isidra de la lechona, duquesa de Nájera, condesa de Paredes de Nava, emuló en su amor a las letras a su abuela, Condesa de Paredes, autora de los seis volúmenes del Año cristiano impresos en Madrid en 1654 y, educada por un buen preceptor como Antonio Almarza, alcanzó una instrucción poco común.
Con autorización del rey Carlos III de España, el 6 de junio de 1785, contando 16 años, recibió en la Universidad de Alcalá, el grado de doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, además de ser investida con los títulos de Catedrática de Filosofía conciliadora y Examinadora.

¿Universitaria?


Pero al margen de matizaciones varias:

"Hace cien años, el 8 de marzo de 1910, la Gaceta de Madrid publicó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía entonces el Conde de Romanones, permitiendo por primera vez la matriculación de alumnas en todos los establecimientos docentes. Esta orden derogaba otra Real Orden, del 11 de junio de 1888, que admitía la entrada de mujeres en la universidad como estudiantes privados, pero requería la autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales"

Cien años con mujeres en la universidad | Sociedad | EL PAÍS



Otra cosa es que haga 3 años que se esté celebrando lo mismo.
Llegas tarde, mira la página previa.
 

Nierpi

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De no ser ácrata convencido, y siendo plenipotenciario (solamente dos condiciones, oiga) poquitas mujeres iban a poder votar y casi que la mayoría de los hombres tampoco.

Ya plantearía yo unas pruebas rigurosas para demostrar ese ser "dueño de uno mismo".



Llegas tarde, mira la página previa.


Ups!!!! Sorry.

Me extrañaba tanto lo que había leido en el post que me he lanzado sin mirar.
 

Sr. Pérez

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De no ser ácrata convencido, y siendo plenipotenciario (solamente dos condiciones, oiga) poquitas mujeres iban a poder votar y casi que la mayoría de los hombres tampoco.

Ya plantearía yo unas pruebas rigurosas para demostrar ese ser "dueño de uno mismo".
Jojojojojo... le apuesto lo que quiera a que no me ganaría usted a restrictivo.

Una o dos generaciones de "formación" iban a tener que pasar la mayoría antes de poder estár en el mismo meridiano que una urna. De un cargo público, no digamos.

Ni yo me dejaría arrimarme las más de las veces. Calcula.