La trama masónica del PNV al descubierto.

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No creemos que sea necesario insistir sobre el hecho tantas veces demostrado de la interdependencia entre el poder político, el poder financiero y las sociedades secretas. Los hechos han demostrado de manera fehaciente que tampoco el PNV ha logrado escapar históricamente a esa regla inmutable. La infiltración de masones en los altos cargos en el partido diseñado por Sabino Arana empezó a producirse ya en los albores de su fundación, puesto que, en líneas generales, el mal llamado «nacionalismo vasco» (dado que no se trata más que de un secesionismo globalista), ya sea en su versión demócrata-cristiana o marxista-lenilista, ha estado desde sus comienzos estimulado y amparado por el sutil manto de la masonería británica (Foreign Office, Intelligence Service, etc).

Las relaciones comerciales han sido uno de los medios más utilizados, tradicionalmente, por la diplomacia inglesa, para consolidar su privilegiada posición en los asuntos continentales y asegurar el triunfo de su política imperialista. Pero también han constituido un vehículo ideal para las actividades encubiertas del Intelligence Service y, por supuesto, para las redes de una fuerza oculta, invisible y secreta, como la masonería, correa de transmisión del espionaje inglés. Se sabe, por ejemplo, que el Athletic Club de Bilbao fue fundado por un grupo de ciudadanos británicos dedicados a la explotación de los yacimientos de minerales que había en la margen izquierda del Río Nervión, muchos de los cuales trabajaron como espías o agentes de campo para el servicio secreto de su país.

Precisamente el auge de las logias se fraguó en muchas ocasiones en ciudades como Bermeo, Portugalete, Erandio o Bilbao, allí donde empezaba la industria de la minería y la metalurgia después. Enclaves geoestratégicos por su disposición cerca de la ría y de las minas. En un artículo laudatorio, el órgano oficial del PNV escribía sobre el particular: «Muchos masones llegados desde Inglaterra (industriales, ingenieros y empresarios) poblarán las logias de estos valles impulsando un corpus masónico activo. Por ejemplo, en Portugalete encontramos correspondencia de cómo se crea la logia capitular "Constancia" y documentos masónicos de la actividad de la logia "Esperanza VII". En ambos casos destaca la presencia de nombres y apellidos anglosajones».[1]

Es preciso recordar que uno de los grandes mecenas con que contó el PNV fue un adinerado capitalista, banquero, naviero e industrial estrechamente ligado al imperialismo británico llamado Ramón de la Sota y Llano (1857-1936), marqués de Llano y lugarteniente de Sabino Arana (con quien colaboró en la creación y desarrollo del PNV), tenido en su época por una de las mayores fortunas de España que utilizó para financiar e impulsar el éxito del Partido Nacionalista Vasco[2], cuya hoja de ruta ha servido única y exclusivamente a los intereses de la conjura antiespañola de Israel con la finalidad de allanar el camino al esclavismo mundialista.

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En 1932, los carlistas editaban en Bilbao un pequeño folleto de 16 páginas titulado «Judaísmo, nacionalismo y comunismo», que distribuyeron clandestinamente y que levantó una gran polvareda. Allí se acusaba al "nacionalismo vasco" de ser un instrumento de la conspiracion judeomasónica comunista.

Liberal y muy imitador de las modas y estilo ingleses, Ramón de la Sota, director de una vieja institución fuerista denominada Sociedad Euskalerría, llegó a ostentar el honorífico título de Sir del Imperio Británico, pues durante la Primera Guerra Mundial había puesto su importante flota de 40 mercantes al servicio de la Corona inglesa. En pago a los valiosos servicios prestados por este presunto «espía» a los aliados, el Rey Jorge V le concedió el título de Sir, por ser «buen amigo de Inglaterra». También mantuvo una red de agentes encargados de funciones de contraespionaje para el gobierno francés.

Ramón de la Sota fue el primer plutócrata vasco que abrazó la causa del nacionalismo al que aportó dinero, solidez económica e influencia social. Junto con el jacobino Engracio Aranzadi Echeverría, «discípulo» de Sabino Arana y admirador entusiasta del masón Guiseppe Mazzini, lo dotó y proveyó además de doctrina y contenido ideológico. Su mecenazgo fue fundamental, pues permitió convertirse al PNV —que se benefició también de los métodos corruptos y clientelares utilizados por De la Sota, denunciados en diferentes ocasiones y por los que pudo obtener un acta de diputado por Valmaseda[3]― en una de las fuerzas políticas dominantes de la burguesía de Vizcaya durante las dos primeras décadas del siglo XX, cuyas históricas relaciones comerciales con Inglaterra son de sobra conocidas.

Esta intensa relación con el Reino Unido se mantuvo a lo largo del tiempo a través de sus hijos, como fue el caso de Manuel de la Sota Aburto (1897-1979), militante del PNV, miembro de la Sociedad de Estudios Vascos y futuro presidente del Atletic Club de Bilbao (1926-1929), quien había ejercido la docencia durante varios años en la Universidad de Cambridge, aficionándose al hockey y el golf. Su hermano, Ramón de la Sota Aburto (1887-1978), fue presidente del PNV en la Diputación de Vizcaya entre 1917-1919, quien desde esta institución lideraría un proceso renovador de la institución y una importante labor en defensa de la lengua y la cultura vascas, así como en las aspiraciones políticas de nacionalismo. Como su hermano Manuel, había recibido también una educación esmeradamente británica ―igual que su otro hermano Alejandro, «cultivado» en Oxford durante muchos años, donde adquirió la afición por el football y el boxeo― que le marcará para siempre tras marchar a estudiar a Inglaterra en 1904 con el fin de ejercitarse en los negocios de la City. En 1912 terminaría la carrera de Ingeniería Naval en el King’s College de Londres, volviendo a Bilbao un año más tarde, afiliándose al PNV. También integró el consejo de administración del Banco de Vizcaya. Durante esa época, los más elitistas centros universitarios ingleses y círculos académicos más snobs fueron un caldo de cultivo para el reclutamiento de «agentes» por parte del servicio secreto británico.

