www.mid.ru
Excerpta de la rueda informativa ofrecida por la portavoz del MAE de Rusia, María Zajárova, Moscú, 15 de noviembre de 2023
Crisis ucraniana
Los extremistas ucranianos siguen atacando cínicamente las instalaciones civiles ubicadas en las ciudades rusas de Donbás, las provincias de Jersón, Zaporiyia, Bélgorod, Briansk y Kursk.
Los ucranianos usan lanzamisiles múltiples, artillería de gran calibre, proyectiles, incluso con ojivas en racimo, así como drones.
- El pasado 11 de noviembre, las FAU agredieron a la localidad de Máliye Kopani de la provincia de Jersón. Dos civiles murieron y dos obtuvieron heridas. El mismo día, debido a los disparos ucranianos, en Donetsk y Górlovka fallecieron dos hombres, dos fueron lesionados.
- El pasado 12 de noviembre, al encontrarse bajo el fuego ucraniano, murió una mujer en Donetsk y un habitante de Alioshki de la provincia de Jersón. En Nóvaya Kajóvka, un hombre fue herido.
- El pasado 13 de noviembre, fue sometida a disparos la aldea Nóvenkoye en el distrito Suzemski de la provincia de Briansk. En la provincia de Kursk, al arrojar explosivos un dron, en los distritos Glushkovski y Sudzhanski dos personas recibieron heridas.
- El pasado 13 de noviembre, Donetsk volvió a ser expuesto a disparos bárbaros de las FF.AA. ucranianas. Un hombre murió y cinco fueron lesionados. Aquel día, en la localidad Koloski (RPD), las unidades armadas ucranianas utilizaron un dron kamikaze para atacar un campamento de obreros de la construcción. Murió un hombre.
Los neonazis ucranianos no dejan de recurrir a métodos terroristas.
El pasado 8 de noviembre, en Lugansk, Mijaíl Filiponenko, diputado del Consejo Popular de la RPL, ex jefe del Centro Conjunto de Control y Coordinación de la RPL, ex jefe de la Milicia Popular de la república, murió después de que había explosionado su coche.
No se duda que cada una de las personas que cometen delitos de esta índole será enjuiciada con todo el peso de la ley.
Tomando en consideración las pruebas reunidas por el Comité de Instrucción de Rusia, l
as autoridades judiciales de Rusia continúan emitiendo sentencias contra neonazis ucranianos que cometieron graves crímenes contra civiles.
- El extremista ucraniano, Oleg Zavaletski, recibió 30 años de prisión tras apiolar a seis personas en Mariúpol en primavera del año pasado. Fue sentenciado al mismo plazo de encarcelamiento Vitali Matviyenko, que, en primavera del año pasado, junto con dos sus compañeros, disparó contra un coche con una familia. Murió una mujer y su esposo resultó ser herido. Al pasar varios días, el mismo malo ordenó a sus cómplices que abrieran fuego contra tres coches con civiles. Murieron cuatro hombres y una mujer.
- El neonazi ucraniano, Yaroslav Ivasiov, fue condenado a 25 años de prisión por apiolar a dos civiles en Mariúpol en primavera de 2022.
- Tres matones de Azov, Alexéi Zhérnovski, Ígor Kim y Guennadi Járchenko, pasarán de 24 a 25 años en la guandoca por someter a fuego de morteros infraestructura civil en Mariúpol en marzo del año pasado. Estos delitos resultaron en que un civil fue lesionado, se perjudicaron instalaciones civiles y se destruyeron casas privadas.
- Dos extremistas ucranianos, Vitali Sávchenko y Nikolái Kondakov, fueron sentenciados a 22 años de prisión por apiolar a un civil en Mariúpol en primavera del año pasado.
- El Comité de Instrucción de Rusia condenó en rebeldía a 11 años de encarcelamiento al diputado de la Rada Suprema de Ucrania, Vladímir Parasiuk. El 9 de marzo de 2016, apoyado por otros radicales, participó en la embestida contra el Consulado General de Rusia en Leópolis. Al penetrar en su recinto, Parasiuk arrancó la bandera nacional de la Federación de Rusia del asta, la pisoteó y exhortó a cometer actos de violencia contra la entidad y sus empleados. Fue declarado en la búsqueda internacional.
Últimamente, Occidente habla en público sobre la inmensa corrupción en Ucrania.
