En ocasiones bajo mi punto de vista parece que quiera blanquear las figuras de estos y quitarle importancia a lo que verdaderamente eran y a lo que se dedicaban, sin acritud. Simplificar todo a que tuvieron una ocurrencia singular y excepcional como delincuentes comunes y un par de atracos, es quedarse bastante corto.
Anglés desde la infancia ya era considerado un delincuente que incluso formaba parte junto a otros menores y alguno de sus hermanos de la conocida banda del "Caligula", mas mayores junto con Ricart y otros de sus hermanos se dedicaban a robar a punta de pistola en cajas de ahorros, establecimientos y vehículos, inmersos en el mundo de la droja ya sea traficando, consumiendo o ambas, algunos de ellos cumpliendo penas de prisión y reformatorios por todo ello, y donde con el tiempo, sus andanzas iban a más hasta el episodio previo de Nuria Pera, donde Anglés es condenado a prisión una vez más por hechos como; "la metió en el asiento de atrás del coche de Rubén quien conducía y Antonio se puso en el asiento del copiloto de espaldas al parabrisas, pegándole y amenazándole con un cuchillo durante todo el viaje a Catarroja", "pegarle puñetazos en la cabeza, en la cara y por todo el cuerpo, al mismo tiempo que la amenazaba con un cuchillo, haciendo como que se lo iba a clavar", "la amenazo con tirarla a un pozo que esta en el corral de la vivienda" ,"llegó Antonio, con una bolsa de la cual saco una cadena muy grande con dos candados, atándola al pie y el otro extremo al pilar que forma el hueco de la puerta y la ventana de la misma habitación", de donde posteriormente quebrantaría un permiso para no volver.
Y no olvidemos tampoco los numerosos episodios de violencia y agresiones que ejercía Anglés sobre miembros de su propia familia y el detalle de que en alguna ocasión ya había referido su intención de secuestrar, violar y asesinar a tres chiquetas.
El curriculum que tenían no era el de unos aficionados precisamente de baja estofa.
Un saludo.
¿No te llama poderosamente la atención?
•Condenan a «El Malaguita» a 64 años de prisión por el vil y espeluznante asesinato de Sandra Palo•
Condenan a «El Malaguita» a 64 años de prisión por el vil y espeluznante asesinato de Sandra Pal
04/02/2005 a las 10:38h
Cumplirá la pena máxima. Así lo ha acordado la Audiencia Provincial de Madrid en su sentencia que fue dada a conocer ayer, y que, como no podía ser de otra manera, fue condenatoria. Así, la Sección Tercera considera a Francisco Javier Astorga Luque, alias «El Malaguita» o «Chiqui»,
que cuenta ahora con 20 años, responsable penal de un delito de secuestro, tres de agresión sensual y el asesinato de la joven Sandra Palo Bermúdez, de 22 años, que desembocaron en su muerte, ocurrida tras varias horas de horribles padecimientos, en la madrugada del 17 de mayo de 2003 en un paraje de difícil acceso situado en la N-401 (carretera de Toledo). El fallo, que fue dado a conocer justo una semana después de que el juicio oral contra el único mayor de edad procesado por participar en los espeluznantes hechos quedara visto para sentencia, considera probada su autoría en los 5 delitos citados: uno de retención ilegal, tres de violación y otro de asesinato.
Peligrosidad y alarma social
Por todo ello, le impone una condena de 64 años de prisión: 15 por la violación en concurso con la detención ilegal; 12 por cada agresión sensual, de las
que se le considera cooperador necesario -
la sujetaban por tobillos y muñecas para forzarla por turnos-, perpetradas por los «Ramones», -Ramón S.G., y José Ramón M. M., -, y 25 años por asesinato, todos ellos con la accesoria de inhabilitación absoluta y el pago de una indemnización de 480.809 euros a los padres de la joven.
Junto a ello, la resolución, contra la que cabe interponer recurso, fija el máximo efectivo de la pena en 30 años, así como que los beneficios penitenciarios y el cómputo parala libertad condicional se refieran a la totalidad de las penas impuestas -64 años-, por lo que el condenado no accederá a ninguna reducción ni beneficio penitenciario, dada su peligrosidad y la alarma social causada.
Además, la resolución explica que la joven tuvo una muerte «singularmente cruel y que no podía prever el ataque que sufrió por la minusvalía que padecía -un ignorancia debido a un accidente de tráfico cuando tenía 9 años que le ocasionó un disminución del 53% de su capacidad-, por lo que su edad mental correspondía a la de una niña de 12 años.
Lo único que el tribunal no determina es quién conducía el coche que atropelló a Sandra Palo «hasta en diez ocasiones», si el ya tristemente célebre «Malaguita» u otro de los coautores, dadas las distintas versiones relatadas por los implicados. Además, en contra de lo manifestado por el Ministerio Fiscal y la acusación particular, la sala no ve acreditado que la infortunada estuviese aún con vida «
cuando fue rociada con gasolina después de ser embestida brutalmente contra un muro», dado que las pruebas periciales no fueron concluyentes. Por estos hechos, en octubre de 2003 un Juzgado de Menores condenó a los dos «Ramones» a ocho años de internamiento y cinco de libertad vigilada -la máxima medida que establece la Ley de Responsabilidad Penal-, mientras que a Rafael G. F., de 16 años, «Pumuki», a cuatro y tres, respectivamente.
Muerte inhumana
Con todo, la resolución subraya «la enorme frialdad y serenidad de «El Malaguita», impropias de una persona de su edad -18 años cuando sucedieron los atroces hechos- que no parece haber interiorizado las mínimas normas necesarias para la convivencia social».
Recuerda, en los quince folios de los que consta el veredicto, que el acusado, que el día de autos cumplía una medida de internamiento por otros delitos
-ninguno de sangre- se disponía a hacer un «alunizaje» con sus «compinches», pero cambió de planes.
La sentencia recalca que en el crimen de la joven hubo alevosía y ensañamiento, ya que, tras retenerla en la plaza de Marqués de Vadillo y agredirla sexualmente, la mataron en un paraje despoblado de la N-401, se aprovecharon de su deficiencia y la arrollaron por sorpresa mientras se vestía con «
regodeo en los impactos, poniendo de relieve un crimen singularmente cruel y una actuación ajena a cualquier razón de humanidad, incluso para matarla».