Pero la intensa actividad comercial de Ramón de la Sota y Llano no solo le permitió figurar también como accionista de "El Correo Vasco" ―junto con Sabino Arana[4]— y de la empresa ferroviaria MZA —propiedad de los Rothschild[5]—, sino participar en algunos de los proyectos empresariales más relevantes con su paisano, el magnate, banquero y armador Horacio Echevarrieta Mauri (1870-1963), tenido por el «ciudadano Kane» de Neguri, no en balde fue uno de los hombres más poderosos de su tiempo, fundador de importantes empresas como Iberia, Iberdrola, etc, y que, a punto de caer en bancarrota recibió un sustancioso crédito del Deutsche Bank[6]. Además de aliadófilo, republicano y masón[7], Echevarrieta fue amigo del orondo líder socialista Indalecio Prieto y uno de los financiadores de los revolucionarios asturianos de 1934. También mantuvo tratos personales y comerciales tanto con el traficante de armas Basil Zaharoff como con el célebre Almirante Wilhelm Canaris, cuya astuta y diabólica traición costó a Alemania la guerra, pues, conectado con los servicios secretos británicos, participó en diversas conspiraciones contra Adolf Hitler. A lo largo de sus visitas a España, Canaris había sabido cultivar importantes amistades en el mundo de los negocios, siendo introducido por el judío Von Rolland (nacido Isaac Ezratty), agregado comercial del consulado alemán en Barcelona, en los círculos financieros de Alfonso XIII.

Ramón de la Sota y Llano, a quien se acusó de haber gritado «¡Muera España!» mientras participaba en la rotura de una bandera española el 16/08/1893, entregó a Sabino Arana su vida y su fortuna haciendo suya la causa independentista, de la misma manera que un siglo antes lo había hecho el rico Almirante Luis Brion (1782-1821), que por cierto, era marrano[8], con el Libertador Simón Bolívar, que era masón, padre de la «independencia» de Venezuela. ¿Perteneció a la Orden de la escuadra y el compás Sir Ramón de la Sota? Argumentos más que razonables hay para planteárselo. Especialmente, si tenemos en cuenta que «la anglofilia, más aún, la anglomanía, pareció ser, por lo menos hasta mediados del siglo XX, el común denominador de los masones, fuere cual fuere su nacionalidad»[9].

La anglofilia profesada por Sabino Arana es igualmente bien conocida, como así dejó constancia en diversas ocasiones. El «padre» del nacionalismo vasco, que tanto denostaba el «yugo españolista», fue siempre por el contrario un admirador confeso de los Estados Unidos llegando a felicitar a Theodor Roosevelt por la victoria de su país en la guerra de Cuba, al igual que del Reino Unido: «Son afortunados aquellos pueblos que hallan ventaja bajo el suave yugo de la Gran Bretaña», admitió una vez[10], asegurando que «la independencia de Euzkadi bajo la protección de Inglaterra, será un hecho un día no lejano»[11]. Su hermano, Luis Arana, llegó a presentar en el Foreign Office un plan —con mapa incluido— «buscando la ayuda y protección de Gran Bretaña para conseguir la libertad de la nación vasca»[12].

El desprecio manifestado por el fundador del PNV al pueblo español precisamente de raíz germánica fue siempre en paralelo a su servidumbre a los intereses del imperialismo anglo-norteamericano a los que dedicó elogiosos conceptos, y que no es otro que el del Judaísmo y la Masonería Internacional. Cuán proféticas y acertadas fueron aquellas célebres palabras del masón George Canning, abogado y político británico, y que se tomaron como una baladronada: «Inglaterra posee los odres de Eolo… Bajo sus banderas lucharán todos los rebeldes, todos los revolucionarios, todos los descontentos, con razón o sin ella, en todo país con quien tengamos conflicto».

Aunque oficialmente no consta que Sabino Arana, católico integrista[13] ―y probablemente «enganchado» al Intelligence Service a través de su «protector» De la Sota—, perteneciese a la discreta fraternidad de los hermanos del mandil, a diferencia de la mayoría de los caudillos independentistas, éste y su perverso partido separatista y antiespañol acabaron siendo un eficaz instrumento de la conjura internacional judía contra España. El repruebo inextinguible de este antiguo carlista resentido hacia su país —España― con la que se mostró particularmente vengativo, es verdaderamente proverbial. Y en esto coincide con los hebreos de donde han salido en todo momento los promotores de la heterodoxia y la subversión. Considerado por algunos como el Theodor Herzl (figura de la que fue contemporánea) del nacionalismo vasco, un «Hogar Nacional», así llamado por el Congreso Fundacional del Sionismo en Basilea (Suiza), es lo que deseaba éste para Euskadi.

Conviene recordar que los antecedentes mitológicos y romanticistas del movimiento independentista vascongado, que configuraría definitivamente Sabino Arana en 1893 con la fundación del Partido Nacionalista Vasco, se podían atisbar unas décadas antes en las disparatadas teorías ocultistas sobre los vascos (Aitor, Amagoia, etc.) formuladas por el francmasón, anticlerical y novelista republicano francés Joseph-Augustin Chaho (1811-1858), especializado en euskera y discípulo del barón Ferdinand Eckstein, personaje destacado de los círculos esotéricos, cabalistas y masónicos galos donde fue conocido como el «barón sánscrito» o «barón Buda» (una fórmula debida al hebreo Heinrich Heine). La desbordante imaginación de Chaho le llevó a escribir una serie de obras (en las que habla con enorme desprecio de los castellanos) consideradas precursoras del independentismo vasco[14]. Chaho ha sido considerado, de hecho, «el primer nacionalista vasco»[15] y «el primero que habla de Euskal Herria como nacionalidad oprimida por España»[16].

A él se deben otras leyendas como la popularización de una de las primeras manifestaciones del lema Zazpiak-Bat («las siete provincias vascas»), que une a todos los vascos. Con razón, Chaho ha sido considerado «el mayor mitómano de Vasconia»[17]. Como ya se lo reprochara el joven Unamuno en su tesis doctoral, enriqueció en tal medida sus descripciones de la cultura campesina y el folklore vasco con fantasías propias que poco de su obra resulta utilizable por los investigadores actuales. Sabino Arana, que sin duda debió de conocer los escritos de Chaho —pues fueron vertidas al castellano por el también masón Arturo Campión, quien llegó a ser senador del PNV en 1918―, recogería estas ideas disparatadas, situándolas como elemento central de su doctrina.

