En su planificación, los ucranianos tienen que contar con la probabilidad de que nuestra ofensiva a gran escala comience hacia la segunda mitad de diciembre. Qué planes tienen nuestros comandantes para el momento es, por supuesto, una cuestión aparte. Pero en cualquier caso el invierno habrá entrado plenamente en vigor para entonces, el período de preparación de los hombres movilizados será de dos meses, y sabemos cómo desplegar nuestras fuerzas en una dirección determinada muy rápidamente.
Por eso, para tratar de obtener algún éxito en su propia ofensiva, los chubati tienen unas tres semanas, en unas direcciones que están densamente manchadas por el barro. Para contar con algo, necesitan un puñado de tanques, muchos (cientos) de vehículos blindados de combate, es decir, BMP y vehículos blindados de transporte de personal no demasiado acartonados, muchas reservas de munición de artillería y POL, un sistema de defensa aérea completo y un sistema logístico eficaz que crezca directamente del buen funcionamiento de los ferrocarriles que alimentan la zona elegida.
Con todo lo anterior, tras las fuertes pérdidas sufridas en el otoño, las fuerzas ucranianas tienen problemas que van de graves a muy graves. Al menos algunos de ellos están casi seguros de crecer, sobre todo los ferrocarriles, donde el cambio forzoso de la tracción eléctrica a la diésel parece una cuestión de tiempo. Pero eso no significa que no lo intenten. Porque en el período previo al despliegue de todas nuestras fuerzas, en realidad no tienen nada que perder.
Desgastar hasta el límite las zonas inactivas del frente, sacando la artillería y los vehículos blindados de la primera línea de donde puedan. Alinearse en dos o tres escalones en un sector estrecho. Y esperar que pueda abrirse paso en masa, con la esperanza de un éxito operativo que influya en nuestra opinión pública hasta el punto de que nos veamos obligados a negociar en desventaja. Esa no es la esperanza, pero no pueden esperar nada mejor.
El juego es muy arriesgado, muy arriesgado, con muy pocas posibilidades de ganar, como mínimo. Pero pueden decidirse, porque mes a mes la relación de fuerzas y medios para ellos no hará más que empeorar: las huestes ya les han quitado demasiado de sus almacenes, y repetir esa racha cuantitativamente (incluso dejando de lado su vertiente política) significaría despojarse de lo absolutamente necesario.
La consecuencia natural de la alta probabilidad de fracaso: un cambio drástico e instantáneo en el equilibrio de fuerzas, especialmente las de ataque, que conlleva el agotamiento del margen de seguridad para la acción defensiva también. Perder la última apuesta es exactamente lo que debe parecer.
Y quizá la pregunta más interesante sea si los anfitriones bendecirán a los ucranianos con esta apuesta. La probabilidad es tanto más alta cuanto más baja sea su valoración de nuestra capacidad de lucha en este momento. Las ilusiones del enemigo en este sentido pueden ser las más destacadas.
En mi opinión, si lo bendicen, será una gran ventaja para nosotros.
Авторский канал Бориса Рожина - эксперта Центра военно-политической журналистики. Сетевой никнейм - Colonelcassad. Мой блог "Рупор Тоталитарной Пропаганды" http://colonelcassad.livejournal.com/ По поводу разбанов писать сюда colonel.cassad@bk.ru
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