Hola, buenos días.
Halloween. Ha estado bien la nochecita. Un poco pasado de birras, quizás. No me hago responsable del texto.
Halloween. ¿Susto o comodidad? ¿ O era truco o trato?
Se habla de la Agenda 2030, del NWO, del “Great Reset”. Incierto todo. No va a suceder nada de nada. Y no lo va a hacer porque ya ha sucedido o está sucediendo en tiempo real, pero con la peculiaridad de que ni nos hemos ni nos estamos enterando.
La comodidad ha sustituido al susto. La globalización y el uso de la misma por parte de una élite lo ha posibilitado.
Puede que haya sucedido cuando se inicia una absurda guerra con amenaza de expansión mundial, uso de armas nucleares, grave recesión y los peores presagios que se puedan imaginar. Y nadie hace nada por tratar de evitarlo, sino al contrario. No, no sucedió ahí, viene de antes.
Puede que venga cuando la mayoría de la población occidental se inoculó unas banderillas experimentales. Unas terapias génicas que ni el que las inoculaba ni el inoculado tenían la menor idea de su composición, su funcionamiento y sus posibles efectos. Y los ciudadanos, obedientemente, se las pusieron sin rechistar. No, tampoco viene de ahí, hay que retrotraerse.
Podría haberse iniciado cuando un supuesto bichito nuevo causa millones de fallecidos y afecta a la salud, el bienestar y a la vida en general de todo el planeta. Y nadie ha investigado nada, sino que obedientemente se aceptan las directrices impuestas así como las gravísimas consecuencias derivadas de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y punto.
Entonces ¿Cuándo? ¿Cuándo los ciudadanos hemos aceptado, sin cuestionarnos absolutamente nada, vernos afectados gravemente por un bichito de origen desconocido, ponernos unas banderillas desconocidas y dejarnos arrastrar por una guerra de impredecibles consecuencias? jorobar, lo normal es protestar, lo normal es investigar, lo normal es preguntar, lo normal es manifestarse, lo normal es debatir, lo normal es no incitar la guerra, lo normal es que te expliquen hasta el último detalle de las banderillas, lo normal es saber el origen del bichito, lo normal es no pincharse algo que nadie tiene ni "p. idea", lo normal es tirar del hilo hasta conocer la verdad.
Pues no, lo normal ya no es normal porque ahora prima la anormalidad. Y esto es así porque los ciudadanos tenemos miedos, claro, pero nos han acostumbrado a combatir estos miedos mediante la comodidad. El susto ha dejado paso a la comodidad.
Y esto no viene de ahora. Esto se ha planificado minuciosamente desde hace varias décadas. Ahora ya no tienes que ir a comprar, tienes Amazon. Ahora ya no vas con tus amigos al cine, tienes plataformas como Netflix. Ahora no vas a ligar o con los amigos a tomar unas birras, tienes las redes, el mundo virtual. Ahora ya no juegas en la calle, tienes la consola. Ahora no compras el periódico, ahora lees un medio digital que reproduce una pseudo-noticia que alguien interesadamente decide y que el resto reproduce sin cuestionarse nada. Y todos estos productos de consumo global “fabricados” en las grandes multinacionales sirven, fundamentalmente, para lavar el cerebro, para que todo el mundo piense parecido y para que nadie se cuestione nada. Toma lo tuyo y guarda silencio.
La globalización. Ese es el arma de la élite para acomodar, para adiestrar, para pastorear, para acobardar, para masificar, para suprimir el espíritu crítico y la capacidad de pensamiento del individuo. El individuo está al servicio del pensamiento único, del pensamiento globalizado, al servicio del mensaje generalizado que una élite transmite interesadamente al ciudadano que está cómodamente sentado frente al televisor, la consola, el móvil o el ordenador.
Y cuando tienes esa sensación de comodidad, no piensas en nada más y tampoco en los demás. Piensas en tener cada vez mayor comodidad y te olvidas del esfuerzo, del sacrificio, del trabajo, del compañero, del vecino, te olvidas de ser crítico con el poder, de rebelarte, de preguntar, de quejarte, de protestar, de perseguir la verdad o la justicia. Y, cuando se “prefabrican” situaciones de shock como una esa época en el 2020 de la que yo le hablo o una guerra, estás tan acomodado y acostumbrado a no reaccionar que te quedas paralizado, observando y cumpliendo órdenes.
Este ha sido un trabajo bien planificado que está dando sus frutos. La élite no piensa en posibles planes futuros, sino que la élite actúa sobre la marcha, busca satisfacción y beneficio inmediato y presente. El gran cambio se está produciendo delante de nuestras narices sin que nadie haga nada.
Pensad en lo que ha sucedido en los últimos tres años. Pensad como si todo fuese una película. Unos actores afectados por un bichito que nadie investiga, unos actores que les inyectan una sustancia desconocida y no preguntan nada y unos actores que se ven inmersos en una grave crisis por una guerra que no les interesa a ninguno. Si los actores no hiciesen nada, entonces diríamos que vaya “cosa” de película, que no es nada creíble, que los actores son unos sumisos que aceptan lo que sea, sin iniciativa, que no se rebelan, que no protestan, que no investigan.
La película sería un fracaso pero se entendería. Era una película mala pero tenía un guión, había un director y los actores seguían los papeles asignados. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo en la vida real, una película mala en la que hay un guión, unos malvados directores y unos ciudadanos como actores que hemos sido adoctrinados mediante una engañosa comodidad servida por multinacionales y medios de comunicación al servicio de la élite.
Los medios hacen el papel del “acomodador de cine". Y nos hemos sentado cómodamente en el sofá, con las palomitas y las gafas de realidad virtual, viendo la película, con la particularidad de que lo que acontece en la pantalla es nuestra propia vida pero dirigida por otros. Todo absurdo pero comprensible.
“Alguien dijo una vez que lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada.” (Del film “Lágrimas del sol”)
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Que os resulte lo más llevadero posible el Día de Todos los Santos.