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[1] “Deia”, La herencia simbólica. Rememorando la masonería vasca, 06.11.2021.
[2] Díaz Morlán, op. cit., p. 187.
[3] Pablo Díaz Morlán, Los Ybarra, una dinastía de empresarios, Marcial Pons, 2002, pp. 192-193.
[4] Los hermanos Arana incursionaron en otro tipo de lucrativos negocios, como las inversiones en Bolsa o la explotación de minas, que con el tiempo acabarían siendo ruinosos. Para esta labor contaron con el apoyo financiero de diferentes empresarios capitalistas, como el masón Horacio Echevarrieta y la casa de banca judeo-francesa Dreyfus, con quienes Sabino Arana llegó a tratar personalmente durante sus estancias en París, poco antes de su fin (Corcuera Atienza, 1979: 470 y 543).
[5] Miguel A. López-Morell, La Casa Rothschild en España, Marcial Pons, 2005, p. 461.
[6] Paul Aubert, Nidos de espías, p. 382.
[7] Mauricio Karl, El enemigo: Marxismo, Anarquismo, Masonería, Madrid, 1935, pp. 129-145.
[8] «El almirante Luis Brion, colaborador judío de Simón Bolívar» (Carlos Vogel), “Judaica”, año XIII, nº 151, Buenos Aires, enero de 1946.
[9] Joaquín Bochaca, El mundo de las sombras. Nada es lo que parece, Ojeda, 2ª (ed), 2010, p. 79.
[10] Javier Corcuera Atienza, Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco, 1876-1904, Siglo Veintiuno, Madrid, 1979.
[11] Corcuera, op. cit., n. 255, p. 524.
[12] “La Razón”, 22-02-2009.
[13] Sabino Arana Goiri (1865-1903) se apropió de las viejas leyes de limpieza de sangre españolas (los «Santos Estatutos», según se los denominaba oficialmente en la España imperial enemiga histórica del judaísmo), adulterándolas para ponerlas al servicio de sus absurdas consideraciones y de su particular visión de la realidad (a efectos de utilidad práctica tampoco consiguió en su momento las simpatías deseadas). Sus tesis, con las que elaborar su «raza» vasca (inexistente por otro lado) y su «racismo» antiespañol (en síntesis, objetiva y efectivamente antiblanco, lo que le ha permitido gozar históricamente con las calurosas bendiciones del sionismo), solo son un conjunto de delirios pseudoreligiosos y antihistóricos sin ningún fundamento científico, los cuales no deberían de merecer ni un minuto de atención. No obstante, son ellos los responsables del actual estado de esquizofrenia mental en el que está sumida la población de dicha región española. Y es que dentro de la retórica pseudoreligiosa de algunos de los iniciales fundadores del nacionalismo vasco, con Arana a la cabeza, se enmarcan las similitudes que se establecían entre Vasconia e Israel: «En el seno de Israel, sobre todo en épocas de cautividad y opresión [...] surgían profetas insignes [...] que alzaban la voz [...]. También Euzkadi tuvo sus hombres que, en medio del vergonzoso olvido de nuestra historia y de nuestros verdaderos intereses, clamaban, instruían o gemían». Arana, el mayor de esos profetas, era comparado a Judas Macabeo, bajo cuya guía «brillaban las espadas y los escudos, se despreciaba la fin [...] y se cerraban los ojos ante los ingentes ejércitos del opresor» (M. Tuñón, La España del siglo XX, 1973, págs. 336-7). La identificación de Dios con un «pueblo elegido», en este caso el imaginado por Sabino Arana y su partido, es creado a base de mezclar símbolos y mitología antiguotestamentaria con fantasías folcloristas popularizadas por el novelista masón Augustin Chaho, resueltos a romper los lazos históricos creados durante siglos con el resto de España.
[14] Jon Juaristi, El linaje de Aitor. La invención de la tradición vasca, Taurus, 1998. Aunque la lengua materna de Chaho era el euskera, escribió casi todas sus obras en francés. Su mentor y maestro fue el conocido masón y escritor Charles Nodier (1780-1844), colaborador de Ferdinad Eckstein, cuyos relatos más populares versan sobre vampiros, demonios y brujas. Fue Nodier, que descolló por su intensa actividad política en los años posteriores a la Revolución francesa, quien le ayudó y estimuló desde muy joven en sus estudios. Chaho falleció en Bayona en 1858, siendo enterrado sin ceremonias religiosas. Su tumba, exhibe un busto con un poema en nostrático, escrito por el lingüísta ucraniano de ascendencia judeo-polaca Vladislav Illich-Svitych (1934-1966), «padre» fundador, junto con el lingüísta ruso-israelí Aharon B. Dogopolsky, de la lingüística comparada de Nostratic. Su oración fúnebre, por su parte, fue pronunciada por el geógrafo y escritor anarquista Elisée Reclus (1830-1905), miembro de la logia «Amis Philanthropes» de Bruselas y colaborador asiduo de la Escuela Moderna fundada por Francisco Ferrer Guardia, otra figura legendaria de la acracia ibérica y masón de alto grado.
[15] Justo Gárate, 1933: 242.
[16] Corcuera Atienza, 1979: 54.
[17] Xabier Zabaltza, Augustin Chaho. Precursor incomprendido, Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, Vitoria, 2011, pp. 43-44.

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La influencia ejercida por Chaho en la configuración de la mitología folklórica vasquista que acabaría reemplazando a la tesis «vasco-iberista»[1] y en la posterior evolución ideológica del nacionalismo vasco resulta a todas luces tan innegable que el hecho es admitido incluso por sus panegíricos más apasionados. «Su concepción maniquea y belicista de la historia ―entendida, según su interpretación, como una guerra de 5.000 años mantenida entre los Hijos del Sol (es decir, los vascos) y los Hijos de la Noche (es decir, los españoles)—, sin pretenderlo, confirió argumento ideológico a la violencia política sufrida por Vasconia durante mucho tiempo»[2]. Así lo entendieron también Sabino Arana, Federico Krutwig y la propia ETA.

Ahora bien, quienes también pertenecieron a la masonería —cuyos rituales, simbología y finalidades son enteramente judíos y en cuyas filas sobreabundan los mismos―, fueron Natalio Alonso Fuldain (1847-1884), casado con Lucila Arana Goiri, hermana del fundador del PNV, Tomás Meabe Bilbao (1879-1915), quien inició su andadura política en el seno del nacionalismo vasco de la mano de su padre, concejal del PNV por Vizcaya, Florencio de Basaldúa Elodingotía (1853-1932), una figura prácticamente desconocida en la actualidad, pero que formó parte del grupo de nacionalistas que con Sabino Arana participó en las protestas de Pamplona en 1894 tras la «gamazada», y Bernabé de Larrínaga Aránsolo, naviero vizcaíno y tío político de “Sir” Ramón de la Sota.

El primero ―cuñado de Sabino Arana— había sido un destacado dirigente republicano de Bilbao donde ocupó cargos de concejal y diputado provincial en representación de su partido, la Unión Democrática —promovida por Cosme Echevarrieta Lascuráin, padre de Horacio Echevarrieta[3]―, cargos que simultaneó con su conocida significación anticlerical y su vinculación a la logia la «Estrella del Norte», fundada el 21/06/1870, donde era conocido con el nombre simbólico de «Quevedo»[4]. Fue miembro también de la sociedad El Sitio, en la que pronunció varias conferencias sobre economía y comercio. Teniendo en cuenta la relación que debió de existir entre Natalio Alonso y el fundador del PNV, un diario independentista vasco se preguntaba «si un hombre con el grado de compromiso político como el de Natalio, pudo influir de alguna forma en el pensamiento político de un todavía muy joven Sabino Arana. Es esta, sin embargo, una cuestión a la que no podemos responder»[5].