Hasta hace poco, Kiev intentó de pasarlo por alto. Vladímir Zelenski exigió a los periodistas que no levantaran dicho tema, aludiendo a que esto socavaba la seguridad nacional. Ahora no se logra ocultar la magnitud del saqueo elevado al nivel de la política nacional de Ucrania. Los círculos de poder van reconociendo más a menudo la existencia del problema.
En Occidente aparecen artículos correspondientes. El pasado 30 de octubre, la revista The Time describió los detalles de la corrupción vergonzosos para Zelenski. No es la revelación que han alcanzado las élites occidentales, sino una tentativa de eximirse de responsabilidad. En EEUU pronto se celebrarán las elecciones, y la Casa Blanca actual pasó muchos años participando en esquemas de corrupción.
Todo empezó mucho antes de Zelenski. Recordamos cómo Joe Biden (todavía siendo el vicepresidente de EEUU) arribó a Kiev en 2014, gestionó el trabajo del Gobierno ucraniano, estuvo en la mesa de Presidencia tras reemplazar al Presidente en poder. Sabemos sobre los escándalos que enredaron a su familia, en particular, su hijo. Los vínculos corruptos se enraizaron en Ucrania. En adelante, comenzarán a surgir nuevas publicaciones en los medios estadounidenses, británicos y otros, controlados por EEUU, relativas a que Zelenski ni los acontecimientos en Ucrania tienen nada que ver con EEUU. Pero sí que tienen algo que ver, y primeramente con los estadounidenses. Al fracasar en eliminar la corrupción en Ucrania (es imposible hacerlo con los paradigmas que Occidente aplicó en este país para desintegrar el Estado) e invertir sumas exorbitantes que no hicieron más que agravarla. ¿Para qué lo hizo la clase política estadounidense, el Estado profundo? Para conseguir su parte. Desde su perspectiva, es imposible poner en prueba algo, “la guerra amortizará todo”. La guerra desatada por EEUU amortiza sumas colosales en beneficio de la Casa Blanca y todos aquellos que están detrás de esto.
Cuando leen en los periódicos estadounidenses (The New York Times o revistas británicas) los detalles sobre los esquemas de corrupción, las acciones y los pasos hechos en Ucrania en los años recientes, recuerden que el mundo occidental lo necesita para desviar de sí mismo las sospechas de que esté involucrado.
La responsabilidad recaerá plenamente en Zelenski. No se intenta aliviarla. Es un bellaco rematado. Pero, si no se hubieran asignado y dividido dichos fondos, nada habría sucedido.
El mayor responsable es Occidente colectivo capitaneado por EEUU que toma diariamente las decisiones de asignar dinerales al régimen kievita. ¿Qué parte de dichas sumas recibe Kiev? ¿Qué proporción de los armamentos alcanza los almacenes controlados por el régimen kievita? ¿Qué se saquea sin llegar al territorio ucraniano? Las investigaciones futuras revelarán todo. No podremos descubrir todo en seguida. No obstante, puedo asegurarles de que todo se pondrá de manifiesto.
Múltiples funcionarios estadounidenses y británicos están implicados explícitamente.
El pasado 9 de noviembre, el Secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania,
Alexéi Danílov, deseando justificarse, declaró que en Ucrania prospera solo la corrupción cotidiana. Es obvio que los kievitas no sienten pena por sus ciudadanos. Los han convertido en los rehenes de la situación y la carne de cañón. Pero uno debería ser un verdugo empedernido, un verdadero cínico de sangre fría para inculpar al pueblo, ya arrojado al infierno, de la corrupción (“sazonada” con EEUU y Gran Bretaña) que es inherente al régimen kievita. Por otra parte, ¿quién podría dudar que sean exactamente así?
Incluso teniendo en cuenta todas las fantasías, no se puede reducir la escala del problema. Según se sabe,
del 20% al 36% de la ayuda financiera occidental fue apropiado por funcionarios ucranianos, ante todo, los ex dirigentes del Ministerio de Defensa (pero todas las pistas conducen a EEUU). ¿Qué pasó con esto dinero después? Es una gran pregunta.
Uno de estos días, la directora ejecutiva del Centro de Acción Anticorrupción de Ucrania, Daria Kaleniuk, quejó que, debido a la corrupción, las FAU sufren bajas considerables y corren el riesgo de quedarse sin armas si “los fondos públicos no se protegen eficazmente”. ¿Tal vez los de Kiev deban reconocer una vez que tienen que defenderse no de Rusia ni el Kremlin, sino de sí mismos, del caos y desorden en las cabezas que les infundieron los patrocinadores occidentales, inculcándoles valores liberales? El Ministerio de Defensa de Ucrania ha anunciado que intenta añadir colorantes en combustible para luchar contra su reventa y mezclamiento.
