Loa judíos mandan, y mandan siempre.
Han demostrado que para extinguir a una nación ya no hace falta ni ganarla en una guerra.
Basta con instalar una ideología tóxica y convertirla en un monolito durante un par de décadas.
En estos días de Semana Santa, quizá sería bueno recordar los orígenes del cristianismo.
En unos tiempos en que los juden mandaban a cara descubierta, surge una secta que se opone a sus "sagradas costumbres" del mercadeo sin pudor. Y cuentan que el líder de esa secta fue requerido por el tribunal juden de la época, el Sanedrín, liderado por el sumo sacerdote Caifás, que le condenó a muerte por blasfemo. Y pese a que la verdadera autoridad romana, que era Poncio Pilatos, le absolvió de los crímenes que se le imputaban, la turba de judens continuó exigiendo su muerte, a lo que al final Pilatos accedió "lavándose las manos" ante semejante injusticia.
Y cuentan que así murió Jesús y nació el cristianismo, que a la postre prácticamente erradicó a los judens del planeta relegándoles a un segundo plano desde donde siguen dando por ojo ciego veinte siglos después.
Dejando a un lado la veracidad o no de esta historia, creo que queda claro que al menos pretende retratar que desde tiempos inmemoriales los judens se dedican a hacer y deshacer a su antojo, y que fue necesario enfrentarse a ellos para mantenerles al menos un poco controlados.
No me extrañaría que los judens, conocidas sus costumbres, planeen celebrar en 2033, 2000 años después de la muerte de ese símbolo que hundió su poder, el resurgimiento en todo su esplendor de su fruta ideología destructiva. Curioso que coincida plenamente con la abominable Agenda 2030.