El caso de Tomás Meabe es particularmente singular, pues, a pesar de su inicial adhesión y militancia en las filas del PNV, pronto abandonará dicha formación para abrazar el socialismo. Meabe también había formado parte, casi desde la niñez, del «círculo de íntimos» de los hermanos Luis y Sabino Arana[6], con los que sin embargo se acabaría enfrentando a causa de su firme convicción internacionalista y anticlerical tras su conversión política al socialismo, poco después de que lo hiciera su hermano José, mayor que él. En 1902, Tomás Meabe funda las Juventudes Socialistas, organización juvenil del PSOE, y es a partir de dicha fecha cuando al parecer se produce su acercamiento a la masonería, concretamente a la logia «Emulación» de Bilbao (donde coincidió con su «hermano» José de Madinabeitia), y en la cual fue conocido con el nombre simbólico de «Cosmopolita»[7].

El tercero de la lista, Florencio de Basaldúa, viajero, ingeniero, filólogo y diplomático, emigró muy joven al Río de la Plata, radicándose primero en Montevideo (1868), y posteriormente en Buenos Aires, donde participó continuamente en las actividades de la colectividad vasca de Argentina. Como muchos intelectuales de aquellos tiempos dominados por el positivismo científico, ingresó prematuramente en la masonería. En 1885, fue iniciado en la logia masónica «Fraternidad nº 53» de Pergamino, y en 1906, se afilió a la logia «Obediencia a la Ley nº 13», militancia que compartió con algunos de sus colaboradores más cercanos, como Adolfo Döering, Florentino Ameghino, Germán Burmeister, Ladislao Holmberg y Benjamín Gould, astrónomo de raza hebrea y nacionalidad norteamericana. Estas relaciones con los círculos esotéricos del poder le permitieron a Basaldúa desempeñar el cargo de cónsul general argentino en las Indias Orientales entre 1909-1911. Aunque no perteneció al PNV, mantuvo relaciones con Sabino Arana ―lo mismo que con José Martí, cuando el prócer cubano residía en USA― durante sus viajes y desplazamientos a su tierra natal, siendo uno de los conferenciantes en el banquete oficial convocado tras la «gamazada» por la Diputación de Navarra, donde, en compañía del fundador del PNV, brindó «por la raza euskeriana extendida aquende y allende los mares».

Por su parte, Bernabé de Larrínaga, «culto, masón y republicano»[8], había sido secretario de la logia masónica la «Estrella del Norte» de Bilbao, ciudad de la que fue nombrado alcalde nada más proclamarse la Primera República (1873), y cabeza, junto con su socio en la casa comercial Echevarrieta & Larrínaga, Cosme Echevarrieta ―que también lució mandil en la misma logia[9]—, del movimiento republicano fuerista en la villa entre los siglos XIX y XX, que siempre buscó la cercanía con la Gran Bretaña.

A propósito de la sociedad de la escuadra y el compás, un diario orfebre en la materia nos informaba de algo más: «El País Vasco puede presentar varios masones ilustres, principalmente pertenecientes a la época anterior a su ilegalización bajo el franquismo. Cándido Palomo, un empresario de Deusto, fundó el Club Deportivo de Bilbao y la sociedad El Sitio. También los fundadores de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, el hospital de Basurto, la Sociedad Bilbaína o la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País eran masones. Y José de Madinabeitia figuraba en el equipo fundador de Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos)»[10].

Cándido Palomo Goitiandía, anticlerical furibundo, llegó a ser director del “Boletín Oficial de la Gran Logia Regional Cantábrica”, cuyo primer número salió en 1903, y Venerable Maestro de la logia «La Caridad» de Bilbao, siendo su nombre simbólico «Riego». El Sitio fue una institución histórica de orígenes liberales y democráticos de enorme prestigio social en su tiempo, todavía activa en la actualidad. Allí pronunció una conferencia en noviembre de 2018, Daniel Kutner, embajador de Israel en España, sobre los retos actuales de su país. El coloquio fue presentado por el masón y probable converso Jon Gotzon Laburu, presidente de la Asociación Vasca de Amigos de Israel. Esta era la segunda visita de un embajador de Israel a dicha institución después de la de Herzl Inbar en 2001. Fundada en Bilbao el 01/10/1875, El Sitio nació como una sociedad recreativa, de signo científico, político y cultural, similar a la Sociedad Bilbaína[11], el Centro Vasco (de signo nacionalista) y el Ateneo de Madrid. Llegó a contar con 1.500 socios y albergar una biblioteca con miles de volúmenes. Unamuno llegó a pronunciar allí hasta media docena de conferencias. Entre sus presidentes se encuentra Pablo Alzola Minondo, alcalde de Bilbao (1877) y presidente de la Diputación de Vizcaya (1886).

Por su parte, José de Madinabeitia y Ortíz de Zárate (1870-1923), nacionalista vasco, médico pionero de la lucha antituberculosa y Venerable Maestro de la logia «Emulación» (cuyo nombre simbólico era «Spinoza»), perteneció al «círculo íntimo» de Sabino Arana, con el que acabaría rompiendo relaciones para seguir el mismo camino que tomó Tomás Meabe, otro prófugo del nacionalismo. Junto con el también masón Arturo Campión Jaimebon (1854-1937), uno de los puntales de la penetración del nacionalismo vasco en Navarra y nieto de un oficial francés del ejército napoleónico, el primero se convirtió en uno de los precursores de la Sociedad de Estudios Vascos (SEV), de la que Campión sería nombrado Presidente Honorario, pasando a convertirse en símbolo y emblema de la institución académica.

También formó parte del equipo fundacional de la SEV, Julio Urquijo Ybarra (1871-1950), «patriarca» de las letras vascongadas y fundador en 1907 de la “Revista Internacional de Estudios Vascos”, que en 1922 pasó a ser el órgano de expresión de la SEV. Pero seguir la pista de Julio Urquijo Ybarra —sobrino político de Cayo Pombo Villameriel, hijo del opulento banquero converso Juan Pombo Conejo— nos lleva directamente a otra institución a tener en cuenta, pues es la progenitora del cordero de toda la trama que hemos estado desarrollando: la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, una entidad —en cuyo reglamento ya se apelaba a la «nación bascongada»― que surgió en España en plena Ilustración constituida por los llamados Caballeros de Azcoitia, un grupo de enciclopedistas vascos afrancesados vinculados a la masonería gala, especialmente a la logia «Les Neuf Soeurs» (Las Nueve Hermanas), donde en 1778 será iniciado el «hermano» Voltaire.