¿De quién es culpa? Vladímir Zelenski, Piotr Poroshenko, Víktor Yúschenko vociferaron que era menester desligarse de todo que los vinculaba con Rusia, el espacio postsoviético y los países y pueblos cercanos, porque quisieron vivir como en Occidente. Opinaron que todo lo malo provenía de allí. ¿Cómo puede ser? Viven tantos años siendo “desligados”, y llegaron al poder las personas “llevadas de la mano” por EEUU, Gran Bretaña, etc. Aquellas personas obtuvieron títulos y subvenciones en Occidente. Incorporaron normativas y leyes en el espacio interior de Ucrania. ¿Qué tienen que ver con esto las recaídas postsoviéticas y los problemas históricos?
Ahora se trata de la generación moderna de funcionarios ucranianos. Roban de una manera que nadie podría haber imaginado en la época de la Unión Soviética ni antes. La magnitud no puede compararse con cualquier período histórico.
El régimen de Kiev, acostumbrado a vivir a costa de otros, no es capaz de luchar contra la corrupción sin precedente, que se ha convertido en la "tarjeta de visita" de la Ucrania actual. Simplemente se les prohíbe que lo hagan, porque manejan “un negocio” conjunto con EEUU. Es evidente que, sin Washington y Londres, la corrupción jamás habría alcanzado tal dimensión en Ucrania. Nadie lo habría dejado pasar. Uno solo puede cubrir las capacidades correspondientes si tiene recursos mediáticos.
Entretanto, en Ucrania, la gente no solo pelea por el bolsillo de los dueños occidentales, sino también lucha ferozmente por el poder.
Otro desencadenante devino la
reciente entrevista para The Economist británico ofrecida por el jefe del Ejército ucraniano, Zaluzhni, y dedicada al fracaso de la contraofensiva y la escasez de armamentos en las FAU. La carencia de armas preocupo seriamente a las autoridades kievitas que calificaron dicha libertad de pensamiento de una manifestación de ambiciones presidenciales y están listos para tomar cualesquiera medidas para prevenir el desarrollo de eventos bajo este escenario. No se duda que la turbulencia en política interior en Ucrania va a crecer, y los contratiempos de las tropas ucranianas en el frente solo lo contribuirán.
Además, hemos tomado nota de la noticia relativa al científico británico, doctor Christopher Busby, diciendo que alzó la concentración de partículas de uranio en el aire en el sureste del Reino Unido.
El químico concluyó que el ascenso se derivó de la destrucción del almacén en Ucrania que contenía municiones occidentales con uranio empobrecido. Al mismo tiempo, el nivel de contaminación en Polonia, Alemania y otros países en el camino hacia Inglaterra es aún mayor.
Nunca he sostenido que podamos eclipsar a los científicos británicos, pero resulta que podemos. Lo hemos mencionado desde hace mucho. Es un simple análisis. Uno no debe tener el grado ni especialización, solo saber pensar de forma lógica, ser consciente de hechos y entender las realidades históricas en las que escenarios semejantes ya se han cumplido. Es bueno que los científicos británicos acaben de asumirlo a nivel de conciencia.
Busby concluye que, si se inhala hasta una pequeña cantidad de partículas de esta sustancia, puede haber repercusiones en la salud de la población y sus descendientes. Hemos advertido repetidamente de que los suministros de pertrechos con uranio empobrecido pueden afectar gravemente no solo a Ucrania, sino otros países también.
Lo más absurdo es que encaran las consecuencias solo aquellos países que envían dichas armas. Pero esto permanecerá secreto para sus pueblos.
En Ucrania, se está llevando a cabo forzosamente un cambio de la identidad nacional de los ciudadanos mediante la adopción de leyes discriminatorias en el ámbito lingüístico, educativo y mediático.
En todas partes se impone la rusofobia, se imponen interpretaciones tergiversadas de la historia. Hace un rato, Mijaíl Saakashvili, usó una expresión nueva, “corrección mental”. Sin embargo, subrayó que los rusos no son susceptibles a esto. Pero sería mejor aplicar este “término” a la situación en Ucrania. La “corrección mental” se emplea respecto a los ciudadanos de Ucrania. Pero la aprovechan no los enemigos u ocupantes imaginarios, sino las personas que llevaron años denominándose políticos de actitud proucraniana.