Dichos caballeros eran capitaneados por el octavo conde de Peñaflorida, Francisco Xabier María de Munibe e Idiáquez (1729-1785), verdadero impulsor de la institución[12], la cual pretendía la «transformación» y «modernización» de la sociedad y la economía con el objetivo de incrementar la productividad como medio de lograr una base económica más competitiva y una sociedad «dinámica y abierta» (no es casual que esa época coincida con el momento en que van a ver la luz en Inglaterra las obras del economista Adam Smith, defensor del libre comercio) a semejanza de determinadas academias ilustradas extranjeras donde muchos de los fundadores de la Bascongada habían cursado sus estudios juveniles.

Lógicamente, las Sociedades Económicas pronto suscitaron recelos y descalificaciones de los grupos sociales más tradicionalistas de la sociedad española de entonces. Su misma divisa de las tres manos enlazadas que los Caballeros de Azcoitia adoptaron —simbolizando la unión de las tres provincias vascas, con la inscripción «Irurac-Bat» (tres en una)— es un signo masónico de los más conocidos, escribía el historiador Don Vicente de la Fuente en su célebre obra sobre las sociedades secretas en el s. XIX. Julio Urquijo estaría vinculado a la Bascongada buena parte de su vida. En 1943 —en pleno fragor del franquismo― fue nombrado presidente de la misma, época que coincide con su reconstrucción y reestructuración en la que tomaron parte activa, junto con el conde de Motrico (primer alcalde de Bilbao tras la guerra civil y auténtico «frégoli» de la política), los hermanos Fernando, Alvaro y Alfonso del Valle Lersundi, al parecer, de origen judeoconverso, vinculados a dicha institución durante las siguientes décadas. Conviene destacar que «gran parte de sus miembros tuvieron destacada militancia masónica»[13].

De los datos disponibles se puede establecer que la SEV estuvo profundamente infiltrada por la masonería, si es que no fue directamente patrocinada por la misma, dedicando su esfuerzo en potenciar el separatismo impaciente a través de la excitación regionalista. La SEV —que adoptó por lema «Por el talento y el saber», una expresión filosófica de clara connotación masónica― fue, de hecho, la responsable de redactar el Estatuto de Autonomía de Estella de 1931, tras la llegada de la II República, a cuya comisión perteneció el masón Xabier Landaburu, quien durante el exilio asumiría el cargo de vicelendakari del Gobierno de Euzkadi.

Al concluir la guerra civil española, los dirigentes del PNV habían establecido una segunda vía de contactos con otra nación aliada: Francia, pues era indispensable para la supervivencia del Gobierno Vasco en el exilio en aquellos momentos. Estas estuvieron motivadas cuando el Consejo Nacional de Euzkadi liderado por Manuel Irujo se convenció de que las relaciones con el Gobierno británico no iban a dar los resultados apetecidos, pues las conveniencias políticas marcadas por la marcha de la guerra europea habían obligado a las autoridades de aquel país al mantenimiento de una política de «apaciguamiento» hacia el régimen franquista con el propósito de impedir por todos los medios la entrada de España en la guerra al lado del Eje. Esta fue la misión especial que el masón Winston Churchill había encomendado a Samuel Hoare, un personaje con intereses bancarios relacionados con los Rothschild, cuando fue destinado a la embajada británica en Madrid.


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[1] Su principal defensor fue el licenciado y abogado bilbaíno Andrés de Poza Yarza, hijo de un rico e influyente prestamista y comerciante judeoconverso afincado en Amberes en el s. XVI.
[2] Xabier Zabaltza, op. cit., p. 35. Aunque Chaho se pronunció a favor del federalismo en España y de la independencia de la Vasconia Peninsular, siempre se manifestó por el contrario a favor de la unidad de Francia, cuyo centralismo denunció en muy contadas ocasiones. Esto ha hecho sospechar a más de algún especialista en su figura que lo que realmente pretendía este agente de la masonería no era liberar Vasconia, sino incorporarla a Francia, un proyecto anhelado desde antiguo por el país vecino. Como se sabe, en 1794, durante la Guerra de la Convención, la Diputación de Guipúzcoa ya había proclamado la independencia de la Provincia, bajo protección de la República Francesa.
[3] Horacio Echevarrieta estaba emparentado, al parecer, con Javier (“Txabi”) Echevarrieta Ortiz (1944-1968), cofundador de ETA, que pasaría a la historia por ser el autor material del primer asesinato cometido por la organización terrorista en 1968. Era tío de Nacho (“Natxo”) Echevarrieta, vocal de la banda alavesa de punk-rock Cicatriz, icono del rock radical vasco, muerto de sida en 1996.
[4] “Deia”, 6 de febrero de 2016.
[5] “Deia”, Ibídem.
[6] “EL PAIS”, 16-10-1979.
[7] José Antonio Ferrer Benimeli, La masonería española. Represión y exilios II, XII Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española, Almería, 2009, publicado por el Gobierno de Aragón, 2011, p. 943.
[8] Según descripción del ex-alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna, realizadas en el Ayuntamiento de dicha ciudad el 7 de abril 2011, durante la presentación del libro de Pablo Díaz Morlán, Horacio Echevarrieta, empresario republicano, Muelle de Uribitarte Editores, Bilbao, 2001.
[9] Sobre la filiación triangular de ambos personajes: Jon Penche, «Masonería y republicanismo en Bilbao», en La Masonería española. Represión y exilios II, op. cit., p. 943-944. Similares acusaciones acerca de la calidad masónica se suscitan en torno al industrial Rafael Echevarría Azcárate, casado con una hermana de Horacio Echevarrieta, pues hay múltiples indicios al respecto.
[10] «Bajo el amparo del Gran Arquitecto» (“EL PAIS”, 4 de junio de 2011).
[11] Entre los más de 700 socios de este club con reminiscencias británicas se encontraban también los «representantes de lo más granado de la industria y el comercio ―burguesía liberal— de la villa» (Ingo Niebel, 2009: 62). El diseño del edificio estuvo a cargo del conocido arquitecto bilbaíno de estilo modernista y de raíces judías Emiliano Amann Amann, muy relacionado con la burguesía vizcaína.
[12] Aunque se ignora su calidad de masón, se sabe por el contrario que sí lo fueron su hijo, Antonio de Munibe y Areizaga, futuro IX conde de Peñaflorida, su primo José de Eguía, hijo del marqués de Narros, así como el preceptor de ambos, Eugenio de Izquierdo Rivera, y los tres eran miembros también de la Bascongada (v. Javier Alvarado, Masones en la nobleza de España, La Esfera de los Libros, 2016). Todos ellos se habían iniciado en París —según este autor―, concretamente en la logia «Les Neuf Soeurs», integrada por científicos, artistas e intelectuales como Franklin, Helvetius, Greuze, Houdar, Vernet, Condorcet, Danton, Montgolfier, Chavaneau o Lalande, fundador de la logia y su Venerable Maestro, miembro así mismo de la Bascongada. Como pone de relieve el catedrático Javier Alvarado, «resulta enormemente significativo el hecho de que varios miembros de la citada logia parisina pertenecieran a la Sociedad Bascongada de Amigos del País, como el venerable de la logia, abate Du Rouzeau, miembro de la Societé Royale de Biscaye y el primer vigilante, De Merlay.
[13] Adolfo Rodríguez Bornaetxea, “Ikastaria”, Donostia, núm. 3, 1990, p. 233.
 
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Los contactos de los líderes separatistas —por sugerencia de los británicos— con la Francia Libre del general de Gaulle, cuyas oficinas centrales se habían establecido también en la capital británica, tras el colapso de Francia, dieron comienzo formalmente en noviembre de 1940. Estas conversaciones y negociaciones concluyeron con la firma de un Acuerdo que se llevó a cabo el 17 de mayo de 1941, entre el delegado vasco, José Ignacio Lizaso, y el galo, René Samuel Cassin Dreyfuss (FOTO), cofundador de la Unesco, figura destacada de la masonería de estirpe sefardita, galardonado en 1968 con el Premio Nobel de la Paz. Casin fue presidente de la Alianza Israelita Universal entre 1943-1970 y uno de los principales valedores de los llamados "derechos humanos". Sabía muy bien lo que decía cuando expresó que «en todo el mundo hay fuerzas invisibles que sostendrán los derechos humanos» ("Memoria y Protagonismo", Buenos Aires, año 17, junio de 2007, n° 19, p. 9; publicación de la B'nai B'rith Argentina).

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A finales de ese mismo mes, el contenido de dicho Acuerdo se puso en conocimiento del Foreign Office y de la Embajada de los Estados Unidos. Los aspectos más significativos del mismo eran cuatro puntos: cooperación económica y comercial, concesión del derecho de asilo a cierto número de personas, colaboración de los Servicios Vascos de Información con la Francia Libre e incorporación de voluntarios vascos a las Fuerzas Francesas Libres. Este último punto, como voluntad de contribuir al esfuerzo militar aliado antinazi, sirvió de base para poner en marcha el Batallón Gernika, una unidad militar que luchó contra los alemanes en Pointe de Grave (Médoc)[1]. El Consejo Nacional de Euzkadi mantuvo su existencia hasta 1942, una vez que el Lendakari José Antonio Aguirre llegó a los EE.UU. y volvió a asumir la máxima representación del Gobierno de Euskadi.

Este personaje altamente considerado en sinuosas instancias internacionales, acusado de masón y apodado el caudillo del «Israel Vasco» (como le calificó el capuchino Bernardino de Estella, conocido por su fanatismo separatista), fue quien, a finales de 1941, tras asumir la representación legal del Gobierno Vasco, sondeó prudentemente con la administración Roosevelt en Washington las posibilidades de crear un estado autónomo propio para Euskadi, pues estaba convencido de que al término de la contienda bélica en el viejo continente se produciría una reestructuración de los estados europeos, lo que conllevaría la posibilidad de obtener la soberanía para las tres provincias vascas. No es preciso hacer hincapié en que muchos de aquellos «hermanos» muy bien situados, tanto en USA, Francia o la Gran Bretaña, respondieron cumplidamente al SOS de los sedicentes euskéricos. F. D. Roosevelt, uno de los grandes masones contemporáneos, le prometió al Sr. Aguirre «que, cuando llegase la paz, la independencia del País Vasco la garantizarían las potencias democráticas»[2].

El Departamento de Estado norteamericano tomó cartas en el asunto, poniendo inmediatamente manos a la obra, ya sea directamente o a través del FBI, la OSS (junto con su sucesora la CIA) y la Oficina de Asuntos Interamericanos -por sus siglas en inglés Coordination of Panamerican Affairs-, patrocinada por Nelson A. Rockefeller, cuya labor era luchar y contrarrestar la propaganda e influencia del fascismo y muy especialmente del nacionalsocialismo en América Latina. «Nadie en Washington acogería con mayor entusiasmo que Rockefeller la campaña para “despiojar” el continente de “la peste del Eje”», señalan los periodistas Peter Collier y David Horowitz[3].

Dicha Oficina estaba dirigida por uno de sus hombres de máxima confianza, Max Ascoli (1898-1978), un intelectual judío de origen italiano, quien, tras ser arrestado en su país en 1928 por su oposición al régimen fascista, se mudó tres años más tarde a los Estados Unidos tras recibir una beca de la Fundación Rockefeller, donde llegó a ocupar cargos importantes. Ascoli pronto se convirtió en una de las figuras más influyentes entre la clase intelectual norteamericana llegando a presidir la Sociedad Mazzini, una importante organización antifascista creada en Nueva York en 1929 por intelectuales italianos muchos de ellos de raza judía como Giuseppe Calabi (que también era masón), Bruno Zevi (cuñado de Franco Modigliani, Premio Nobel de Economía 1985), Aldo Garosci (quien participó en la guerra civil española), Enzo Tagliacozzo, etc, y cuyos tentáculos se extendieron por toda América Central y del Sur.

En 1949, Ascoli, que además de masón fue miembro prominente del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), fundaría la revista “The Reporter”, acusada de estar financiada por la CIA y considerada durante dos décadas la «biblia» del pensamiento democrático liberal americano. En su plantel de colaboradores llegaron a figurar circuncisos tan influyentes y notorios como Albert Einstein, Irving Kristol, Arthur Schlesinger, Boris Pasternak, Eugene Rostow, Isaac Deutscher o Henry Kissinger, entre muchos otros.