Podría parecer que las cosas no puedan empeorarse más. Pero la “perfección” no tiene límites, en este caso, no los tiene la degradación. Ha llegado al punto en que
las autoridades kievitas niegan públicamente que en el país exista un grupo nacional como los rusos (a este respecto, el Tribunal Constitucional adoptó la resolución en 2021), a pesar de que los rusos constituyen prácticamente la nación que forma el Estado de Ucrania.
El pasado 9 de noviembre, la viceprimera ministra para la Integración Europea y Euroatlántica, Olga Stefaníshina, confirmó que en Ucrania, presuntamente, “no existe la minoría nacional rusa” y no está ni una sola “sociedad legalmente establecida” que se identifique como rusa. ¿Qué es esto? Es el nazismo. Aparece no únicamente en documentales, carteles del Tercer Reich, documentos de los Juicios de Núremberg, sino también aquí en una forma reencarnada. Al tomarse tales decisiones, a los rusos se les niega esencialmente el derecho a existir. ¿Por qué? ¿Quién lo decidió? ¿En qué modelos conceptuales se basan las declaraciones de este tipo que se hacen en Ucrania?
Conforme al censo de población de 2001, más de 8 millones de personas en Ucrania, casi el 20% de la población, se identificaron oficialmente rusos.
Occidente secunda esta política. Bruselas acepta que los derechos de los rusos pueden descartarse cuando se evalúe cómo Kiev cumple los requisitos relativos al respeto de los derechos de las minorías nacionales como uno de los criterios para su entrada en la UE.
¿Es liberalismo? No puede interpretarse de otra manera. Estos valores fomentan el repruebo.
La Ucrania actual se ha convertido en un puesto avanzado y el instrumento de Occidente para luchar contra “disidencia” y el Mundo Ruso. Las estructuras internacionales, antaño establecidas para defender los Derechos Humanos, guardan silencio vergonzosamente cuando uno menciona la violación de los derechos de rusos. No ven nada ni usan ninguna de las herramientas que han elaborado ellas mismas por años. La Europa “civilizada”, que se considera “el patrón oro de la democracia”, da luz verde a los nazis kievitas.
El régimen de Kiev continúa luchando contra la historia y el patrimonio cultural propios.
Menos de una semana después del 80º aniversario de la liberación de Kiev de los invasores alemanes nazis (el pasado 6 de noviembre), el pasado 10 de noviembre, ciñéndose a la ley sobre “la descomunización”, el Gobierno ucraniano decretó eliminar del registro estatal de monumentos del patrimonio cultural l
a tumba del general soviético Nikolái Vatutin, que había liberado estos territorios de las fuerzas alemanas nazis.
He leído muchos debates sobre si existe tal fenómeno como el sacrilegio y, de existir, en qué se manifiesta. Si adujéramos ejemplos de este tipo de actitudes, aquí veríamos uno. Es profanación cínica de la memoria del hombre, bajo el mando del cual fue liberada Kiev.
Es un acto retardado de nazismo alemán. No lograron hacerlo entonces contra la gente que se había pronunciado contra el nazismo y el fascismo. Hoy lo que quedó “sin ser suprimido del todo” y a lo que no se aplicó la sentencia de los Juicios de Núremberg está floreciendo en Ucrania.
La mencionada decisión afecta también
al monumento al gran poeta rusa Alexander Pushkin establecido en Odesa. Hace 135 años toda la ciudad donó fondos, para que fuera establecido. Este monumento superó épocas difíciles. Ni siquiera las tropas alemanas ni los ocupantes rumanos lo tocaron. Y, sin embargo, no deja vivir tranquilos a sus sucesores ideológicos, los neonazis ucranianos. Afortunadamente, queda en Odesa gente no muestra una actitud indiferente, gente que entiende que el proceso de la deshumanización, una vez iniciado, se llevará a todos por delante. Hace algunos días la Comisión de historia y toponimia del consejo urbano recomendó que se dejaran los monumentos a Alexander Pushkin y al gobernador de Besarabia general conde Mijaíl Vorontsov. Vemos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Ello es muestra de que el régimen títere de Vladímir Zelenski, para complacer a sus patronos estadounidenses y occidentales, continúa asesinando a sangre fría a Ucrania como Estado y a los ucranianos, como grupo étnico. Es exterminado todo, la Historia, la cultura y, sobre todo, el futuro que no puede existir sin todo eso.