Estos contactos le permitieron también al Sr. Aguirre ocupar entre 1941 y 1946 una cátedra de historia en la Universidad de Columbia (Nueva York), mientras preparaba su conocida autobiografía y gestionaba la adquisición de armas para derrocar a Franco. Su puesto en tan prestigioso centro de enseñanza fue fruto de la invitación oficial efectuada por el profesor de la Universidad de Columbia, Carlton J. H. Hayes, amigo personal de F. D. Roosevelt, presidente de la Conferencia Nacional de Cristianos y Judíos y más tarde embajador en España. En la Universidad de Columbia, centro de la élite fabiana y mundialista, también ejerció la docencia un ambicioso personaje, Zbigniew Brzezinski, futuro artífice de la Comisión Trilateral y director en los años sesenta del Instituto de Asuntos Comunistas, adscrito a dicha Universidad.

En agosto de 1942, desde Nueva York, Aguirre efectuó un viaje oficial por toda América del Sur, recorriendo once países. Durante su apretado periplo, financiado por el servicio secreto y el Departamento de Estado de los EE.UU., aprovechó para depositar una corona de flores ante los Monumentos a la Independencia. Numerosas instituciones paramasónicas como el Rotary Club de Montevideo, el Lions Club de La Habana, el English Club de Buenos Aires, el Women’s City Club, etc, organizaron homenajes en honor de José Antonio Aguirre Lecube, muy complacido de acudir siempre a cuantos actos y conmemoraciones tuviesen lugar en cualquier parte del mundo en calidad de «presidente de la República Euzkadi». Acusado de pertenecer a la masonería, fue un ferviente defensor de la Carta del Atlántico. «El espíritu de la Carta del Atlántico —declaró— cuenta con la adhesión de la mayoría de la humanidad. Su contenido y su aplicación constituyen el fin de la tiranía totalitaria» (“Euzko Deya”, México, 01-04-1944).

Curiosamente, en 1941 nuestro país se adhiere a la Carta del Atlántico («prólogo» de la actual ONU), un documento «donde se encuentran incluidos todos los postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad que sostiene la Francmasonería»[4]. Este compromiso había sido firmado el 14 de agosto de 1941 precisamente entre los venerables masones Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill en la Conferencia de Terranova, poco después de la derrota sufrida por Francia en la II Guerra Mundial. Esta tenía como objetivo extender los principios de la «libertad» y la «democracia» a todos los pueblos y luchar «contra la tiranía y el racismo», verdadera profesión de fe mundialista. Un compromiso ratificado por el nuevo Jefe del Estado Español Francisco Franco cuando en noviembre de 1944 declaró textualmente a la United Press que «El Movimiento español no tiene nada que ver con el fascismo y el nazismo»[5].

Lógicamente, los contactos al más alto nivel del Sr. Aguirre levantaron los correspondientes recelos y suspicacias de la diplomacia española. En uno de los despachos que la embajada franquista en la República Dominicana envió a Madrid el 23-10-1942, el embajador español escribía lo siguiente: «Como he manifestado en mi anterior despacho sobre el mismo asunto, el señor Aguirre tiene la ayuda económica y política de los Estados Unidos y del elemento judío internacional». Efectivamente, gracias a Ascoli, «el Lendakari Aguirre obtuvo de medios americanos los recursos necesarios para aumentar la difusión de la prensa vasca en América»[6].

Con ellos colaboraría en Argentina ―donde se estableció tras la guerra civil— el doctor, historiador y editor nacionalista de origen sefardí Isaac López Mendizábal (1879-1977)[7], fundador en 1901 —junto con el masón Arturo Campión, un liberal moderado enfrentado a los carlistas― de la sociedad literaria Eskual Zaleen Biltzarra, que enaltecía el euskera y en la que más tarde se integraría Luis Arana Goiri. En 1918 se le encuentra entre los promotores de la Sociedad de Estudios Vascos y de la Academia Vasca de la Lengua, de la que en 1934 se hará cargo el escritor y editor navarro José Estornés Lasa, afiliado al PNV, y responsable en los años ochenta del Instituto navarro-israelí.

Tras las elecciones de abril de 1931 que dieron paso a la II República, López Mendizábal fue nombrado concejal electo del ayuntamiento de Tolosa, su ciudad natal, donde participa en la creación del grupo esperantista, dialecto del que fue un ferviente partidario. Entre junio de 1934 y julio de 1935 es nombrado presidente del Partido Nacionalista Vasco. Después de la guerra civil contribuye desde el exilio a la creación de dos ambiciosos proyectos culturales: la Editorial Ekin, fundada en Buenos Aires[8], y la Sección Argentina de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, cuyo secretario en Europa era el citado masón Xabier Landaburu, ex diputado del PNV en el Congreso en tiempos de la República y vicelendakari del Gobierno de Euskadi en el exilio entre 1960-1963.

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Tras la "liberación" de París en 1945, el PNV recupera nuevamente su sede. En la foto, posando en el centro ante las cámaras, Xabier Landaburu, haciendo el signo masón, entonces vicepresidente del partido, flanqueado a su izquierda por el Lendakari Aguirre.

Por su parte, Bernardo Estornés Lasa, activo militante del PNV y amigo de Campión, fue responsable de auxiliar a Julio Urquijo en su labor en la Sociedad de Estudios Vascos. Junto con su hermano, el escritor y editor José Estornés Lasa (1913-1987), se encargaron de organizar la primera célula del PNV en el valle del Roncal (Navarra). Pues bien, este último individuo, al poco de volver de su exilio, fue nombrado entre los años 1968-1971 presidente de la Sociedad Bascongada, hoy básicamente controlada por el PNV. En los años sesenta el PNV también utilizó como «tapadera» para sus actividades clandestinas a la Sociedad Bascongada de Amigos del País de Pamplona, una entidad legalizada en 1960, con la que pudo presentarse a las elecciones del Ayuntamiento de Pamplona. Aunque el gobierno civil no admitió la candidatura, la Sociedad Económica repitió la operación en 1974, siendo elegido uno de sus miembros para formar parte del Consejo Foral de Navarra[9]. Dicha Sociedad fundó en 1965 la primera ikastola navarra con la función de promocionar el euskera, aunque reservada inicialmente para los hijos de los socios.

Con la llegada de la democracia, José Estornés participó en la fundación de Amnistía Internacional ―apalabrada internacionalmente desde su comienzo por las logias― en el País Vasco. También perteneció a la Asamblea Nacional del PNV a comienzos de los 80 y presidió hasta su fin el Instituto navarro-israelí. ¿Era judío este individuo? ¿masón? Sus progenitores se llamaban Bernardo Estornés Anaut y Eleuteria Lasa Anaut. Salta a la vista que el matrimonio guardaba cierto grado de afinidad consanguínea. De lo que hay certeza es del inequívoco y acentuado filojudaísmo profesado por José Estornés, lo que le permitió gozar de excelentes relaciones entre la comunidad judía y ser altamente considerado por la Embajada de Israel[10].

Resumiendo, todos los «independentismos» (como ocurrió en América y sucede ahora en España) son de inspiración masónica y las «tensiones» nacionalistas entre los pueblos blancos son cocinadas y agitadas por el enemigo de nuestra raza según convenga a los intereses geoestratégicos del momento. Esta lacra entre «regionalismos» y «centralismos» que en nuestro país ha tomado un extraordinario rebrote en las últimas décadas, ha sido desde antiguo forzosa y sabiamente programado por el judaísmo. Ellos mismos nos lo dicen en un revelador párrafo, completamente avalado por los actuales acontecimientos, de los «fraudulentos» Protocolos de los Sabios de Sión que vieron la luz pública a comienzos del siglo XX, esa hoja de ruta establecida por los líderes del pueblo de Israel para la conquista mundial, en el que se indica explícitamente lo siguiente:

«Nuestros cálculos se extienden especialmente hasta las provincias. Nos es indispensable suscitar allí esperanzas e impulsos contra la capital, y en la capital los presentaremos como deseos independentistas de las provincias. Naturalmente, la fuente de todo el malestar será siempre la misma... Nosotros. Lo que a nosotros nos conviene es que, mientras no alcancemos la plenitud del poder, las capitales se sientan atosigadas por los sentimientos de las provincias de la nación, es decir, de una mayoría organizada por nuestra “Agentur”. Es preciso que en el momento psicológico las capitales no puedan oponerse al hecho consumado por la simple razón —si no se dispone de otra mejor― de que ha sido aceptado por la opinión pública de la mayoría en las provincias».

En otras palabras, se utilizará a las «provincias», es decir, a los sentimientos regionalistas de las mismas que movilizarán a través del victimismo, la demagogia política y las bajas pasiones tribales de campanario y aldea, contra el centralismo de las capitales y los intereses de la nación. En el párrafo se cita a la «Agentur», que no es otra que la Masonería, que es la responsable de organizar los movimientos independentistas y las estúpidas enemistades entre «capitales» y «provincias».


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[1] Al amparo de la firma del Acuerdo se profundizó en las relaciones culturales, organizándose a los efectos en septiembre de 1942 la Unión Cultural de los Países de Europa Occidental, con sede en Londres. Un mes más tarde se constituyó el grupo vasco. El mismo día de su fundación se organizó una conferencia en el Casal Catalán en la que intervino Salvador de Madariaga como interlocutor de Irujo, quien marcó el tono de sus intervenciones: «Los vascos no solamente no somos una parte del pueblo español y de su historia, sino que podemos situarnos como antípodas espirituales del mismo».
[2] Angel Viñas, Sobornos, Crítica, 2016, p. 39.
[3] Peter Collier y David Horowitz, Los Rockefeller, Tusquets, Barcelona, 1987, p. 226.
[4] Lorenzo F. Abrines y Rosendo A. Arderiu, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, vol. III, pp. 1609-1610.
[5] “ABC”, 14 de noviembre de 1944, p. 8.
[6] Koldo San Sebastián, op. cit., p. 297.
[7] Federico Rivanera Carlés, Buenos Aires, ciudad conversa, pág. 91. Isaac López Mendizábal perteneció a una dinastía de impresores que se remonta al siglo XVII. Sus libros infantiles en euskera se convertirán en clásicos en las primitivas ikastolas de la entreguerra, de las que fue un apasionado promotor.
[8] El primer libro publicado por esta importante editorial antifranquista fue El genio de Navarra, del masón Arturo Campión, «prócer» del nacionalismo vasco que en 1877 intervino de forma decisiva en la creación de la Asociación Euskara de Navarra tratando de imitar la organización de la Sociedad Bascongada de Amigos del País. En esta misma editorial publicaría también José Antonio Aguirre la primera edición de su singular y conocido relato de memorias De Guernica a Nueva York, pasando por Berlín (1943), cuyo éxito fue fulminante, distribuyéndose en toda la América de lengua castellana. La versión inglesa resultó ser también un éxito de ventas, en parte debido al amplio eco que le proporcionaron los más influyentes medios de comunicación norteamericanos. Fue la escritora judía Nea Colton, colaboradora de Aguirre en Nueva York, quien ideó el proyecto de una edición en inglés, consiguiendo que la editorial Macmillan, la misma que publicó Lo que el viento se llevó, se interesase por el manuscrito. Casi inmediatamente después apareció una edición británica, puesta en el mercado por el editor judío Víctor Gollancz. La editorial Ekin sería continuada después por Andrés de Irujo, Bernardo Estornés Lasa y Sebastián Amorrortu, cuyo hijo Francisco llegó a ser presidente del Rotary Club de Buenos Aires.
[9] José Luis Ortigosa Martín, La cuestión vasca II, Visión Libros, 2016.
[10] “ABC”, 16-05-1985. Según la nota, el motivo del encuentro a la que asistieron numerosas personalidades fue la celebración del XXXVII aniversario de la independencia del Estado de Israel. La reunión tuvo lugar en el hotel Velázquez (Madrid), y fue convocada por la Asociación de Amistad España-Israel, presidida por el financiero Max Mazin.

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Le iba a decir si había leído la casa Rotchis en España de López Morell y he visto que si.Gran aportación y muy clarificadora.Como siempre.Gracias por hacerme participe.
Gracias, comrade.
Su nombre aparece nuevamente envuelto en la trama. No se pierde usted una. :cool
 
Buen hilo, de lo más didáctico.

Ver archivo adjunto 1680584
Forma parte de un texto mucho más amplio que tenía terminado, pero, conociendo la escasa predisposición lectora de los foreros, estimo que con lo insertado es más que suficiente.
Hay una segunda parte que atañe a las relaciones históricas del "nacionalismo vasco" con el sionismo y el jewish world.
 
Forma parte de un texto mucho más amplio que tenía terminado, pero, conociendo la escasa predisposición lectora de los foreros, estimo que con lo insertado es más que suficiente.
Hay una segunda parte que atañe a las relaciones históricas del "nacionalismo vasco" con el sionismo y el jewish world.
Muchos leemos, aunque no comentemos.

Gran aportación.
 
Historia de Verdad, de la que se debería enseñar en los colegios. De la que debería salir por fascículos en los Periódicos. De la que debería hacerse documentales. De la que deberian dar explicaciones ciertos reyes y ciertos políticos.
 
el gran merito del nacionalismo vasco es que junto a los masones con los garrulos de los seminarios y la iglesia vasca en general
 
Gran hilo. De los que hacen Grande a Burbuja. Que también debiera tenerse en cuenta junto a este:

 
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